Nota del editor: Carol Costello, quien presenta la edición de 9 a.m. a 11 a.m., hora del este, del programa “Newsroom” de CNN USA de lunes a viernes, está escribiendo una serie de columnas relacionadas con la visita del papa Francisco a Norteamérica este mes. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas.
(CNN) – En el transcurso de mi vida, no veré a una mujer ordenada como sacerdotisa católica.
No estoy de acuerdo con esto, pero escuché al papa Francisco cuando dijo que el asunto de las sacerdotisas está “cerrado”.
Las tradiciones mueren lentamente, pero lo mismo puede ocurrir con las grandes religiones. Y mi postura como mujer católica es que en el futuro no muy lejano, el número de estadounidenses católicos se reducirá muy rápidamente si el papa Francisco no cumple, de alguna forma, lo que pareció ser una promesa.
“No es suficiente tener niñas en el ministerio del altar, mujeres lectoras o una mujer como presidenta de Caritas”, dijo el Papa. “Las mujeres en la iglesia son más importantes que los obispos y los sacerdotes”, al igual que María es más importante que los apóstoles.
Sus palabras me impresionaron. Pero luego hubo una serie de declaraciones desconcertantes dichas por el Papa. En 2013, le dijo lo siguiente a un grupo de monjas: “La mujer consagrada es una madre, debe ser una madre y no una solterona…” En 2014, le dijo lo siguiente al Parlamento europeo: “Europa ahora es una ‘abuela’, ya no es fértil y vibrante …” Y en diciembre del año pasado, el Papa le dijo a un grupo de teólogas que ellas eran las “fresas sobre el pastel”.
Quizás el papa Francisco estaba hablando simplemente como la mayoría de hombres de 77 años. Pero las palabras importan. Y los hechos importan aún más.
Como Kathleen Cumming, directora del Cushwa Center en la Universidad de Notre Dame me dijo: “Hemos sido buenos soldados, pero esta generación de mujeres… no tanto”.
Según un estudio de 2014 de Pew Research, solo el 16% de las mujeres estadounidenses entre 18 y 29 años de edad se identifican como católicas. Ese bajo porcentaje es lo suficientemente inquietante, pero Cummings pone los números en fuerte perspectiva. “Por primera vez en la historia, las jóvenes mujeres católicas están menos comprometidas que los hombres católicos”, me dijo. “Ese es un cambio grande e importante. Si no tienes mujeres, pierdes a los hijos”.
En otras palabras, un número considerable de esas madres jóvenes que el Papa aprecia no se consideran a ellas mismas o a sus hijas como las “fresas sobre el pastel”. Ellas son el pastel. Y, hasta que ese sentimiento desaparezca por completo, esas madres jóvenes no le inculcarán su fe católica a sus hijos, y especialmente NO a sus hijas.
Las mujeres de hoy en día crecen en un mundo, dice Cummigs, “donde todas las puertas están abiertas para ellas y la iglesia católica sigue cerrada”.
Eso no quiere decir que la puerta al sacerdocio debería ser abierta inmediatamente, pero sería útil si el Vaticano aprendiera a hablar efectivamente de —y a trabajar en conjunto con— las mujeres.
He aquí una idea: permitir que los sacerdotes se casen.
Escúchenme: si los sacerdotes se casaran, el número de mujeres que podrían, como mínimo, codearse con la jerarquía de la iglesia aumentaría inmediatamente.
Lo digo porque muy pocas mujeres lo hacen. De acuerdo con la Radio Vaticano, solamente el 18% de la fuerza de trabajo del Vaticano está conformada por mujeres. Ten en mente que esa fuerza laboral incluye los museos del Vaticano, las oficinas de correo y la Santa Sede que gobierna a la iglesia católica romana.
Si los sacerdotes tuvieran esposas, lo más seguro es que esas cifras aumentarían. Como mínimo, la simple presencia de las mujeres obligaría a los líderes de la iglesia a relacionarse con ellas de una manera más natural.
He aquí otra idea: pregonar con fuerza lo que las mujeres católicas han logrado en un mundo que a menudo carece de logros femeninos.
Permítanme agasajarlos.
El Vaticano, ante la solicitud del Papa, creó un comité para combatir el abuso sexual en la iglesia católica. Más o menos la mitad de ese comité de 17 miembros está conformado por mujeres, entre ellas Marie Collins.
Cuando le pregunté a Collins si se había sorprendido por la solicitud del Vaticano para que sirviera, entre risas me dijo “Más o menos”. Luego, añadió lo siguiente con seriedad: “Ellos dijeron que me estaban llamando del Vaticano, en nombre del Santo Padre; me preguntaron si aceptaría. No lo creí al principio; fue difícil estar segura de que era real”.
Collins se sentía escéptica no solo porque es mujer, sino porque fue violada por un capellán de un hospital —un sacerdote— cuando tenía 14 años de edad. Ahora trabaja para convencer al Vaticano de que la transparencia y los cargos penales son las únicas maneras efectivas y morales de lidiar con quienes abusan de niños.
Collins es la primera en admitir que la iglesia católica tiene un largo camino por recorrer antes de “acertar”, pero el hecho de que el Vaticano le permita —a una mujer que fue dañada por la iglesia— que hable en su nombre es algo que el Vaticano debería proclamar con fuerza.
Hay otras mujeres poderosas que también sirven en la iglesia. La hermana Donna Markham es la primera presidenta de Caridades Católicas en su historia de 105 años. Ten en mente que Caridades Católicas es una organización que apoya a más de 70.000 empleados, y sirve a 10 millones de personas en necesidad a lo largo de Estados Unidos. La organización de Markham también está a cargo de hacer presión en el Capitolio.
“Sin duda supe que no fui seleccionada para ser presidenta de Caridades Católicas porque soy mujer. Creo que me pidieron que lo hiciera porque las personas confiaban en mi capacidad”, me dijo Markham. “Ahora me parece emocionante que en esta época podamos ver que se ha dado vuelta a la página y que podemos ver a mujeres llamadas para ejercer un liderazgo en nuestra iglesia de maneras importantes. Eso me parece emocionante. Sin embargo, me encuentro con otras mujeres que hacen eso. No solo Caridades Católicas”.
Quizás el Papa no encomiará los logros de estas sorprendentes mujeres durante su visita a Estados Unidos y nos evite los comentarios de las “fresas sobre el pastel”.
Y esta es una idea, por cortesía de Kathleen Cummings. El Papa podría anunciar una comisión permanente en el Vaticano sobre las mujeres en la iglesia. Algo pequeño, quizás, pero una fuerte señal de que el papa Francisco habla en serio cuando dice que las mujeres son más importantes que los obispos y los sacerdotes.