(CNN) — Por fin parece que Donald Trump arrojó un balde de agua helada en su ardiente ascenso sobre los aspirantes republicanos a la candidatura presidencial.
Los ataques del magnate de los bienes raíces contra Megyn Kelly, conductora de Fox News; su decisión inamovible de arremeter contra quienes los cuestionan, y la salida de un personaje prominente más de las filas de su campaña han causado que algunos operadores del Partido Republicano predigan que Trump finalmente sentirá la indignación de los electores que hasta ahora habían tolerado sus comentarios grandilocuentes porque reconocían que estaba dispuesto a atacar al aparato político.
Al menos eso es lo que piensan algunos estrategas políticos.
Pero como ocurrió con otros de los acontecimientos emocionantes de este verano, nadie puede saberlo con certeza.
“Esto es como preguntarse si ‘Jon Snow’ realmente está muerto en la serie Game of Thrones. Cada vez que creo que lo entiendo, cambia”, dijo el estratega republicano de New Hampshire, Tom Rath, quien comparó el futuro de la campaña de Trump (o la falta de) con la reciente muerte no tan segura de uno de los personajes principales de la serie de televisión de HBO.
Trump desató la controversia más reciente el viernes 7 de julio, cuando declaró que a Kelly, una de los tres moderadores del primer debate presidencial republicano de la temporada de elecciones primarias de 2016,“le salía sangre de la nariz, le salía sangre de… lo que sea”, porque ella lo presionó por sus comentarios denigrantes contra las mujeres. Muchos de sus oponentes lo interpretaron como una referencia a la menstruación.
En entrevista para el programa State of the Union de CNN, Trump, como siempre, se negó a ceder un centímetro y dijo que no ofrecería disculpas y que eso no fue lo que quiso decir. “Solo un enfermo pensaría siquiera en eso”, dijo. El ataque contra Kelly, una personalidad muy respetada en la derecha, solo provocó que los líderes del partido se preocuparan de que la campaña les esté dando a los demócratas la oportunidad de retomar las estrategias de 2012 y de acusar a los republicanos de librar una guerra contra las mujeres.
Todo esto ocurrió unos días después de que el exgobernador de Florida, Jeb Bush, cometiera un desliz al cuestionar (por error, según aclaró más tarde) que Estados Unidos gaste tanto dinero en salud de las mujeres al criticar a Planned Parenthood.
El mismo Bush manifestó sus preocupaciones por Trump el sábado 8 de agosto.
“Por favor. ¿De verdad queremos ganar? ¿Queremos insultar al 53% de los electores?”, cuestionó Bush. “Lo que Donald Trump dijo es incorrecto. Así no se ganan las elecciones”.
La situación de Trump entre los conservadores había mejorado en las últimas semanas, pero algunos operadores predijeron que sus más recientes comentarios le afectarían porque incluso sus partidarios más leales se preguntarán si tiene el temperamento que se necesita para ganar las elecciones generales.
“Los políticos han sobrevivido a muchos comentarios y acontecimientos desafortunados, pero Trump está transformando su principal virtud en una debilidad. Los comentarios displicentes te pasan la factura tarde o temprano”, dijo Pete Seat, exasesor de George W. Bush.
En referencia a los regalos que los políticos suelen declarar en sus estados financieros durante las campañas, Seat dijo: “Lo que está logrando es hacer contribuciones en especie considerables a Hillary Clinton a través de sus comentarios”.
Sin embargo, esta no es la primera ronda de especulaciones sobre el fracaso de Trump.
Primero, su declaración de que mucho inmigrantes mexicanos indocumentados son “violadores” y “asesinos” despertó la indignación de un partido que teme perder el voto latino. Luego cuestionó la condición de héroe de McCain, quien fue prisionero de guerra en Vietnam durante cinco años, lo que provocó que los funcionarios del Partido Republicano le pidieran que moderara el tono. No obstante, los índices de aceptación de Trump subían cada vez más.
