Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Encuentro. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Durante muchos años los españoles que leen la prensa del corazón esperan como agua de mayo el posado de Ana Obregón en una playa.
Las fotos de la actriz y bióloga española —porque siempre recalcan que terminó Biología entre las primeras de su promoción— marca para muchos el advenimiento técnico del verano. Y supongo que algo así esté a punto de pasar en Rusia. Vladimir Putin ha mostrado su aventura del verano en Crimea.
El presidente ruso –serio, confiado, satisfecho- ha pilotado un pequeño submarino con el que se ha sumergido en la bahía de Balaklava para observar los restos de un antiguo galeón a 83 metros de profundidad.
La agencia EFE consigna que esta es la tercera ocasión en que Putin muestra su aventura del verano “desde que el Kremlin decidió que era buena idea publicitar sus aventuras y aficiones más varoniles’’, porque al parecer refuerzan su popularidad entre los rusos.
A Putin lo hemos visto a bordo de un tractor, galopando con el torso al aire… Y ahora, como el capitán Nemo. Hay que decir que no siempre le acompaña la prensa.
A juzgar por las imágenes que Moscú distribuye, a Putin no hay profesión que se le resista. Algunas de esas fotos han propiciado un poco de comidilla en las redes sociales porque algunos sospechan que son situaciones demasiado coreografiadas para ser reales.
En Estados Unidos y otras democracias occidentales es común ver a los líderes políticos vigilando los perros calientes en la parrilla mientras las primeras damas devoran una de esas revistas que hay siempre en la antesala de los dentistas. Y muy de vez en cuando uno alcanza a ver a los agentes del servicio secreto, con sus espejuelos negros —que parecen de reglamento— y añorando ser ellos los que vigilen la carne en el asador.
Pero en Rusia, las imágenes del verano de Putin siguen siendo lo más parecido a un soplo de aire fresco, un signo de los nuevos tiempos. ¿O me equivoco? Es que los hay que creen que el despliegue estival de Putin es la reinterpretación de las apariciones del zar Alajendro I, conocido por su impresionante estatura. Dicen que los caballos que montaba tenían que ser tan fuertes como él.
Lo malo de tanta testosterona es que puede llegar a aburrir. Y no se debe molestar a la gente sobre todo en verano que es cuando de verdad uno saca a pasear al alma, si es que existe.