Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, es vicepresidente de New America y profesor de práctica en la Universidad Estatal de Arizona. Es el autor de “Manhunt: The Ten-Year Search for bin Laden - From 9/11 to Abbottabad”. Esta nota se basa en un artículo del 20 de mayo de 2015.
(CNN)– El New York Times es el periódico más grande del mundo, así que cuando el actual artículo de portada de la revista del Times contiene el título “¿Qué sabemos realmente sobre la muerte de Osama bin Laden?,” los lectores seguramente pondrán atención.
El artículo fue de particular interés porque en realidad sabemos mucho sobre la muerte de bin Laden, no solo a partir de tres libros escritos por personas que participaron en el operativo —uno de los miembros de los Navy SEAL (unidad de fuerzas especiales de la Marina de EE.UU) que participó en la redada y los dos altos funcionarios de la CIA que lideraron la búsqueda por el líder de al Qaeda— sino también por los muchos artículos de noticias escritos por reporteros que trabajan para el New York Times.
Cualquier cosa que podría sumarse a los cientos de miles de palabras que ya están en el registro público ciertamente sería de gran interés para el público estadounidense y, sin duda, para las personas alrededor del mundo.
Mi interés despertó particularmente porque he escrito un libro acerca de la larga búsqueda del líder de al Qaeda y de su muerte a manos de los Navy SEAL, así que estaba ansioso por conocer más sobre el periódico que, después de todo, tiene su sede en la ciudad donde los terribles ataques del 11 de septiembre le ocasionaron la muerte a tantos estadounidenses en una operación que, por supuesto, fue ordenada por bin Laden.
Así que fue una sorpresa desagradable encontrar que el reportero del Times Jonathan Mahler, en su artículo de más de 7.000 palabras, había descubierto poco acerca de la búsqueda por bin Laden y acerca de la redada que lo asesinó, pero también hizo la siguiente afirmación: “No es que la verdad sobre la muerte de bin Laden sea incognoscible; es que no la conocemos”.
Mahler también afirmó que era “imposible saber qué era verdad y qué no lo era” acerca de la historia de la muerte de bin Laden, la cual ahora “flota entre los hechos y la mitología”.
¿De verdad? Eso es solo si aceptas al pie de la letra el trabajo del periodista investigador Seymour Hersh, quien escribió un prolongado artículo para el London Review of Books en mayo en el que se dio a la tarea de cuestionar la historia “oficial” de la muerte de bin Laden.
La historia de Seymour Hersch
Vamos a resumir las principales afirmaciones que hizo Hersh en su artículo, el cual dependió en gran parte de las aseveraciones de un alto funcionario retirado no identificado de la inteligencia de Estados Unidos.
- El operativo llevado a cabo en 2011 por los Navy SEAL en el complejo de Abbottabad donde bin Laden se escondía al norte de Pakistán, no fue un tiroteo intenso que involucró a 23 miembros de la unidad SEAL, sino un ardid al estilo de Hollywood en el que funcionarios pakistaníes simplemente le entregaron a bin Laden a los SEAL para que fuera ejecutado.
- Los únicos disparos que se produjeron la noche de la redada contra bin Laden fueron los que los SEAL dispararon para matarlo.
- El ejército de Pakistán había mantenido a bin Laden prisionero durante muchos años y un informante “desertor” en la embajada de Estados Unidos en Islambad le dio un aviso a la CIA de que bin Laden vivía en el complejo de Abbottabad.
- Esto fue falso, a pesar de las declaraciones de varios funcionarios estadounidenses después de la redada, en relación a que la CIA había rastreado a uno de los mensajeros de bin Laden al complejo de Abbottabad y desarrollaron argumentos circunstanciales en relación a que bin Laden aún vivía ahí.
- Un médico del ejército pakistaní obtuvo una muestra de ADN de bin Laden que demostró que estaba en Abbottabad, una prueba que fue proporcionada a Estados Unidos para que toda la supuesta incertidumbre —mencionada por funcionarios de la administración de Obama después de la redada— acerca de si bin Laden en realidad vivía en el complejo fuera mentira.
