Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Encuentro. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Tremendo que un león haya ‘puesto’ en el mapa a Zimbabwe. Ya sé que Cecil no era un león cualquiera, pero me hubiera gustado —y me sigue gustando— que la misma dosis de compasión con que ha sido recibida la noticia de la muerte de ese león maravilloso por un cazador estadounidense se aplique a los 39.000 niños menores de 5 años que mueren al año en ese país. Lo dice Unicef con datos de 2012.
Y lo sugería yo, en Encuentro, y eso desató la indignación de una televidente.
Con razón dice que es un cliché; lo es, pero no deja de ser real. La señora me dice, además, que a los animales no tienen a quien los proteja como a los chicos. Pero ¿quién protege realmente a los niños más olvidados del planeta?
Yo he visto a los niños más viejos de la historia del mundo en las aldeas africanas. Yo no necesito de Discovery o del National Geographic, ni siquiera de CNN para hablar de esos chiquillos. Cuando estuve en Angola, los veía cada mañana desde mi ventana, con sus madres —casi tan niñas como ellos— en unos algodonales infinitos, mientras al fondo una gigantesca antena parabólica —eran los años ochenta— demostraba lo incongruente que es esta vida. Porque jamás de los jamases esos niños podrían hablar con sus abuelos gracias a esa antena.
Zimbabwe posee carbón, oro, litio y diamantes, pero es uno de los países más pobres del mundo. Allí hay hambre y enfermedades tan raras como feroces. La Unicef dice que más de 100.000 niños viven con VIH y que la mitad de la población menor de 5 años padece desnutrición. Unicef calcula que con 22 dólares se puede alimentar a un niño en Zimbabwe durante casi un año. ¡22 dólares! Y matar a un león cuesta 50.000 dólares.
¿Por qué no nos interesamos también, aunque sea por no sentirnos culpables, por los niños más viejos de la historia del mundo?