Nota del editor: David Crossland es un periodista con residencia en Berlín y autor de la novela publicada recientemente “Teutonia”.
BERLÍN, Alemania (CNN) – Es como un viaje de vuelta a los días de la Guerra Fría. El estadio de fútbol, en las profundidades de Berlín del este, se ve más que desgastado, con barandillas blancas oxidadas que sobresalen en las tribunas de áspero concreto.
Del mismo modo, el edificio de oficinas prefabricadas de una sola planta del equipo local, con sus estrechos pasillos y puertas poco acogedoras, no ha cambiado desde los tiempos de la Alemania oriental comunista.
Es la hora del almuerzo, los jugadores jóvenes del club y sus mentores –antiguos jugadores de mediana edad– comen albóndigas y puré de papas en el lúgubre comedor.
En estos días, el club de fútbol Dynamo de Berlín es un piscardo en el fútbol alemán, confinado a una de las ligas regionales que conforman la cuarta división del país.
Pero antes de la caída del Muro de Berlín en 1989, este era el Bayern Munich de la República Democrática Alemana (RDA), como Alemania Oriental se llamaba a sí misma, y jugó contra los mejores clubes occidentales, entre ellos el Liverpool y el AS Roma, en los principales torneos europeos.
También conocido como BFC, o Dynamo de Berlín, aplastó a clubes rivales como Lokomotive Leipzig, Dynamo Dresden, Magdeburg y Carl Zeiss Jena en la Oberliga, la primera división de la RDA, y ganó el título durante diez años consecutivos entre 1979 y 1988.
Bernd Brillat jugó para el BFC desde su formación en 1966 hasta 1983. El defensa se alineó contra estrellas europeas como Michel Platini, Trevor Francis y Kevin Keegan, y dice que jamás olvidará que corrió sobre la cancha en Anfield en un partido de la Eurocopa contra el Liverpool, en diciembre de 1972.
“Era increíble, el ambiente te ponía la piel de gallina… eso nadie te lo puede arrebatar”, le dijo el jugador de 64 años de edad a CNN con los ojos brillantes por los recuerdos. Hoy, él es el gerente de los accesorios deportivos del BFC y todavía juega fútbol.
Ahora, sin embargo, la única señal de las glorias pasadas del equipo es una serie de carteles en blanco y negro que cubren una pared exterior del comedor. Estos muestran a los jugadores sonriendo como campeones, golpeando al aire y levantando sus trofeos al cielo.
Incluso los trofeos se han ido pues desaparecieron en la agitación después de la caída del comunismo, lo cual provocó la decadencia del club.
‘Mis chicos’
Al celebrar su aniversario número 50, el BFC relata una historia fascinantemente accidentada. El equipo deleitó a sus aficionados con un bello fútbol jugado por los jugadores más talentosos de Alemania Oriental.
Pero el club también fue detestado, no solamente por los aficionados de los oponentes sino por el público en general, porque era respaldado por el Ministerio para la Seguridad del Estado –o Stasi–, la fuerza policial secreta encargada de erradicar la oposición al régimen, la cual encerraba a los disidentes sin un juicio, los torturaba y mataba a tiros a las personas que trataban de escapar a Occidente.
“El BFC era propiedad del Stasi, era mal visto por los aficionados al fútbol y era odiado por el público de Alemania Oriental”, le dijo Hanns Leske, un historiador que ha escrito varios libros sobre el fútbol en la RDA, a CNN.
El jefe de la Stasi, Erich Mielke, condenado y encarcelado tras el colapso de la RDA, fue el presidente honorario del BFC Dynamo. Él asistió a la mayoría de los partidos y ofrecía fiestas en el Palast Hotel de escaparate en Berlín oriental para celebrar las victorias de la liga. Él se refería a los jugadores como “mis chicos”.
El sistema de transferencia de Alemania Oriental consistía en que a los jugadores se les decía donde jugar, y Mielke, aficionado del fútbol, se aseguraba de conseguir los mejores talentos de la república.
También se aseguraba de que su equipo tuviera los mejores accesorios, instalaciones para entrenamiento y personal de entrenamiento, dice Leske. El agrupamiento de los mejores futbolistas del país en el BFC Dynamo tenía la intención de fomentar la confianza de la RDA en sí misma y su reputación internacional al proveerle héroes futbolísticos socialistas.
¿Manipulación de los árbitros?
Sin embargo, aquel plan fracasó, y no solamente a causa de la asociación del club con la Stasi, sino también porque había fuertes indicios de que el equipo era ayudado por los árbitros y que algunos jugadores recibían sustancias para mejorar su rendimiento.