- La “mentira más descarada”, según Hersh, fue que “dos de los líderes militares de más alto rango de Pakistán —el general Ashfaq Parvez Kayani, jefe de personal del ejército, y el general Ahmed Shuja Pasha, director general del Servicio de Inteligencia de Pakistán (ISI, por sus siglas en inglés)— nunca fueron informados” de antemano sobre el operativo que Estados Unidos llevó a cabo en el complejo de bin Laden.
En resumen, según el relato de Hersh, el presidente Barack Obama y muchos de sus principales asesores mintieron sobre casi todo lo referente a lo que se considera como uno de los logros más destacados del presidente: autorizar la redada en la que bin Laden fue asesinado.
Si la versión de Hersh fuera cierta, sería una traición escandalosa de la confianza del público por parte de Obama y de sus más altos asesores al nivel de Watergate.
En el transcurso de la cobertura para mi libro sobre la caza de bin Laden hablé oficialmente, entre muchos otros, con el entonces director de la CIA, Leon Panetta; con John Brennan, quien ahora es director de la CIA y en ese entonces era el asesor principal de contraterrorismo del presidente Obama; con el entonces presidente del Estado Mayor Conjunto, el almirante Mike Mullen; con el entonces vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, el general James Cartwright; con la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton; con Michael Vickers, quien entonces era el supervisor civil de operaciones especiales del Pentágono; con Tony Blinken, quien es ahora es el secretario suplente de estado, y Denis McDonough, quien ahora es el jefe de gabinete de Obama.
También hablé extraoficialmente con algunas docenas de funcionarios de muchas agencias distintas en el gobierno de Estados Unidos y con varios funcionarios en el gobierno y el ejército pakistaní. La historia que todos esos funcionarios contaron era sorprendentemente sistemática: que los pakistaníes no sabían dónde se escondía bin Laden, que el argumento de que bin Laden se ocultaba en Abbottabad fue creado por medio de evidencia circunstancial, y que los SEAL entraron a una situación peligrosa en el complejo y se abrieron camino en medio de dos guardaespaldas para llegar a bin Laden, matando a un total de cinco personas, entre ellas una mujer que no estaba armada.
El caso es que ya sea estas muchas docenas de funcionarios estaban mintiendo en gran detalle y han mantenido esta pretensión colectivamente durante los últimos cuatro años, o estaban diciendo la verdad.
Denle un Oscar a Hillary
Uno de esos supuestos mentirosos también sería una mujer que bien podría ser la próxima presidenta de Estados Unidos, Hillary Clinton. Por cierto, denle un Oscar a la actuación por su papel cuando fue tomada esa icónica fotografía en la Casa Blanca mientras se llevaba a cabo el operativo contra bin Laden, la foto en la que Clinton tiene la mano sobre su boca en señal de incredulidad y ansiedad, porque el resultado del operativo era así de incierto.
Mientras la historia sobre la búsqueda de bin Laden ha sido cubierta exhaustivamente, y las fuentes y testigos clave están de acuerdo sobre los principales puntos de la narrativa, por supuesto, aún es posible que pudiéramos conocer nuevos detalles sobre la historia que se sumarían a la narrativa.
Aun así, como lo escribí en mayo cuando el artículo de Hersh surgió por primera vez, su versión del operativo contra bin Laden es un fárrago de tonterías que va en contra de una multitud de recuentos de testigos oculares, datos inconvenientes y simplemente contra el sentido común.
Empecemos con la afirmación de que los únicos disparos que se produjeron en el complejo de Abbottabad fueron los que mataron a bin Laden. Eso ignora el hecho de que los dos SEAL que fueron parte de la misión, Matt Bissonnette, autor de “No Easy Day” y Robert O’Neill, han dicho públicamente que varias personas más murieron esa noche, entre ellas dos guardaespaldas de bin Laden, uno de sus hijos y la esposa de uno de los guardaespaldas.
