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NUEVA YORK (CNN) – Como adolescente judío-estadounidense que se mudó a South Bend, Indiana, en la década de 1960, Jonathan Pollard inmediatamente trató de encajar.

La familia se mudó para que su padre Morris Pollard pudiera obtener un trabajo como virólogo en Notre Dame. Sin embargo, la transición a una comunidad predominantemente cristiana no fue fácil para el joven Pollard.

Él no lo sabía en ese entonces, pero su necesidad de conectarse y un mayor compromiso con Israel, combinado con acceso a información altamente secreta, lo convertiría en uno de los más notables espías en ser condenado por pasar información a Israel.

El viernes por la madrugada, fue liberado en Carolina del Norte después de 30 años en una prisión, confirmó a CNN un funcionario judicial. Pollard tendrá que usar un monitor en el tobillo, mientras completa cinco años de libertad condicional en Estados Unidos, durante los cuales no podrá abandonar el país. Ahora tiene 61 años de edad. La mitad de su vida la pasó en prisión.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, confirmó su liberación por medio de su cuenta de Twitter.

“El pueblo de Israel agradece la liberación de Jonathan Pollard”, dijo Netanyahu. “Que este sabbat llene a Jonathan Pollard con mucha alegría y paz que continuarán en los próximos años y décadas”.

Los colegas comenzaron a sospechar de Pollard

Pollard describió su vida en Indiana como una “angustiosa lucha entre valores”, en un reporte de la CIA que pretendía evaluar el daño de sus actividades de espionaje que finalmente fue publicado en el 2012, 25 años después de reunir la información.

“De repente me encontré enfrentando a una comunidad en la que el racismo y la intolerancia eran prácticas sociales aceptables”, les dijo Pollard a los investigadores. “Nunca fui capaz de establecer amistades en mis barrios y me vi obligado a pasar la mayor parte de mi tiempo en la escuela judía Hebrew Day School, donde me sentí al menos físicamente seguro y emocionalmente protegido”.

Salió de South Bend para ir a la Universidad de Stanford, y con el tiempo se convirtió en un especialista en investigación de inteligencia del Comando Naval y del Centro para el Control y Vigilancia del Océano en 1979.

Ahí es donde trabajó cuando fue arrestado en 1985.

Al momento de su detención, Pollard tenía autorización para acceder a información altamente secreta como especialista en inteligencia, y trabajó como analista que estudiaba las actividades terroristas y la inestabilidad… principalmente en América del Norte y el Caribe.

Su compromiso con Israel había crecido desde que asistió al campamento de ciencia siendo un adolescente. Después de años de trabajo en la comunidad de inteligencia de la Armada, sintió que sus colegas tenían actitudes anti-israelíes. Eso, les dijo a los investigadores, fue lo que lo influenció para que espiara para Israel.

Pollard interactuó con funcionarios de inteligencia israelíes de alto rango y les dio documentos clasificados —equivalente a varias maletas— a Israel de adversarios árabes y del apoyo militar que recibían de la Unión Soviética en el transcurso de un año y medio. El informe de la CIA dijo que el caso de Pollard “tiene pocos paralelos entre los casos de espionaje estadounidenses conocidos” y que había “puesto en riesgo importante inteligencia de Estados Unidos y los intereses de política exterior.”

La unidad de inteligencia de la Armada comenzó a sospechar de sus acciones en el otoño de 1985, porque él estaba manejando grandes cantidades de información clasificada que no tenían nada que ver con las regiones que tenía asignadas. Él fue confrontado después luego de que lo vieran llevando materiales clasificados afuera del edificio.

Tres días después, él y su esposa, Anne Hennderson Pollard, fueron arrestados en las afueras de la embajada israelí en Washington, D.C, después de que la embajada se negara a aceptar su solicitud de asilo, según la CIA.

Pollard se declaró culpable de un cargo de conspiración por cometer espionaje. Su esposa se declaró culpable de conspiración por recibir propiedad del gobierno malversada y ser cómplice de posesión de documentos de seguridad nacional.

‘Se ha hecho un daño irrevocable’

Pollard y el gobierno de Estados Unidos llegaron a un acuerdo con la fiscalía que si él y su entonces esposa cooperaban, le perdonarían la condena a cadena perpetua y ella recibiría una sentencia de menos de 10 años.

Sin embargo, el juez Aubrey Robinson rechazó el acuerdo con la fiscalía, dándole a Pollard la pena máxima, la cual en algunos casos federales es una condena mínima obligatoria de 30 años.

