(CNN) – El desvío hacia el bosque Zika es fácil de pasar por alto, solo un pequeño quiebre en la línea de árboles a lo largo de la carretera principal entre el Aeropuerto Internacional de Entebbe y la capital de Uganda, Kampala. La desgastada señal que anuncia su inicio solo se ve después de un recorrido luego de bajar por un pequeño paso de tierra.
La explosiva propagación del virus del Zika puede haber tomado al mundo por sorpresa, pero su homónimo, la reserva forestal cerca del borde del lago Victoria, no es un lugar con el que solamente te tropiezas. Los investigadores que han estado viniendo aquí durante más de medio siglo vienen con un propósito: estudiar virus y los mosquitos portadores de los mismos.
“Cada año encontramos nuevos virus”, dijo Julius Lutwama, investigador líder del Instituto de Investigación de Virus de Uganda (UVRI, por sus siglas en inglés), institución propietaria del bosque. “En los últimos cinco años o más, casi cada año encontramos nuevos virus en este país”.
Uganda está situada entre siete zonas de biogeografía distinta. Hacia el este: las sabanas de Kenia y Tanzania. Hacia el oeste: el bosque de la cuenca Congo. Y Lutwama cree que esta biodiversidad atrajo a los primeros científicos aquí en la década de 1930.
El descubrimiento
Lo que comenzó como un puesto de avanzada para la fiebre amarilla, financiado por la Fundación Rockefeller en 1936, pronto se convirtió en un laboratorio líder en el estudio de las enfermedades tropicales y más tarde, en 1977, evolucionó para convertirse en el UVRI. En el centro de toda esa investigación está el bosque Zika.
El entomólogo Louis Mukwaya sostiene una fotografía de Alexander Haddow, el científico que identificó por primera vez el virus del Zika en 1947. Mukwaya dijo que Haddow “era un hombre muy trabajador”. Mukwaya ha estado trabajando en el instituto desde 1965.
Al darse cuenta, a mediados de la década de 1940, que los diferentes mosquitos están activos en diferentes elevaciones, los investigadores construyeron una enorme estructura de acero en medio del bosque para llevar a cabo sus experimentos de fiebre amarilla. El director del proyecto era un entomólogo médico escocés llamado Alexander Haddow.
“Todas mis historias antes de la hora de dormir giraban en torno a mi abuelo o a las experiencias de la infancia de mi padre en el este de África. De pequeño, aprendí sobre el bosque de Zika, el virus del Zika y la torre que mi abuelo construyó con financiamiento de la OMS”, dijo Andrew Haddow, el nieto de Alexander, quien ahora es un investigador y trabaja para el Instituto de investigaciones médicas en enfermedades infecciosas del Ejército de Estados Unidos (USAMRIID, por sus siglas en inglés).
Dice que intentó estudiar otras carreras, pero la elección debería haber sido clara desde el principio.
“Leí todas sus investigaciones y las investigaciones que salieron del laboratorio”, dijo Andrew Haddow. “Le debemos a ellos nuestra comprensión básica sobre muchos arbovirus y las especies de mosquitos y embalses asociados”.
Fue en abril de 1947, mientras que estudiaba la fiebre amarilla, cuando Alejandro Haddow y su colega, George Dick, identificaron por primera vez el virus zika después de que un mono Rhesus que había sido colocado sobre una plataforma de madera en su torre recién construida desarrolló una fiebre. Las muestras de sangre revelaron un virus desconocido que, como el protocolo dictaba, fue nombrado zika en honor al bosque en el que se identificó por primera vez.
La propagación
Hasta el día de hoy, ellos todavía utilizan la torre de Haddow. Justo antes de la reciente puesta de sol, un equipo del UVRI se detuvo en el borde del bosque y descargó dos grandes hieleras de espuma de poliestireno de la parte trasera de una camioneta. Niebla de hielo seco salía de los bordes de las hieleras mientras que ensamblaban las trampas de mosquitos y se dirigían al bosque, hacia la Torre de Haddow.
Sus lados están oxidados y se ve que unas cuantas de las plataformas de madera donde ahora cuelgan trampas presentan distintos grados de deterioro. Los científicos dicen que la construcción de los alrededores amenaza con hacer de esta una reserva aún más pequeña y la investigación que solían llevar a cabo semanalmente ha disminuido. Ellos dicen que, al igual que el virus que lleva su nombre, se ha prestado poca atención al bosque Zika.
