(CNN) – Ori y Mika Banki hicieron lo que ningún padre jamás debería afrontar. El lunes ellos enterraron a su hija, Shira. Ella tenía apenas 16 años.
La chica, que según dijeron era “encantadora, feliz, llena de energía y querida”, les ha sido arrancada de sus vidas.
“Sin propósito alguno, sino más bien con estupidez, maldad y temeridad su vida llegó a su fin”, dijo la familia en un comunicado. “A la gente buena le pasan cosas malas y a nuestra increíble hija le pasó lo peor”.
Su dolor está alimentando un debate más amplio.
Los israelíes están familiarizados con la muerte repentina. Pero esto es algo diferente. No solo porque la angustia de Ori y Mika Banki es imposible de soportar para cualquier padre, sino porque el brutal asesinato de Shira cuestiona las mismas vidas que la gente vive aquí.
Esto pone a Israel en una encrucijada.
Dado que han sido denigrados a lo largo de la historia por muchos y por tanto tiempo, los judíos están acostumbrados a dar la cara por los otros. Sin embargo, ante el asesinato de Shira, ahora la pregunta es: ¿aún pueden hacer eso?
Shira murió el domingo después de que fuera apuñalada en la manifestación del orgullo gay el jueves en Jerusalén, mientras apoyaba los derechos de su amigo y de otros para que fueran ellos mismos.
Ella sencillamente estaba defendiendo uno de los principios fundamentales del estado israelí: la tolerancia.
Para muchos del mundo exterior acostumbrados a la lucha entre el estado israelí y los palestinos, esa idea puede parecer difícil de comprender. Sin embargo, para la mayoría de israelíes, la tolerancia es lo que hace que Israel sea un buen lugar para vivir.
Tel Aviv es ampliamente considerado como uno de los lugares más tolerantes del mundo para las personas gay. Más que cualquier otra, la ciudad costera parece personificar lo que los fundadores de Israel declararon en 1948: el estado “asegurará la igualdad de los derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin importar la religión, raza o sexo”.
En los últimos días, esa noción de tolerancia ha sido desafiada, no solo por el brutal asesinato de la estudiante llena de vida de 10º grado, Shira, sino por la muerte de Ali Saad Dawabsha, un niño palestino de 18 meses de edad.
Yishai Shlissel, un judío ultraortodoxo, apuñaló a Shira y fue fotografiado cuando la atacó a ella y a otros cinco. Acababa de ser liberado de la cárcel por un ataque similar hace 10 años. La sospecha por el asesinato de Ali también apunta, lo cual aún no ha sido comprobado, hacia los extremistas judíos.
Ali estaba durmiendo en su casa más tarde ese mismo jueves en el pequeño pueblo de Duma, en Cisjordania, cuando los pirómanos atacaron. Su madre, su padre y su hermano de 4 años también fueron gravemente quemados. La casa fue pintarrajeada con grafiti hebreo que indicaba un ataque de “precio a pagar”.
Los llamados ataques “precio a pagar” iniciaron en el 2008 y se les atribuyeron a los colonos israelíes extremistas llevados por una convicción religiosa de que ellos deberían vivir en la tierra de sus antepasados. El “precio” era por los asentamientos que el gobierno los forzó a abandonar y por venganza por los ataques palestinos sobre los colonos.
Los recientes informes de prensa israelí sugieren que el servicio de inteligencia israelí, Shin Bet, cree que los extremistas de derecha detrás de estos ataques tienen la intención de intensificar las atrocidades para desestabilizar al gobierno de Israel.
En cualquier caso, ambos asesinatos brutales han dado lugar a que se examine al estado judío y su tolerancia, ya que se cuestiona si ese mismo principio ha permitido que los extremistas del país vayan demasiado lejos.
El presidente israelí, Reuven Rivlin, tocó un punto sensible al decir que “más que vergüenza, siento dolor. El dolor por el asesinato de un pequeño bebé. El dolor porque mi pueblo opte por el camino del terrorismo y porque esté perdiendo su humanidad; la ruta que están siguiendo no es la que sigue el Estado de Israel”.
El gabinete de seguridad de Israel se reunió este fin de semana y determinó que los asesinos deben ser llevados ante la justicia por todos los medios legales necesarios y, por primera vez, autorizaron la “detención administrativa” de los ciudadanos judíos… una medida de seguridad que ha sido implementada para detener los ataques y que por lo general la aplican con los palestinos.
Los asesinatos también han abierto una brecha más intensa entre la izquierda y la derecha, ya que la izquierda culpa a la tolerancia que el gobierno de derecha ha tenido con los colonos como el origen de la muerte de Ali.
Mientras se preparaban para enterrar a Shira, Mika y Ori Banki pidieron que exista “menos odio y más tolerancia”.
Ellos están llevando a cabo su funeral lejos del escrutinio y el lamento público que rodea su muerte. Ellos quieren un servicio civil tranquilo, no un religioso.
Es la forma en que educaron a su familia, dicen.
En una entrevista con un diario hace tres años, ellos le dijeron a un reportero que educar a Shira y a sus tres hermanos se “trataba de la calidad. Criar a buenos ciudadanos, chicos que se hagan felices a sí mismos y que lleven felicidad a su entorno”.
En su corta vida, eso fue lo que hizo Shira.
Frente a su muerte y a la encrucijada en que se encuentra su país, muchos aquí esperan que su legado perdure para siempre.