Es usual que los deportistas sufran lesiones en la rodilla, puesto que se trata de una articulación implícita en muchos gestos y movimientos necesarios en la práctica deportiva.
Una de las lesiones más temidas es la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) que suele producirse cuando se torsiona la rodilla mientras el pie permanece fijo. Es más frecuente en deportes con giros y cambios de dirección o en actividades de contacto, como el fútbol, el esquí o las artes marciales.
El doctor Andrés Valentí, especialista del Departamento de Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Clínica Universidad de Navarra, asegura que:
- Sus síntomas están muy relacionados con un intenso dolor en la zona, un chasquido o con diversos problemas para apoyar la pierna.
- El proceso de recuperación es lento; dura varios meses.
- La rotura del LCA afecta a la rodilla produciendo episodios de inestabilidad que dificultan la práctica deportiva.
Así, una vez que se ha diagnosticado, el Dr. Valentí explica que existen diferentes tratamientos, dependiendo de la lesión y de la persona. Uno de ellos es el conservador, que se trata de una opción válida en personas que no realizan gran actividad y permite tener una vida cotidiana normal.
Sin embargo, en personas jóvenes, activas y deportistas el tratamiento quirúrgico mediante reconstrucción por cirugía, ya sea con tendones del propio paciente (autoinjerto) o de donante (aloinjertos), es la mejor opción. “Es necesario operar para poder retomar la actividad deportiva y porque una rodilla lesionada, conforme va evolucionando, si tiene episodios de fallo e inestabilidad, puede derivar en artrosis y lesiones meniscales asociadas. El tratamiento quirúrgico garantiza la estabilidad de la rodilla y frena la posibilidad de la artrosis”, añade el Dr. Valentí.
Por otra parte, el especialista asegura que la reincorporación a las actividades y deportes con impacto no debe producirse al menos antes de los seis meses, ya que este es el tiempo mínimo para que el nuevo ligamento pueda funcionar. Sin embargo, en muchos casos, la incorporación plena no se produce hasta el año.
En los últimos años se han producido avances y mejoras en las técnicas de fijación del nuevo ligamento. Así, se están investigando nuevas técnicas, como el uso de células mesenquimales o la sutura del propio ligamento del paciente, con la intención de acortar los plazos de recuperación.