Cuando se identificó por primera vez, solo se comprobó que el virus podía infectar a los monos. Incluso en décadas posteriores, cuando una docena o una cantidad similar de casos humanos comenzaron a surgir de manera aislada, los síntomas eran leves y el zika nunca fue visto como una amenaza en Uganda.
“Nunca se le dio importancia”, dijo Lutwama. “Nadie está interesado en hacer una vacuna para un virus que solo causa síntomas leves”.
Marilyn Parsons, del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas dice que también es difícil distinguir los síntomas de Zika de otros arbovirus similares.
“Era difícil cuantificar la cantidad de infección zika que había y su impacto, ya que sus síntomas son muy similares a otros virus transmitidos por los mosquitos Aedes: el dengue y la chikunguña”, dijo Parsons.
No está claro cuánto tiempo ha estado por aquí el zika porque algunos estudios han encontrado inmunidad en poblaciones de África y Asia, quizá debido a la similitud que tiene con otros virus.
Todo eso cambió en 2007, cuando se registró el primer gran brote de zika en la isla de Yap en Micronesia, dijo Haddow. La chikungunya y el Nilo Occidental siguieron cursos similares. “El Nilo Occidental circuló al menos durante 62 años antes de que surgiera en la ciudad de Nueva York en 1999. El tema común de todos estos virus es que no fueron ampliamente estudiados y todos ellos surgieron después de un largo período de tiempo para causar una enfermedad grave”.
Lo que muchos científicos creen es que lo más preocupante es que la cepa de 2007 del zika ha mutado desde el virus original que fue encontrado en Uganda, con una mucho mayor virulencia. Los años siguientes fueron testigos de la rápida propagación del virus a través de las islas del Pacífico, antes de que aterrizara en Sudamérica y en Brasil en 2015, en donde se sospecha que existe una correlación del mismo con el aumento del defecto de nacimiento de la microcefalia y otras condiciones graves.
‘Preparación actual para el próximo zika’
La oficina de Louis Mukwaya se encuentra en una ubicación privilegiada en el campus del UVRI en Entebbe. Justo a la derecha de la entrada principal, la oficina ocupa un gran espacio y, de alguna manera, él se las ingenia para mantener todas las superficies llenas con montones de papeles. Él empezó en el instituto en 1965, tan solo unos años después de que Alexander Haddow dimitiera de su puesto como director. Un cuadro de Haddow todavía cuelga en su oficina. Junto a él, una foto de Mukwaya con el Haddow más joven en 2013, cuando él visitó el centro de investigación que su abuelo ayudó a crear.
Mukwaya dice que el Haddow mayor “era un hombre muy trabajador”, antes de volver su atención al virus que Haddow identificó por primera vez hace tantos años. “Tú sabes, yo sigo leyendo en el internet acerca del zika en Brasil y ellos siguen usando la palabra ‘emergente’, una infección ‘emergente’. Nosotros la conocíamos desde hace ya mucho tiempo, pero entonces ni siquiera nosotros sabíamos lo que sucedería con el virus”.
Mukwaya dijo que el instituto y otros como este, simplemente no tienen los recursos para estudiar adecuadamente los virus emergentes.
“Solíamos llevar a cabo recopilaciones de rutina una vez a la semana”, dijo el reconocido entomólogo. “En estos días no logramos salir tanto como antes… el financiamiento es bajo y este es el problema”.
Las vacunas y el desarrollo de fármacos pueden tomar años, por lo que la investigación básica que sienta las bases es crucial, dijo Parsons. “Este tipo de investigación podría identificar dianas farmacológicas, las metas de antígeno de la vacuna y desarrollar modelos para probarlos”, agregó.
Virus zika: Lo que debes saber
Una subida a la cima de la torre que el abuelo de Andrew Haddow ayudó a construir hace más de medio siglo revela una vista del que alguna vez fue un remoto puesto de investigación ahora totalmente rodeado de los centros urbanos de Uganda. Cualquier nuevo virus descubierto aquí ya no se consideraría remoto.
“El actual brote del virus zika en Sudamérica y Centroamérica es otra llamada de atención acerca de que el aumento de la globalización y el cambio climático continuarán conduciendo a la aparición de agentes patógenos virales”, dijo Haddow. “En este momento, necesitamos estar preparándonos para el próximo virus zika”.