(CNN) – “No me entierren”. Fareed Shawky, de 6 años de edad, llora mientras los doctores tratan sus muchas heridas de metralla.
Él es solo un niño. Pero los más de seis meses de guerra en su país, Yemen, le han enseñado las amargas realidades del conflicto. Las personas mueren, y luego son enterradas.
“No me entierren”, dice de nuevo Fareed entre lágrimas.
Uno de los médicos del equipo se rie mientras le da una palmada en la pequeña pierna del niño para consolarlo.
La interacción fue filmada este mes por Ahmed Basha, un fotógrafo local que narró la historia a CNN.
“Pensé que solo estaba herido”, dice Basha desde su casa en Taiz, la tercera ciudad más grande de Yemen. “Ni siquiera estaba seguro de haber estado grabando cuando dijo esto. Estaba más preocupado por mi fotografía”.
Días después, Fareed murió a causa de las heridas en su cabeza. El chico fue enterrado apresuradamente en un panteón familiar.
Cuando Basha se enteró de la muerte del niño, empezó a examinar el material que había grabado. Publicó el video del niño suplicando poder vivir y comenzó a contarle al mundo su historia.
Esta rápidamente fue captada por las redes sociales en una época en la que poco de lo que sucede en la guerra de Yemen parece llamar mucho la atención.
Es la guerra que el mundo olvidó, dicen los activistas, y el pequeño Fareed nos lo recuerda.
Una ‘catástrofe humana’
Dos facciones rivales compiten por el poder en Yemen: el movimiento rebelde chiíta de los hutíes y los partidarios del presidente Abdu Rabu Mansour Haidi, quien fue derrocado.
Pero el conflicto no es binario. Un movimiento separatista en el sur, una fuerte presencia de Al Qaeda a lo largo de la costa y el reciente ascenso de ISIS contribuyen a una situación cada vez más imprevisible.
La batalla por el control provocó la formación de una coalición árabe, liderada por Arabia Saudita, para intervenir en nombre del gobierno de Hadi reconocido internacionalmente.
Los sauditas y sus aliados predominantemente sunitas consideran que los hutíes, quienes provienen del norte de Yemen, son representantes del gobierno chiíta de Irán y temen que surja otro estado dominado por los chiítas en la región. Los hutíes niegan que Irán les proporciona apoyo material directo alguno.
Los ataques aéreos, las batallas y otras formas de derramamiento de sangre han tenido un impacto. La Organización de las Naciones Unidas ha intentado repetidamente, pero en vano, resolver lo que califica como una “catástrofe humanitaria” que le había causado la muerte o herido a más de 27.000 personas hasta mediados del verano, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), y ha dejado al 80% de la población en necesidad de asistencia humanitaria.
Cuatro de cada cinco yemenitas carecen de los elementos más básicos, entre ellos comida, agua, atención médica adecuada y refugio, según la OCHA.
La historia de Fareed se difunde
A pesar de todo este sufrimiento, eso no significa que los yemenitas se hayan rendido.
La historia de Fareed ahora es un emblema de las luchas de Yemen… y de su resistencia. Los activistas están usando la etiqueta #dontburyme (no me entierren) para pedir que termine el derramamiento de sangre. Este niño está siendo llamado el “Aylan Kurdi de Yemen”, en referencia al niño pequeño sirio cuyo cuerpo apareció en una costa turca en septiembre.
“Fareed vio el entierro de un niño vecino que fue asesinado por un proyectil hutí y quedó traumado. Por lo tanto suplicó #DontBuryMe (no me entierren)… #Yemen”, publicó en Twitter Hishal al-Omeisy, un prominente activista yemenita.
La etiqueta originalmente se inició en árabe, pero a medida que la historia se difundía, más usuarios empezaron a usar la versión en inglés.
“Un niño en #taiz le dijo lo siguiente a su padre después de resultar herido: no me entierren. Tristemente, el padre no pudo cumplir con la petición de su hijo #DontBuryme”, dijo Kawkab Ahmed, un observador turco, en el sitio de microblogging.
No hay lugar seguro
Cuando Arabia Saudita anunció que iba a dirigir una coalición para sacar a los hutíes por la fuerza de su vecino al sur, lanzó una campaña aérea que sin duda iba a devastar a uno de los países más pobres y menos desarrollados de Oriente Medio.
El movimiento hutí se inició en 1994 con el objetivo político explícito de lograr una mayor autonomía y defender las tradiciones religiosas de sus seguidores como miembros de la rama zaidi del Islam chiíta. El grupo ha estado en guerra con el gobierno central durante más de una década, pero su entrada a Saná en septiembre llevó las cosas a un punto decisivo.
Hadi y el primer ministro Khaled Bahah renunciaron en enero bajo la presión hutí, unos meses después de que los rebeldes se abrieran camino a la capital, Saná, y exigieron una mayor influencia política. El reino dice que Hadi, exiliado, pidió la intervención militar en una carta que fue publicada por el ministerio del Exterior del país en marzo.
Cuando han pasado más de seis meses desde el inicio de la ofensiva dirigida por el Golfo, Arabia Saudita aún no ha alcanzado su objetivo político establecido. En cambio, la guerra ha destrozado a una población que ya se encontraba asediada.
Informe de la ONU: El lugar más peligrosamente violento para los civiles
Los niños y la educación están entre las primeras víctimas de un conflicto donde cada una de las partes combatientes ha demostrado un desprecio flagrante por la vida civil, según un informe de Amnistía Internacional publicado este verano.
No hay lugar seguro. Ni siquiera para los niños.
De los yemenitas que han sido asesinados o han resultado heridos por armas explosivas en pueblos o ciudades, el 95% eran civiles, según un informe reciente de la ONU. Quinientos de los muertos eran niños, según UNICEF.
“Nuestros hallazgos demuestran que Yemen es el peor país del mundo este año por los civiles afectados por la violencia explosiva, algo más devastador incluso que la crisis en Siria e Iraq”, dijo este mes Robert Perkins, autor del informe.
“Una población que ya es vulnerable ahora se enfrenta a un país que ha sido reducido a escombros a causa de las bombas y cohetes que caen. Sus hogares han sido destruidos, sus familias se han desintegrado… pasarán muchos años para poder recuperarse de los últimos meses que han sido terribles en Yemen”.
La familia de Fareed culpa a los rebeldes hutíes por su muerte. El niño estaba jugando afuera de su casa cuando fue objeto de un ataque con un misil. Otros cuatro niños también resultaron heridos”.
“La familia estaba agradecida por el hecho de que la historia de Fareed alcance al mundo”, le dice Basha a CNN. “Ellos esperan que esto cambie la vida de los yemenitas que han estado sufriendo por tanto tiempo”.