Su versión se complementa con muchos otros funcionarios estadounidenses que han hablado oficialmente conmigo o con otros periodistas, entre ellos Mark Bowden, quien también escribió un libro sobre el operativo contra bin Laden y cuyo libro “Black Hawk Down” es la versión definitiva del fiasco que se desarrolló en Somalia en 1993 cuando una misión de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos por capturar a un caudillo somalí terminó con la muerte de 18 miembros de las fuerzas armadas de Estados Unidos.
Yo fui la única persona ajena en visitar el complejo de Abbottabad donde bin Laden vivía antes de que el ejército pakistaní lo demoliera.
El complejo fue destrozado, quedó lleno casi por todas partes de vidrio roto, y varias áreas quedaron rociadas con agujeros de balas donde los SEAL le dispararon a miembros del séquito y la familia de bin Laden, o en un caso, intercambiaron fuego con uno de sus guardaespaldas. La evidencia en el complejo demostró que muchas balas fueron disparadas la noche de la muerte de bin Laden.
Relaciones entre EE.UU. y Pakistán
El sentido común también te diría que si los pakistaníes tenían cautivo a bin Laden y el gobierno de EE.UU. hubiera tenido conocimiento de esto, el camino más sencillo para ambos países no habría sido lanzar un operativo militar estadounidense en Pakistán, sino que le entregaran a bin Laden de forma discreta a los estadounidenses.
De hecho, los pakistaníes han hecho esto en varias ocasiones con otros líderes de al Qaeda, como Jálid Sheij Mohammed , el comandante de operaciones de los ataques del 11 de septiembre, quien fue puesto bajo custodia de Estados Unidos tras una redada en la ciudad pakistaní de Rawalpindi en 2003. Lo mismo ocurrió con Abu Faraj al-Libi, otro líder clave de al Qaeda a quien igualmente los pakistaníes pusieron bajo custodia estadounidense dos años después.
El sentido común también te diría que si los funcionarios estadounidenses se hubieran enterado de que los funcionarios pakistaníes ocultaban a bin Laden ahí, no hay razón por la que los estadounidenses hubieran tenido que encubrirlo.
Después de todo, en la época de la redada contra bin Laden, las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán se encontraban en un punto bajo histórico, debido a que los pakistaníes recientemente habían encarcelado a Raymond Davis, un contratista de la CIA que había asesinado a dos pakistaníes. ¿Qué tenían los funcionarios estadounidenses que perder al decir que bin Laden estaba siendo protegido por los pakistaníes, si fuera cierto?
El hecho es que los altos funcionarios pakistaníes que Hersh afirma que protegían a bin Laden estaban tan sorprendidos como el resto del mundo por el hecho de que el líder de al Qaeda viviera en Abbottabad.
La noche de la redada contra bin Laden, los funcionarios estadounidenses estaban monitoreando las comunicaciones de altos funcionarios militares de Pakistán como Kayani y Pasha, y sus reacciones de desconcierto confirmaron que los pakistaníes no habían tenido ni idea de la presencia de bin Laden ahí, según varios funcionarios estadounidenses.
En su artículo, Hersh señala correctamente que inmediatamente después de la redada contra bin Laden, funcionarios de la Casa Blanca hicieron inicialmente algunas declaraciones falsas acerca del operativo —por ejemplo, que bin Laden utilizó a sus esposas como escudos humanos durante la redada— pero rápidamente fueron corregidas.
Poco apoyo para Hersh
La única fuente que Hersh menciona por nombre en su artículo de 10.000 palabras es Asad Durrani, quien era el jefe de ISI, la agencia de inteligencia militar de Pakistán, durante la década de 1990, alrededor de dos décadas antes de que se llevara a cabo el operativo contra bin Laden. Hersh describe a Durrani como una persona que en general respalda sus conclusiones.
Cuando le envié un correo electrónico a Durrani luego de que el artículo de Hersh fuera publicado, Durrani dijo que “no había evidencia de ningún tipo” en relación a que ISI sabía que bin Laden se estaba ocultando en Abbottabad, pero que él aun así podía “hacer una evaluación en relación a que esto podría ser verosímil”. Esto de ninguna forma es un buen respaldo para una de las principales afirmaciones del artículo de Hersh por parte de su única fuente identificada.