Robinson citó el daño a la seguridad nacional causado por las filtraciones de Pollard, como el entonces secretario de Defensa, Caspar Weinberger, lo reafirmó en un memorando confidencial al tribunal, según el libro “Territory of Lies” de Wolf Blitzer, presentador de CNN, el cual describía el caso.

En el memorando, partes del cual fueron posteriormente desclasificados y publicados en el libro de Blitzer, Weinberger dijo que trató de “disipar cualquier presunción de que la divulgación a un aliado es algo insignificante; por el contrario, un daño sustancial e irrevocable se ha cometido contra esta nación”.

El memorando señaló que muchos documentos que Pollard le dio a Israel eran originales que incluían detalles sobre la compra de componentes y las identificaciones de los agentes estadounidenses en el extranjero, lo cual pudo ponerlos en riesgo.

“Divulgaciones no autorizadas de potencias amistosas pueden causar el mismo grado de daño a la seguridad nacional que las potencias hostiles, ya que —una vez la información sale de nuestros sistemas de control seguros— no hay ningún requisito exigible ni ningún incentivo para proveer los controles eficaces para su custodia”, dijo Weinberger en el memorando, según el libro de Blitzer.

“Por otra parte, existe mayor probabilidad de que la información sea utilizada para fines no previstos”, continuó el memorando. “Por último, dichas revelaciones tenderán a exponer un panorama más amplio de las capacidades y conocimiento de Estados Unidos, o falta de los mismos, de lo que Estados Unidos querría revelar a otra potencia, ni siquiera a una amistosa”.

Los familiares hablaron públicamente, refiriéndose a la sentencia de Pollard como algo injusto. Su padre, Morris, le dijo a CNN en una entrevista en 1999, que a los abogados de su hijo les negaron el acceso a las pruebas en contra de Pollard porque la información era clasificada.

“Por supuesto, él es culpable y debe ser castigado”, dijo su padre. “Pero no una sentencia a cadena perpetua. Debido a que no fue acusado de algo que esté sujeto a ese tipo de sentencia”.

Pollard dijo que lamentaba sus acciones en una entrevista con TV 2 de Israel en 1998. Él hubiera preferido mudarse a Israel para ofrecer su ayuda, en lugar de recurrir al espionaje.

“La decisión que tomé estuvo basada en el miedo y la preocupación… esas fueron las emociones que sacaron lo mejor de mí”, dijo. “Debería haberme ido a casa en lugar de haber tomado esa decisión”.

Como judío ortodoxo, Pollard ha dicho que le proporcionó los secretos a Israel porque quería ayudar al Estado judío y sentía que estaba mal que Estados Unidos conservara información valiosa de un aliado. Sin embargo, se supo que él ganaba entre 1.500 a 2.500 dólares al mes por su espionaje.

Dejando atrás un pasado enredado

Pollard esperaba que cuando fuera liberado podría salir de Estados Unidos y reunirse con su esposa en Israel, pero el presidente Barack Obama dijo que no iba a intervenir con la decisión de imponerle libertad condicional para permitirle salir del país.

Así que Pollard ha optado por cumplir con su sentencia de libertad condicional en la ciudad de Nueva York.

Luego de enterarse de su liberación en julio, Pollard dijo por medio de sus abogados que “espera reencontrarse con su amada esposa, Esther”.

Ella habló con los periodistas en Jerusalén sobre su entusiasmo al enterarse de su liberación.

“Jonathan ha cumplido su sentencia hasta el último día, hasta el último minuto”, les dijo a los periodistas. “Me siento aliviada y estoy feliz de que nuestro calvario finalmente haya llegado a su fin. Casi no puedo esperar. Estoy contando los días, las horas, los minutos, los segundos hasta que lo pueda tener en mis brazos y podamos dejar atrás el pasado y empezar a sanar y reconstruir nuestras vidas”.

Su exesposa, Anne, ahora vive en Israel, y publicó en Facebook que ha orado por su liberación.

“Mi vida se detuvo ese día de noviembre, cuando Jay y yo fuimos expulsados ​​de la Embajada de Israel en Washington, D.C., para caer en los brazos de los agentes del FBI que los esperaban”, escribió ella en una publicación. “Nunca he olvidado el dolor innecesario y el sufrimiento que experimenté durante años mientras estaba encarcelado en las prisiones de Estados Unidos”.

Algunos altos funcionarios estadounidenses previamente argumentaron en contra de liberar a Pollard de su sentencia a cadena perpetua, incluyendo al vicepresidente del presidente George W. Bush, Dick Cheney, y al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.