(CNN) – No existe una única versión de Steve Jobs
Genio. Cuentista.
Vendedor fabricante de mitos. Empresario duro.
Explorador aventurero. Crítico brutal.
Hay adolescentes que lo ven como otro Einstein, el hombre que desbloqueó sus sueños tecnológicos con Apple, es decir los iPhone, los iPad y las Mac de Jobs.
Hay colegas que lo ven como un severo capataz quien, no obstante, los ayudó a dirigirlos y crear su mejor trabajo. Y están los seres queridos y los rivales que lo ven como egoísta, evasivo, distante y cruel.
Él era, como lo muestra la película de Alex Gibney: “Steve Jobs: The Man in the Machine”, lo que tú quisieras ver.
Aquí hay cinco detalles que ofrecen destellos del hombre:
Nació en Silicon Valley en más de un sentido
Jobs creció en los suburbios de San Francisco, e incluso antes de que el área se conociera como Silicon Valley, él ya era un usuario activo de la tecnología. Construyó dispositivos con Heathkits, equipos del tipo ‘hazlo tú mismo’ para los aficionados. Él vio su primera computadora a los 12 años y se convirtió en parte de Hewlett-Packard Explorers Club, un grupo de estudiantes a quienes les interesaba la electrónica. Hewlett-Packard, fundada en 1939 en Palo Alto, es considerada la compañía pionera de Silicon Valley.
En la biografía de Walter Isaacson: “Steve Jobs”, Jobs cuenta la historia de cuando llamó en frío a William Hewlett, el cofundador de HP, en busca de algunos repuestos. “Él respondió y conversó conmigo durante 20 minutos”, dijo Jobs. Hewlett después lo ayudó a conseguir un trabajo en una planta de HP. Jobs todavía era un adolescente.
Después, Apple se convirtió en parte de la historia de éxito constante de Silicon Valley, y sus oficinas centrales fueron establecidas en Cupertino.
¿Su primer éxito en los negocios? Un teléfono con arreglos para llamadas de larga distancia
Jobs conoció a Steve Wozniak, cofundador de Apple, cuando él era un adolescente. Wozniak era cinco años mayor, pero rápidamente se hicieron amigos.
En 1971, Wozniak leyó un artículo en la revista Esquire acerca de las “bluebox”, dispositivos utilizados por “phreaks telefónicos” (freaks de los teléfonos) que permitían que los usuarios realizaran, de forma ilegal y gratuita, las llamadas de larga distancia que entonces eran sumamente costosas.
Jobs decidió que él y Wozniak venderían los dispositivos “bluebox”.
“Fue pura magia que dos adolescentes pudieran construir esta caja con piezas con un valor de alrededor de cien dólares y controlar con ellas una infraestructura de cientos de millones de dólares en toda la red telefónica en todo el mundo”, dice Jobs en “The Man in the Machine”. “Eso fue mágico”.
Como Wozniak le dijo a Esquire en 2015: “yo era el maestro de ceremonias en lo que respecta a todo el folclore del phreaking telefónico. Steve estaba allí para encargarse de las ventas y el dinero. Tú has leído los libros sobre Steve Jobs (versión) 1 y Steve Jobs 2; esto era Steve Jobs 0”.
Era un fan acérrimo de Bob Dylan
Gibney salpica “The Man in the Machine” con tonadas de Dylan con una buena razón: a Jobs le encantaba el bardo de Hibbing, Minnesota.
A lo largo de su vida, Jobs rastreó las falsificaciones de Dylan y las escuchaba obsesivamente. En 2006, como relata Isaacson, él jugó un papel decisivo en la creación de una compilación de música de Dylan para iTunes, la cual incluía 773 canciones. Dylan apareció en anuncios de Apple, incluyendo la famosa campaña: “Think Different”.
A Jobs incluso le gustaba reescribir las letras de las canciones de Dylan… una práctica que solía usar para cortejar a su novia Chrisann Brennan.
“Me dio un poema de Bob Dylan: ‘Sad-Eyed Lady of the Lowlands’”, recuerda ella en la película. “Él reescribía las letras de Dylan y las adaptaba a su vida”.
Buscaba la India y Japón para sustento espiritual
Uno de los libros favoritos de Jobs era “Be Here Now”, el trabajo del yogui Ram Dass sobre la meditación y la espiritualidad. El concepto budista de la simplicidad apeló grandemente al futuro cofundador de Apple, quien le dio a los productos de la compañía un diseño minimalista y de líneas limpias y, por un tiempo, vivía en una casa con poco desorden o posesiones materiales.
Él también viajó a ambos países… a Japón más de 40 veces en la segunda mitad de su vida, indica Gibney.
Y, sin embargo, para algunos observadores, Jobs nunca obtuvo el plano espiritual que pudo haber buscado.
“Él no sabía lo que era la conexión real”, le dijo Brennan a Gibney. “En ‘Be Here Now’ por Ram Dass… cuando alguien entra en un estado de iluminación, pero lo hace mientras todavía está apegado a su ego, ellos lo llaman ‘la cadena de oro’… y eso es lo que yo siento que le sucedió a Steve. Él entró en la magnificencia y en la iluminación, pero simplemente lo arruinó”.
Podía ser muy mezquino e increíblemente inspirador
Las historias sobre el egoísmo de Jobs son comunes. Él solía arrendar un automóvil Mercedes nuevo cada seis meses porque así no tenía que conseguir una placa durante ese tiempo; luego parqueaba los autos en espacios reservados para personas discapacitadas. Él negó la paternidad de Lisa, su hija con Brennan, pues dijo que era estéril. Su paternidad fue demostrada y estuvo de acuerdo en pagar 500 dólares al mes… en un tiempo en el que él estaba valorado en 200 millones de dólares.
Él esquivó los escándalos de Apple debido a participaciones accionarias, problemas de la planta de producción y evasión de impuestos. Cuando un periodista de Gizmodo se apoderó del prototipo de un iPhone, Jobs lo persiguió de manera implacable.
“¿Qué tan desgraciado tienes que ser para tener éxito?”, pregunta el antiguo colega de Apple, Daniel Kottke.
Y, sin embargo, no hay duda de que él cambió las reglas del juego. Antes de Jobs, las computadoras eran máquinas hostiles identificadas con los negocios. Gracias a Jobs, están en todas partes, son necesarias y –quizá lo más importante– son amigables.
En una de las primeras escenas de la película biográfica de semi-ficción: “Steve Jobs”, su personaje permite que un niño pequeño use una de las primeras computadoras Macintosh. El niño entra a la máquina como un pez en el agua.
Más de 25 años más tarde, él estaba presentando el iPad en una conferencia de prensa.
“Es fenomenal sostener el Internet en tu mano”, le dijo a la audiencia.
Con el debido respeto al fundador de la Red de Extensión Mundial (World Wide Web), Tim Berners-Lee –o Albert Einstein, en este sentido– ese es el mundo que Steve Jobs nos dio.