“Han declarado muerto a Trump tantas veces que debe sentirse comoHuckleberry Finn en su funeral”, dijo Eric Fehrnstrom, veterano de la campaña presidencial de Mitt Romney en 2012.
“La realidad es que no va a desaparecer. Desafía las leyes normales de la gravedad política”, dijo Fehrnstrom. “Muchos suben y bajan en las encuestas, pero él estará allí cuando se celebren las primeras elecciones en febrero. El resto de los aspirantes tendrá que acostumbrarse a él y hacer ajustes”.
Sin embargo, esa opinión no es unánime.
Aunque atacar a McCain es “muy, muy popular entre los conservadores”, atacar a Kelly es otra historia, dijo el estratega republicano Ford O’Connell, veterano de la campaña presidencial de McCain en 2008.
“Si no puedes manejar a Megyn Kelly, ¿cómo podrás manejar a Hillary Clinton?”, se preguntó. “No son los comentarios en sí. Es el berrinche que hizo después. Eso es menos presidencial”.
El domingo 9 de agosto, Trump culpó a sus oponentes republicanos de avivar las llamas de la controversia y afirmó que se refería a su “nariz o a sus oídos”, no al periodo menstrual de una mujer.
En las horas previas a la entrevista, Trump también atacó en Twitter a la ex directora operativa de Hewlett Packard, Carly Fiorina, la única mujer entre los 17 aspirantes a la candidatura republicana.
“Me acabo de dar cuenta de que si escuchas a Carly Fiorina por más de diez minutos seguidos, te da una enorme jaqueca. ¡No tiene oportunidad alguna!”, tuiteó Trump.
Trump atacó a otros republicanos que han criticado sus comentarios sobre Kelly.
Mencionó el desliz de Bush en el tema del financiamiento de la salud de las mujeres la semana pasada: dijo que “lo había hecho horrible” y que el comentario “lo acosaría y le pasaría lo mismo que a Romney con su 47%”.
Sobre la decisión del bloguero Erick Erickson de revocar la invitación a Trump a la Reunión RedState, un evento conservador, Trump dijo el domingo: “Este tipo es un perdedor. Ha respaldado a muchos candidatos que han perdido”.
Incluso dijo que ha sacado provecho de sus ataques contra Kelly, mismos que surgieron cuando ella le preguntó, durante el debate del jueves por la noche, por qué usaba palabras como “cerdos” para describir a las mujeres.
“No tengo nada contra Megyn Kelly. Creo que su pregunta fue muy injusta conmigo… toda su pregunta fue injusta conmigo… En las redes sociales, a quien aman es a mí”, dijo Trump.
En 72 horas, Trump ha pasado de ser el puntero en ascenso a la representación de una campaña sumida en el caos.
El equipo de campaña de Trump anunció el sábado que habían despedido al principal asesor político, Roger Stone, quien rápidamente negó que lo hubieran despedido e insistió en que había renunciado. Las especulaciones sobre Stone, que circulaban simultáneamente a la controversia sobre Kelly, acrecentaron la sensación de que la inestabilidad rodea a la campaña de Trump, que recientemente cortó relaciones con dos hombres a los que acusaron de escribir comentarios incendiarios en Facebook.
Las especulaciones sobre Stone, quien dio a CNN lo que dijo que era su carta de renuncia (mientras que el director de la campaña de Trump, Corey Lewandowski insistió en que el equipo de Trump nunca vio la carta), pone de relieve que la campaña parece carecer de asesores políticos experimentados.
La carta de Stone, exasesor de Richard Nixon que ayudó en la preparación para el debate, también pone de relieve inquietudes similares a las que los líderes republicanos han manifestado respecto a que el ascenso del magnate en las encuestas es una herramienta para distraer de los debates políticos clave de la carrera hacia 2016.
“Desafortunadamente, las controversias actuales que involucran a personajes prominentes y las peleas provocadoras en los medios han llegado a tal magnitud que distraen de su plataforma y sobrepasan la intención esencial. En vista del rumbo actual de la candidatura, ya no puedo seguir participando en su campaña”, se lee en la carta de Stone a Trump.