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Nota del editor: Raúl Reyes es abogado y miembro de la junta de colaboradores del diario estadounidense USA Today. Las opiniones expresadas en este artículo representan únicamente el punto de vista del autor.

(CNN) — Tienen que irse. Eso resume las ideas sobre inmigración que Donald Trump presentó el domingo en el programa Meet the Press y en un ensayo político de 1,900 palabras. Luego de basar su circo de campaña por la presidencia en la oposición a la inmigración ilegal, El Donald finalmente se aventuró a dar detalles de un plan de políticas sobre inmigración centrado en el aumento de la seguridad fronteriza y en el cumplimiento de las leyes inmigratorias.

Aunque es buena señal que Trump se haya animado a hacer propuestas políticas, sus ideas son poco prácticas en el mejor de los casos e inhumanas en el peor. Sus ideas quedan muy a la derecha de la ideología predominante en Estados Unidos. En vez de estabilizar nuestra economía, sus planes podrían atrofiar nuestro crecimiento económico.

Piensen en que Trump quiere construir un muro a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México. Para quienes el combate a la inmigración ilegal es una prioridad, podría parecer un plan inteligente y sensato. Pero esta mentalidad ignora la realidad. La seguridad fronteriza es la mejor en años; en un análisis que llevó a cabo este año, el diario The Washington Post descubrió que los cruces ilegales en la frontera con México estaban en el nivel más bajo en dos décadas.

Mientras tanto, la población de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos se ha reducido en aproximadamente un millón de personas a lo largo de los años pasados, según el Pew Research Center. No necesitamos ese muro, lo que necesitamos es la aplicación inteligente de las leyes de inmigración.

Trump dijo que su gobierno obligaría al gobierno mexicano a pagar este muro. Con todo respeto, la idea es risible. Cuando le contaron el plan de Trump de hacer que México pagara la construcción de un muro entre ambos países, un portavoz del presidente de México, Enrique Peña Nieto, dijo a Bloomberg News: “refleja la enorme ignorancia de lo que México representa y la irresponsabilidad del candidato que lo dice”. Tiene razón.

Trump dice que para obligar a México a pagar la construcción de este muro, impondría aranceles a las importaciones. Imagínense lo perturbador que sería que el “presidente Trump” se metiera en una batalla económica con uno de nuestros tres principales socios comerciales cuyas importaciones y exportaciones con Estados Unidos sumaron 294,000 millones de dólares en 2014.

La parte más inquietante del plan inmigratorio de Trump es que ciertamente ha estado a favor de la deportación masiva de indocumentados. “Vamos a mantener unidas a las familias, pero tienen que irse”, dijo en Meet the Press. Piensen en lo que esto significaría: se estima que la población de indocumentados en Estados Unidos es deunos 11 millones de personas, el equivalente a la población del estado de Ohio.

Piensen en la convulsión económica tremenda, en el sufrimiento humano y en la desestabilización de las comunidades que se causarían si nuestro gobierno expulsara a 11 millones de personas. Esa idea es desconcertante por su falta de compasión, particularmente porque se estima que un 62% de los indocumentados ha vivido en Estados Unidos por más de una década y la mayoría son miembros productivos de sus comunidades estadounidenses.

El costo de las deportaciones masivas sería, para usar una de las palabras favoritas de Trump, enorme. El grupo conservador American Action Forum estimó que deportar a todos los inmigrantes indocumentados costaría entre 400,000 y 600,000 millones de dólares y tomaría 20 años. En tal caso, la producto interno bruto real caería en casi 1.6 billones de dólares (unos 25.6 millones de pesos).

Trump dice que “mantendremos unidas a las familias”. ¿Qué pasaría entonces con los niños nacidos en Estados Unidos que viven con padres indocumentados? En 2008, el National Council of La Raza estimó que tres cuartas partes de los niños que viven con al menos un padre indocumentado son ciudadanos estadounidenses por nacimiento. ¿Enviarían a estos niños a un país extraño para ellos cuando probablemente ni siquiera hablan el idioma?

Peor aún: Trump pidió que se cancelara el derecho a la ciudadanía por nacimiento y afirmó que “sigue siendo el mayor imán para la inmigración ilegal”. Esta idea cuenta con poco o ningún fundamento analítico. La vasta mayoría de los inmigrantes indocumentados van a Estados Unidos a trabajar para mantener a su familia. Además, el derecho a la ciudadanía por nacimiento se estableció en la 14a enmienda a la Constitución estadounidense y la Suprema Corte de Estados Unidos lo ha respaldado desde el caso de Wong Kim Ark en 1898.

En el plan de inmigración de Trump hay muchas otras ideas fallidas parecidas. Cualquier estudiante de primer año de Economía le podría decir que su propuesta de “poner en pausa” la emisión de permisos de residencia tendría un efecto negativo en nuestros sectores de la tecnología y los negocios al cerrar el flujo de trabajadores legales capacitados.

Trump quiere que aumente la seguridad fronteriza y que mejore la aplicación de las leyes inmigratorias, aunque Estados Unidos actualmente gasta más en aplicación de las leyes inmigratorias (18,000 millones de dólares) que en otros ámbitos federales en conjunto. La política inmigratoria de Trump parece estar centrada en el mito de que los inmigrantes indocumentados les quitan el trabajo a los estadounidenses. De hecho, los investigadores descubrieron que los inmigrantes indocumentados representan un beneficio neto para nuestra economía por sus contribuciones a la seguridad social, impuestos y su labor en los sectores agrícola y de servicios.

Es cierto que la inmigración ilegal es un tema importante para los electores. Sin embargo, la mayoría de los estadounidenses sigue apoyando una vía a la ciudadanía para los indocumentados, una que comprenda revisiones de antecedentes, multas y un periodo de espera. En una encuesta reciente de Gallup se descubrió que el 65% de los estadounidenses apoya una vía a la ciudadanía para los indocumentados, mientras que el 19% está a favor de que los envíen de vuelta a sus países de origen. Así que a pesar de toda la atención que está recibiendo por el tema de la inmigración, Trump no está en sintonía con la mayoría de los estadounidenses.

El plan inmigratorio de Trump sería un desastre para nuestro país, nuestra economía y nuestros valores. Sus ideas son muy parecidas a su nueva personalidad política: cruel, divisiva y carente de sustento.