(CNNMoney) – El ingreso medio aumentaría a más de 22.000 dólares, se crearían alrededor de 26 millones de empleos y la tasa de desempleo caería hasta un 3,8%.
Esas son solo algunas de las cosas que pasarían si Bernie Sanders se convirtiera en presidente y su ambicioso programa económico fuera implementado, según un análisis ofrecido exclusivamente a CNNMoney. La primer mirada exhaustiva ante el impacto de todas las propuestas de Sanders de gastos e impuestos en la economía fue hecha por Gerald Friedman, un profesor de economía de la Universidad de Massachusetts Amherst.
Friedman descubrió que si Sanders se convirtiera en presidente –y fuera capaz de hacer que el Congreso aprobara su plan–, el ingreso familiar promedio sería de 82.200 dólares para el 2026, mucho más alto que los 59.300 dólares proyectados por la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés).
Además de esto, la pobreza caería en picada hasta un 6% récord, en contraposición al pronóstico del 13,9% de la CBO. La economía estadounidense crecería en un 5,3% al año, en lugar del 2,1%, y el déficit de 1,3 billones de dólares de la nación pasaría a ser un gran superávit para el segundo período de Sanders.
Este análisis más dramático no fue encargado por el candidato, aunque el director de políticas de Sanders lo consideró un “trabajo excepcional”. Friedman anteriormente calificó el plan Medicare para todos del senador por Vermont.
El plan de Sanders de verter 14,5 billones en la economía –incluyendo el gasto en infraestructura y empleo para jóvenes, el incremento de los beneficios del Seguro Social, hacer que la educación universitaria sea gratuita y extender la asistencia médica y las licencias familiares– le daría vida al PBI y a la productividad. Además, él aumentaría el salario mínimo y también desplazaría los ingresos de los ricos hacia las clases media y trabajadora a través del incremento de impuestos para los ricos y las corporaciones.
“Al igual que el Nuevo Trato de la década de 1930, el programa del senador Sanders está diseñado para hacer más que solamente incrementar la actividad económica”, escribe Friedman. Este “promoverá una prosperidad más justa, con una base más amplia y con una restricción sobre la desigualdad de la economía”.
Muchos aspirantes presidenciales dicen que sus programas económicos estimularían el crecimiento. Donald Trump y Jeb Bush justifican sus grandes recortes de impuestos diciendo que el PBI crecería a una tasa del 4%. Pero sus planes han sido descritos por expertos como demasiado optimistas.
Friedman, sin embargo, argumenta que el plan de Sanders sería más estimulante debido a que vierte dinero en la economía, en contraposición al recorte de impuestos. Varias de las propuestas de Sanders –como gastar 1 billón de dólares en infraestructura– sucederán en los primeros años de su administración.
La idea sería: este gasto gubernamental mejorado incrementaría la demanda sobre los negocios, los que a su vez, contratarían más trabajadores para cubrir sus necesidades. El incremento del empleo provocaría que las personas compraran más, lo que llevaría a otros negocios a contratar personal.
“Si hay más gasto, la gente tendría más que hacer”, dijo Friedman, al recalcar que el porcentaje de la población con trabajos podría ser restaurado al nivel de 1999, de más del 64%, superior a su tasa actual del 59,6%.
El director de políticas de Sanders, Warren Gunnels, también defendió las estimaciones al hacer notar que el candidato está pensando en grande.
“No hemos tenido una agenda tan ambiciosa para reconstruir la clase media desde los Presidentes Roosevelt, Truman y Johnson”, dijo.
Aun así, algunos expertos cuestionan si los efectos serían tan grandes.
Estimular la demanda puede fomentar una economía débil durante una recesión, pero “es difícil de aceptar como una estrategia de crecimiento a largo plazo”, dijo William Gale, el antiguo director del Programa de Estudios Económicos de Brookings.
Además, sería muy difícil alcanzar y mantener una tasa de crecimiento económico del 5,3% al año luego de la inflación. Ese objetivo no ha sido alcanzado consistentemente desde la década de 1960, cuando la tecnología ofrecía grandes avances, la fuerza de trabajo era más joven y existía una mayor demanda por los productos estadounidenses a nivel mundial ya que los demás países se habían recuperado por completo de la Segunda Guerra Mundial.
“La cifra del 5,3% es una fantasía”, dijo Jim Kessler, vicepresidente sénior de Third Way, un laboratorio de ideas centrista.