Nota del editor: Harrison Mumia es presidente de ‘Atheists In Kenya’. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las suyas.
(CNN)– El papa Francisco visitó África por primera vez. Su visita ha provocado mucho entusiasmo lo que ha conducido a un aluvión de actividades de parte del estado, los medios de comunicación y la Iglesia.
Se recordará que la Iglesia católica está bien establecida en la mayoría de países africanos, en especial en África Oriental y, particularmente, en Kenya. Más del 20% de los kenyatas profesan la fe católica.
Como parte de las preparaciones para darle la bienvenida al papa Francisco a Kenya, el gobierno declaró el 26 de noviembre como feriado oficial. Esto me resultó impresionante, y ciertamente también fue así para parte de la comunidad atea y secular kenyata. Por lo tanto, me trasladé a los tribunales para impugnar esta declaración conforme a los artículos 8, 9 y 32 de la constitución del país.
Mi decisión de trasladarme a los tribunales fue recibida con muchas reacciones violentas de parte de la enorme comunidad religiosa en el país. Para demostrar esto, en un artículo que apareció en el periódico Kenyan Star el 26 de noviembre de 2015, el editor describió mi medida en el tribunal como una falta de respeto hacia el papa.
Para comenzar, debo decir que admiro al papa Francisco. Él es un papa liberal y moderno, cuyo comportamiento contrasta bruscamente con el de los papas anteriores. Sus puntos de vista sobre el cambio climático, su enfoque al parecer adaptable hacia los gais y lesbianas, y su reconocimiento por la teoría de la evolución, son algunas de las cosas por las que se ha ganado mi simpatía.
Mi decisión de trasladarme al tribunal no tiene nada que ver con la visita del papa. No tiene nada que ver con la Iglesia católica y su libertad de culto. Tiene todo que ver con la promoción del secularismo en Kenya.
¿Inconstitucional?
El artículo 8 de la constitución de Kenya garantiza la separación de la Iglesia y el Estado. Afirma que no existe una religión oficial. El hecho de que los cristianos constituyan una mayoría de kenyatas, no les da el derecho de imponer sus creencias y prácticas sobre el resto de la nación.
E incluso si el jefe de Estado es católico, la gestión de los asuntos del gobierno no debe ser acerca de sus inclinaciones religiosas personales. Esa es la belleza de la nueva constitución de Keni¡ya.
La declaración de un feriado público de parte del gobierno con base en la visita del papa Francisco violó terriblemente el principio de separación de la Iglesia y del Estado bajo el artículo número 8.
Mi convicción es que debemos prohibir la expresión de las creencias religiosas en todas las instituciones públicas. Ninguna ley que promueva actividades religiosas debe ser aprobada por el parlamento o el gobierno. Esto significa que no debemos declarar días festivos en honor a una religión, secta o fe específica.
‘El deber de cada kenyata’
Respeto mucho al papa Francisco, sin embargo, creo que es deber de todos los kenyatas proteger y defender la constitución. Debemos honrar las disposiciones de la Constitución para mantener la religión fuera de la arena pública.
Quiero dirigirme específicamente a los católicos en Kenya, ya que es seguro que han malinterpretado mis acciones.
Los católicos son libres de ir a misa cualquier día que la Iglesia católica lo recomiende. El Estado no debe tener nada que ver con ello. Con respecto a la visita del papa, no tengo ningún problema con el tipo de recepción que el Estado le ha concedido al papa. Los discursos, la cobertura de los medios de comunicación y el diálogo interreligioso entre el papa y los musulmanes, los anglicanos y los hindúes son importantes para el país.
El papa puede influenciar positivamente el cambio, en especial en un país tan dividido en tribus como Kenya. El papa es una fuerza unificadora, y estoy seguro que le dará a Kenya un mensaje fuerte de unidad y reconciliación.
Pero tengo que concluir y digo que los kenyatas están distorsionando este debate. Dudo que muchos verdaderamente entiendan lo que significa tener un Estado secular. La historia del país, justo desde la era precolonial tiene mucho que ver con esto.