Los Johnson y su hijo, Will, posan con el trofeo después de que Zach ganara el Sony Open 2009 del PGA Tour en Hawai.

(CNN) – “Cuando estás tratando de alcanzar metas altas y cuando estás intentando lograr algo de gran magnitud, tienes que contar con ayuda”, dice el nuevo campeón del Abierto Británico, Zach Johnson.

En el mundo del golf, ganar el Masters de Augusta o el Abierto Británico en St. Andrews es tan bueno como parece.

Johnson es uno de solo seis jugadores en ganar en ambos campos y él rápidamente le agradece a los dos “pilares” que lo hicieron posible: su fe como cristiano y su esposa, Kim.

“Hay muchas personas tras bastidores que te ayudan a llegar allí, pero Kim es mi principal apoyo. A ella es la primera a quien recurro para cualquier cosa. Ella es la autoproclamada directora ejecutiva de Zach Johnson Golf”, le dijo el estadounidense a CNN, al reflexionar sobre la victoria del desempate en la ‘casa del golf’ en Escocia, la cual permitió que sus ganancias en su carrera superaran los 37 millones de dólares.

“Ella tiene ese título y, evidentemente, no existe tiempo de caducidad para eso. Estoy agradecido por ello”.

La pareja se conoció en Florida hace 15 años, y él pasó de ser un católico no practicante a convertirse en un miembro entusiasta de la Primera Iglesia Bautista, a la que ella asistía, antes de casarse en el 2003.

Kim lo ayuda a dirigir su fundación de caridad, y lo felicitó con un beso después de coronarse en St. Andrews.

“Ella es mi pilar… en ella puedo confiar para cualquier cosa”, dijo Johnson. “Buena o mala, no importa cuál sea la situación, ella siempre está ahí”.

“Ella es muy sensata, siempre tuvo una gran perspectiva, me ubica en mi lugar y me mantiene bien enfocado a fin de permitirme hacer lo que hago”.

La fe reconstruida de Johnson también es un factor clave en su serie de éxitos en el ‘tour’: ha ganado más de 1,5 millones de dólares en cada temporada desde el 2004, con 10 títulos del PGA Tour ganados además de sus dos majors.

A lo largo de los cinco difíciles días en St. Andrews, donde los jugadores a menudo luchaban contra los elementos, al igual que consigo mismos, el golfista de 39 años de edad mantuvo la compostura al recitar su escritura favorita.

Johnson dijo que el Salmo 27, versículo 14 (“Espera en el Señor; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera al Señor”) se le venía a la mente cuando el torneo estaba llegando a su punto culminante… un final que, según él lo describe, era “tan difuso”.

“Soy un hombre cristiano y cuando se trata de mis prioridades, me esfuerzo al máximo. En mi caso, para tranquilizarme, para mantener mi perspectiva cuando estoy jugando, trato de no darle demasiada importancia… eso es lo que hago”, dijo.

“La paz que eso me da me permite jugar golf con libertad”.

Johnson dejó el Reino Unido con un nuevo juguete para sus tres hijos… el codiciado Claret Jug del Abierto Británico.

“En realidad, no tiene los atributos de u vasito de entrenamiento para mis hijos, pero es más como un pastel de cumpleaños; si quieren hacer un desastre con él, está bien”, bromeó el nativo de Iowa, quien ahora reside en St. Simons Island, Georgia.

La victoria de Johnson le permitió ocupar el doceavo lugar en la clasificación a nivel mundial, y en la lista de los 10 mejores figuran cinco estadounidenses, en la que Spieth ocupa el segundo lugar.

Johnson cree que los jóvenes golfistas estadounidenses están mejor preparados que nunca para causar un impacto cuando se vuelvan profesionales… como Jordan Niebrugge, de 21 años de edad, quien empató en el sexto lugar en St. Andrews para ser el amateur líder.

“Estos chicos están jugando a un alto nivel, incluso antes de tocar base en el PGA Tour. Vimos competir a los chicos amateur en una competencia de un campeonato major y creo que es muy probable que sigamos viendo eso”, dijo Johnson.

“Estos chicos están saliendo de la universidad, han tenido maestros, entrenadores, terapeutas y están jugando golf profesional siendo amateurs. Así que, cuando haces la transición es algo casi perfecto”.