Un hombre camina, en París, junto al muro que tiene los nombre de los 76.000 judíos que fueron deportados de Francia durante la II Guerra Mundial.

Asdod, Israel (CNN) - Yoav Krief recuerda el día que supo que era hora de mudarse a Israel: 9 de enero de 2015.

Era un viernes. Cuatro judíos acababan de ser asesinados en Hyper Cacher, un supermercado kosher en París, dos días después del ataque a Charlie Hebdo. Uno de ellos era amigo de Krief.

“Yo no estaba bien, en realidad no estaba bien”, dice Krief acerca de cómo se sentía en ese momento. “Le hablé a mi mamá y le dije: ‘Tenemos que irnos a Israel. Necesitamos irnos a Israel’”.

Krief decidió salir de Francia después de que un amigo fue asesinado en un ataque terrorista.

Krief, un judío francés que acababa de terminar la escuela secundaria, se mudó a Israel con su familia seis meses después, como parte de la mayor migración de judíos de Europa Occidental a Israel desde la creación del moderno estado de Israel.

Casi 8.000 judíos franceses se trasladaron a Israel en el año posterior al ataque contra la revista Charlie Hebdo, según la Agencia Judía, la cual se ocupa de la inmigración judía, o aliyá, a Israel.

El número de judíos franceses que se trasladan a Israel se ha duplicado –y se duplicó nuevamente– en los últimos cinco años.

En 2013, menos de 3.300 judíos franceses se trasladaron a Israel. Tan solo dos años antes, esa cantidad era de 1.900.

Gran Bretaña presenta la segunda migración judía más alta de Europa Occidental, pero la escala es mucho menor. Según la Agencia Judía, 774 judíos británicos se trasladaron a Israel en 2015, menos de una décima parte del número de judíos franceses.

‘Es difícil vivir como un judío en Francia’

Muchos judíos franceses se establecen en Asdod, una ciudad en el sur de Israel conocida por su gran población francesa.

Es tan probable que escuches francés en las calles como escuchas hebreo, en especial en una de las muchas cafeterías francesas de la ciudad.

“Estar aquí es grandioso para mí, mucho mejor que en Francia”, dice Charly Dahan, un músico que se trasladó de París a Israel hace dos años.

Dahan se sienta en el Café Lyon, un punto de encuentro para los judíos franceses.

“Esta es la primera vez en mi vida que estoy relajado. En Francia, también me sentía bien, pero la situación y los problemas actuales. Es muy difícil vivir como un judío en Francia”, añade.

La Agencia Judía dice que la violencia es parte –aunque no toda– la razón de la inmigración francesa.

“Mientras que los ataques de alto perfil, tales como aquellos en la escuela judía en Toulouse en 2012, el museo judío en Bruselas, en 2014, y el supermercado kosher en París y en la sinagoga en Copenhague el año pasado, han sido sin duda los ejemplos más vívidos de violencia dirigidos hacia los judíos franceses y europeos; la comunidad judía francesa ha estado viviendo con un profundo sentimiento de inseguridad desde hace bastante tiempo”, dice Avi Mayer, portavoz de la Agencia Judía.

Los líderes judíos de Israel siempre han proclamado que el país siempre le ofrecerá un hogar a los judíos de cualquier parte del mundo.

Pero ¿qué hay de los lugares que estos recién llegados han dejado atrás?

El primer ministro francés, Manuel Valls, expresó recientemente el temor de que un éxodo de judíos podría cambiar el país para peor.

“Sin los judíos, Francia ya no es Francia. Esta es la comunidad más antigua. Ellos han sido ciudadanos franceses desde la revolución francesa”, le dijo a Christiane Amanpour de CNN.

El miedo de ser visto como judío

Pero cuando la Unión Europea estudió la prevalencia del antisemitismo en 2013, descubrió que el 74% de los judíos en Francia evita identificarse abiertamente como judíos, al menos una parte del tiempo, y más de una cuarta parte de judíos franceses siempre lo hacen.

Dov Cohen, un judio francés que dejó Marsella para irse a Asdod el verano pasado, dice que nunca usó su solideo religioso o kipá en público.

“Tienes que estar atento”, dice Cohen acerca de su vida en Francia. “Tienes que proteger a los niños por las peleas en el metro y en los autobuses. Esto nos presionó para que decidiéramos emprender el aliyá”, dice.

“Aquí hay una sensación de seguridad que ya no existe en Francia. Hace veinte años, quizá sí. Pero desde el 2000, ya no existe esa sensación de seguridad en Francia”.