Los árbitros descaradamente permitían los goles fuera de lugar, ignoraban las faltas del BFC, repartían tiros libres y penales para el BFC e incluso le daban tarjetas amarillas a jugadores rivales clave an partidos previos para asegurarse de que fueran suspendidos y que no jugaran contra el BFC, afirma Leske.
Dijo que él vio secuencias en el archivo alemán de películas de un partido en donde un árbitro le permitió al BFC un gol que evidentemente estaba fuera de lugar y que la secuencia nunca fue mostrada en la televisión de la RDA.
El antiguo árbitro de Alemania oriental, Bernd Heynemann, dijo en una conferencia en septiembre de 2015 que, después de que el BFC había sufrido una derrota, “todos los árbitros fueron convocados” y les dijeron que “algo así no debía ocurrir nunca más”.
El fenómeno incluso se planteó en el politburó, el comité ejecutivo del Partido Comunista en el poder, y provocó que la Federación de Fútbol de Alemania Oriental investigara toda la temporada de 1984 a 1985, dijo Leske.
En los partidos que se jugaban fuera, los aficionados contrarios mostraban pancartas sarcásticas que decían “Le damos la bienvenida al BFC Dynamo y a sus árbitros”, añadió.
Es difícil establecer la interferencia del árbitro más allá de toda duda, pero un antiguo jugador admitió que los funcionarios ciertamente le pueden haber dado una mano de ayuda al club en alguna ocasión.
“Me imagino que hubo manipulación de parte de los árbitros debido a la enorme presión del gobierno y del Ministerio para la Seguridad del Estado” le dijo Falko Götz, un delantero que jugó para el equipo superior del BFC desde 1979 hasta 1983, a CNN.
“Eso pudo haber puesto nerviosos a algunos árbitros y pudo haber influenciado sus decisiones. Pero éramos el equipo más fuerte en esa época. No necesitábamos su ayuda”.
Götz y su compañero, Dirk Schlegel, desertaron al occidente el 3 de noviembre de 1983, antes de un partido de la Eurocopa en Belgrado, Yugoslavia, en busca de refugio en la Embajada de Alemania Occidental allí.
Incluso la Federación Alemana de Fútbol (DFB) reconoce que el Dynamo era favorecido.
“Después de la transición política salió a luz que Dynamo, como el club favorito del jefe de la Stasi, Erich Mielke, recibió muchos beneficios y, en algunos casos, se aplicó a su favor una leve presión”, informó el DFB en su sitio web en una historia del fútbol de Alemania Oriental.
Acusaciones de dopaje
El club también ha sido perseguido por acusaciones de dopaje. Götz, quien jugó para los mejores clubes como el Bayer Leverkusen, Colonia y Galatasaray antes de su retiro en 1997, dijo que le dieron una droga estimulante sin su conocimiento cuando estaba en el BFC.
“Es un hecho que hay un documento en un partido de la Eurocopa donde está registrado que di positivo por jugar con una sustancia estimulante”, dijo.
“Yo no estaba consciente de haber tomado nada, pero definitivamente ese fue el caso. Nos daban estos estimulantes en las bebidas… definitivamente no lo hicimos de manera dliberada”.
Götz describió el BFC como un “club militar” en el que algunos funcionarios eran abordadas por su rango y a los jugadores se les convocaba regularmente para escuchar conferencias políticas. “El tono era duro, te ponía nervioso”.
Él dijo que los jugadores eran supervisados de cerca por los guardaespaldas del Stasi en los viajes de la Eurocopa.
“Volábamos en el avión oficial de Mielke. Había oficiales de la Stasi allí que no solamente nos acompañaban como aficionados. Cuando estás en el cuarto piso de un hotel y hay dos personas que se sientan delante de las escaleras toda la noche, sabes sin duda alguna, que definitivamente no son aficionados”.
Götz, quien ahora dirige la cuarta división del club FC Saarbrücken, dijo que desertó porque quería jugar en la Bundesliga de Alemania Occidental… la que ahora es la liga más importante del país unido.
La buena vida
Esa es una parte de la historia del BFC. Existe otra parte, que cuentan los antiguos jugadores que todavía están involucrados en el club y que atesoran los viejos días porque amaban el fútbol, el éxito, la camaradería y los privilegios.
Ellos no estaban ni remotamente interesados en la política… al igual que sus homólogos en Occidente. Y ellos descartan las referencias que se hacen respecto a que hubo manipulación en el arbitraje y el dopaje como comentarios de detractores envidiosos.
