(CNN) – Para los forasteros, el espectáculo de un grupo de osos danzantes, engalanados de borlas de color rojo sangre, zapateando a través de las calles nevadas de una pequeña ciudad rumana puede ser extraño, casi un espectáculo siniestro.
Pero para aquellos que viven en la región de Moldavia en el este de Rumania, la llegada de los osos –en realidad personas de la localidad que visten verdaderas pieles de oso– es un momento de celebración.
El evento se celebra cada año entre Navidad y Año Nuevo.
Es una tradición que, hasta hace poco, pocas personas más allá de las comunidades rurales muy unidas de Trotus Valley, habían presenciado.
Pero una serie de imágenes de Diana Zeyneb Alhindawi, fotógrafa con residencia en Nueva York, han capturado la misteriosa ceremonia y la han llevando a una audiencia más amplia.
Alhindawi, una antigua trabajadora de ayuda humanitaria que ahora anda en búsqueda de proyectos fotográficos, principalmente a través de África, es mitad rumana y vivió allí hasta los 8 años, cuando su familia abandonó el país como refugiados, dirigiéndose primero a Canadá y después a Nueva York.
“La danza del oso siempre fue uno de mis recuerdos favoritos”, le dice a CNN. “Este es un evento de júbilo, aunque los bailarines no se ven de esa manera en las imágenes… ellos intentan verse feroces”.
Domador de osos
Las hermosas imágenes de Alhindawi muestran hombres y mujeres con disfraces completos de osos, desfilando a través de las calles y alrededor de su viejo pueblo natal, Moinesti.
Estos van acompañados por tamborileros y un “domador de osos” que canta.
Las cándidas tomas también muestran a los osos bailarines disfrutando del tiempo de descanso… fumando cigarrillos, compartiendo bebidas, relajándose e inclusive besándose.
La danza del oso tenía la intención de ahuyentar a los malos espíritus.
Sus orígenes provienen de cuando los gitanos locales, también conocidos como los Roma, descendían a las ciudades desde los bosques en los que vivían y traían con ellos osos auténticos.
Es un acontecimiento feliz, aunque los bailarines no se vean así en las fotos… ellos intentan parecer feroces.
Los habitantes le pagaba a los gitanos a cambio de que dejaran que los cachorros de oso caminaran de arriba hacia abajo sobre sus espaldas… lo que ellos veían como una cura para el dolor de espalda.
A los osos más viejos se les preparaba para que “bailaran” al colocarlos sobre placas metálicas que los hacían saltar de arriba hacia abajo.
Alhindawi dice que esto ocurrió apenas en la década de 1930.
Su abuela, que ahora está en la década de sus 80 años, recuerda que, cuando tenía cinco o seis años, veía a los Roma guiando a los osos atados bajando desde el bosque.
“La tradición no está muy definida, porque los Roma no escribieron su historia”, dice Alhindawi. “He investigado pero nadie sabe cómo la historia cambió de que los osos pasaran de ser osos vivos que caminaban sobre las espaldas de las personas a que terminaran siendo personas disfrazadas como osos”.
Los disfraces de la danza son pieles reales de osos.
Malos tiempos económicos
Aunque la danza del oso alguna una vez fue una actividad exclusiva de los Roma, Alhindawi dice que ya no está al alcance de ellos debido a que una prohibición de caza de osos ha incrementado el precio de las pieles hasta los 2.000 euros (2.200 dólares).
Ella dice que la mayoría de los Roma ha vendido las suyas y no pueden pagar por unas nuevas.
Los difíciles tiempos económicos después del colapso del comunismo llevaron al final de los días en que montones de grupos de osos eran bienvenidas en cada casa con comida, bebidas y dinero.
Ahora, menos grupos hacen paradas preestablecidas en los hogares de las figuras de la comunidad o en restaurantes, donde pueden recoger propinas hasta de 100 dólares.
Recientemente, algunos han podido obtener más dinero al viajar a ciudades más grandes como Bucarest para actuar para gente adinerada.
A pesar de que la tradición todavía es apreciada por los lugareños, Alhindawi dice que está en peligro de extinción a medida que las culturas locales se diluyen a causa de las influencias occidentales y que muchas personas se van de casa.
Bienvenido el contraste
“Rumania tiene un problema con la emigración porque no hay empleos para las personas en edad de trabajar”, dice Alhindawi. “Todos ellos están lejos en Italia, en España o en otros lugares”.
“En las zonas rurales, la mayor parte de personas son ancianas y niños muy pequeños, todos los demás se han ido”.
Ella dice que espera que sus fotos ayuden a despertar el interés internacional en la tradición y que quizás atraigan a visitantes a una zona que pocos turistas visitan a pesar de sus espectaculares vistas.
Para Alhindawi –quien continúa familiarizándose con su trabajo como fotógrafa en regiones problemáticas, a pesar de que hasta ahora ha recibido considerable elogios– fotografiar a los grupos de osos le ofreció un grato contraste.
“Como una nueva fotógrafa, me gustaría ser capaz de concentrarme más en tomar una buena foto, pero en el este de África tengo que cuidarme mucho”, añade.
“Fue tan grandioso ir a Rumania y enfocarme un 100% en las fotos en lugar de preocuparme por el tipo con el arma grande que me podría sorprender”.