Durrani añadió que él creía que “el operativo contra bin Laden no podría haberse llevado a cabo sin nuestra cooperación”.
Esto pasa por alto el hecho de que los miembros de la unidad SEAL volaban en helicópteros furtivos a través de puntos ciegos en los radares de defensa de Pakistán, y que la fuerza aérea pakistaní prácticamente no tenía la capacidad de volar de noche cuando ocurrió la redada. Por lo tanto, el operativo contra bin Laden se llevó a cabo con relativa facilidad sin la cooperación pakistaní, según varios funcionarios de EE.UU. con conocimiento sobre el operativo contra bin Laden.
Una de las únicas periodistas que ha “defendido” algún elemento de la historia de Hersh es Carlotta Gall, una reportera para el Times cuyo libro de 2014, The Wrong Enemy: America in Afghanistan 2001-2004, fue seleccionado para publicar algunos pasajes en la revista Times.
Gall escribió que a ella le había dicho una fuente pakistaní que “ISI en realidad operaba un escritorio especial asignado para manejar a bin Laden. Era operado de manera independiente, dirigido por un oficial que tomaba sus propias decisiones y no le reportaba a un superior. Él solo manejaba a una persona: bin Laden… los altos jefes militares sabían al respecto”.
Esta sería una noticia importante, si fuera verdad, pero de manera extraña, los agresivos reporteros del Times que cubren Pakistán y también a la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, entre ellos ganadores del premio Pulitzer como Mark Mazzetti y Eric Schmitt, no han confirmado un ápice de los informes de Gall, ni de los de Hersh.
¿Los reporteros del Times son ‘presa fácil’?
¿Acaso son los reporteros del Times como Mazzetti y Schmitt presas fáciles para los gobiernos y las fuerzas militares de Estados Unidos y Pakistán? Para nada. Mazzetti fue coautor de una enorme investigación del Times anteriormente este año que criticaba bastante al equipo 6 de la unidad de los Navy SEAL de EE.UU., el cual llevó a cabo el operativo contra bin Laden, mientras él y Schmitt compartieron el premio Pulitzer en 2009 por su agresiva cobertura de Pakistán para el Times.
El único meollo nuevo e interesante de informes que Mahler presentó en su artículo de portada para la revista fue encontrar a Aamir Latif, un periodista pakistaní de 41 años de edad que fue a Abbottabad, el día después de que bin Laden fue asesinado, desde donde informó por un par de días. Latif dijo que él había hablado con media docena de vecinos que vivían cerca del complejo de bin Laden, y que ellos le habían dicho que unas horas antes del operativo, el personal de seguridad pakistaní les habían dicho que apagaran las luces y permanecieran dentro.
Sin duda resulta muy interesante si es cierto, pero Latif es el único periodista que ha informado sobre esta historia, mientras las muchas docenas de reporteros y reporteras pakistaníes de todas partes del mundo que estuvieron en Abbottabad después del operativo no lo averiguaron.
Se ha establecido que la unidad de los SEAL se llevaron a un traductor con ellos a Abbottabad, y durante el operativo, él habló con vecinos curiosos en el idioma local y les dijo que entraran a sus casas porque se iba a llevar a cabo una operación de seguridad.
Yo pasé varios días en Abbottabad y entrevisté a Ihsan Khan, el periodista local que fue el primero en dar a conocer la historia sobre el misterioso accidente de helicóptero en Abbottabad, el cual era uno de los helicópteros furtivos que transportaban a los SEAL que ingresarían al complejo de bin Laden. Khan fue uno de los primeros en la escena que habló con varios testigos oculares. Khan no mencionó que ninguno de ellos le hubiera dicho que el personal de seguridad paquistaní había ido de puerta en puerta antes del operativo advirtiéndoles a los vecinos que permanecieran dentro.
Uno de los periódicos más importantes ahora se encuentra en la curiosa e incómoda posición en la que su propia revista está intensificando las teorías de conspiración sobre el operativo contra bin Laden. Es una posición muy extraña para el Times.