“Nunca tuve la impresión de que nos dieran alguna ventaja en las decisiones de los árbitros”, le dijo Waldemar Ksienzyk, un defensa que jugó para el BFC desde 1984 hasta 1991, a CNN.
Él dijo que tampoco estaba consciente de ningún dopaje.
“No te puedes dopar sistemáticamente en el fútbol porque este es un deporte creativo. El BFC fue un punto alto de mi carrera futbolística porque nuestro equipo era muy bueno y la camaradería entre nosotros también. Era una buena vida”.
Jörn Lenz, antiguo centrocampista del BFC, quien ahora es parte del cuerpo técnico como director del equipo, dijo: “Quizá tuvimos una pequeña ventaja en la parte posterior de la mente de los árbitros, en cuanto a que tomaran decisiones de manera más relajada en algunas situaciones que si hubieran estado en algún otro lugar, pero uno no puede decir que todo estaba manipulado”.
“Tú no puedes manipular 10 títulos de liga. Tuvimos el mejor equipo en términos de habilidad, aptitud y mentalidad. Teníamos jugadores excepcionales”.
El hombre de 46 años de edad dijo que nunca fue testigo de ningún dopaje en el BFC. “Al igual que en estos días, solíamos recibir bebidas vitaminadas… pero nunca escuché que fueran estimulantes o de dopaje”.
Tanto Lenz como Ksienzyk dicen que nunca sintieron ninguna inclinación para huir a Occidente.
“Yo podría haberme marchado fácilmente, eso no habría sido un problema en absoluto”, dijo Ksienzyk. “Pero yo estaba bien posicionado en casa, mi familia estaba allí, me sentía como en casa en Berlín”.
Sus privilegios pueden haber parecido ridículos para los estándares occidentales, pero eran algo importante en una economía en la que la escasez era crónica.
Los jugadores podían saltar la lista de espera de 10 años para un auto y les pagaban tan bien que, en algunos casos, podían comprarse un Lada de fabricación rusa, el cual era considerado un lujo en ese tiempo.
También se les asignaba un mejor alojamiento y se les permitía viajar al extranjero. Incluso conseguían fruta, lo cual era muy poco común en la RDA.
La paga variaba mucho. Uno de los jugadores dijo que era aproximadamente el triple del salario de un trabajador promedio. A los jugadores que hacían servicio militar se les pagaba de acuerdo al rango… si jugaban bien, eran promovidos para que ganaran más dinero.
‘Cerdos de la Stasi’
En la década de 1980, cuando la presión pública por las reformas políticas comenzó a levantarse en la RDA, la hostilidad hacia el BFC aumentó.
“Las personas en la RDA sacaban su enojo y frustración sobre nosotros, nos maltrataban y nos escupían en los estadios porque todos querían vernos perder, pensaban que éramos el club del Stasi, teníamos manecillas doradas en casa”, dijo Ksienzyk.
“Pero no recibíamos nada gratis, teníamos que trabajar duro en Dynamo… teníamos una gran presión sobre nuestro desempeño”.
Los aficionados de la oposición coreaban “cerdos del Stasi” y “cerdos de Mielke”, aun cuando tal conducta podía hacer que los arrestaran, y en algunas ocasiones así sucedía. Mientras tanto, los aficionados violentos influenciados por el ambiente occidental punk y de vándalos, optaban por apoyar al BFC porque era la mejor manera de ser provocativos, dijo Leske.
Después de la caída del Muro, el BFC perdió su posición. Mielke fue detenido y el Stasi se desintegró cuando los furiosos manifestantes asaltaron sus oficinas en todo el país. Los clubes de la Bundesliga atrajeron y se llevaron a los mejores jugadores de BFC, entre ellos Andreas Thom y Thomas Doll.
Debilitado por la pérdida de talento y desconcertado por los asesores financieros y agentes que acudieron a sus puertas, el club rápidamente cayó en picada.
Este intentó romper con su pasado y cambió su nombre por el de “FC Berlin”, pero no clasificó ni siquiera para la segunda división de la Bundesliga de Alemania unida. El club cambió su nombre por BFC Dynamo en 1999. Fue relegado de la cuarta a la quinta división en 2000, y se declaró en quiebra al año siguiente.
Consiguió titulares negativos con los aficionados violentos que atrajeron la atención nacional en 2011, cuando cientos atacaron a los partidarios de los visitantes Kaiserslautern durante un partido de la Copa de Alemania. Algunos aficionados son abiertamente de extrema derecha, lo que le causó un mayor daño aún a la reputación del club.
El BFC Dynamo apenas logró regresar a la cuarta división en 2014, y tiene sus expectativas puestas en alcanzar la tercera división en un futuro cercano.