(CNN) – El cuartel general de la CIA en Langley, Virginia, alberga unas cuantas sorpresas, como una sucursal de Starbucks donde los baristas definitivamente no preguntan los nombres, y un museo de espionaje al que nunca has entrado.
Y esos son solo los detalles sobre los que están autorizados a hablar.
Langley es el centro de un imperio de espionaje que tiene un presupuesto de miles de millones. Su conteo clasificado de operativos de inteligencia tiene la tarea de, entre otras cosas, sabotear a ISIS y librar una guerra cibernética, así que es comprensible que la agencia sea un tanto cerrada.
Sin embargo, pocas personas saben que las oficinas centrales albergan una de las galerías de arte más enigmáticas del mundo.
Entre su colección de obras de arte con temática militar y de espionaje (imagina escenas de enfoque suave de aviones que vuelan sobre tierras extranjeras), la CIA tiene un alijo de 29 pinturas abstractas… pinturas que la agencia dice se utilizan en la capacitación de analistas de inteligencia. La CIA establece que estas son obras valiosas que pertenecían a una escuela semioculta de mediados del siglo XX de artistas radicados en Washington, pero las identidades de muchas de las obras de arte aún permanecen desconocidas.
La artista Joby Barron ha pasado siete años preguntando por qué la CIA se resiste tanto a hablar sobre todos los cuadros que adornan sus paredes. Durante su investigación, ella dice que la agencia no le ha enviado una sola imagen que le permitiría identificar los cuadros.
“Mi interés en el proyecto inició en 2008”, explicó Barron, de 42 años, por correo electrónico. “Me encontré con una fotografía de Taryn Simon de su serie ‘American Index of the Hidden and Unfamiliar’. La foto era de dos cuadros abstractos en las oficinas centrales de la CIA en Langley, Virginia. Me sentí intrigada de inmediato. ¿Por qué tenía la CIA estas obras? Me pregunté qué otras obras de arte podría tener y si estaban disponibles al público”.
Hoy en día, ella te puede decir esto: en 1968, el criador de caballos de carreras y coleccionista de arte Vincent Melzac —quien es mejor recordado por una famosa pelea en una galería, en lugar de por ser conocedor del arte— sostuvo pláticas secretas con los administradores de la agencia acerca de prestar su colección.
Melzac era el acaudalado propietario de una serie de escuelas de arte y, para finales de los 70, poseía lo que podría decirse que era la colección privada de obras más importante del grupo “Washington Color School”. Estas obras con forma de bloque, geométricas y a menudo similares a un logo corporativo —entre ellas piezas realizadas por los célebres artistas estadounidenses Gene Davis, Norman Bluhm y Robert W. Newmann— han estado en la colección de la agencia durante casi 50 años.
Barron pronto se vio en el papel de una contraespía —”una que estaba siendo demasiado obvia”, dice— en un intento por hacer grandes avances a partir de migajas de información.
Un abogado que conoció en una fiesta le dijo que ella podía presentar una solicitud bajo la Ley de Libertad de Información (FOIA, por sus siglas en inglés), y la agencia estaría obligada a compartir información sobre su colección de arte.
Sin embargo, eso no sería tan sencillo:
“Parece un tipo de juego del gato y el ratón, ya que la mayoría de las veces, la CIA me informaba que mis indagaciones no solicitan registros del gobierno en sí, o que eran demasiado amplias o vagas y no satisfacían los requisitos de una solicitud bajo la FOIA y por estas razones, los registros de arte de la CIA, o las solicitudes de recibir una lista de los cuadros y fotografías de la colección de Melzac habían sido negadas”, dice.
Las recreaciones de Barron son tres cuartos del tamaño, y su exhibición también contiene detalles de su misión para descubrir detalles sobre los originales.
En 2014, finalmente recibió casi 100 páginas de información parcialmente editada, la cual daba detalles de la primera reunión de la agencia con Melzac, y otras ambiguas, a veces páginas completas.
Barron aún no ha recibido una lista completa de las obras de arte que la CIA posee. Ella dice que su principal preocupación sigue siendo por qué una agencia del gobierno, la cual reconoce que posee la colección de Melzac, tiene una reacción exabrupta para que el público no conozca esta información aparentemente inofensiva.
“Estos cuadros son valiosos, tienen la calidad de un museo y son parte de nuestro tesoro nacional”, dice Barron. “El costo de las mismas ha sido cubierto con fondos públicos (asumo) y, como ciudadana, me negaron el acceso a ellas”.
La CIA dice que se enorgullece de poseer la colección y reconoce que está considerada como parte de las colecciones de arte más importantes que son propiedad del gobierno de Estados Unidos. El vocero de medios de la CIA, Glenn Miller, dice que la agencia le compró 11 cuadros a Melzac en 1987, pero no brinda más detalles sobre la adquisición.
Miller dice que los cuadros han estado expuestos: miles de trabajadores en la agencia, más sus familias, y visitantes oficiales han visto las obras en el transcurso de los últimos 50 años.
Barron dice que ella no cree que la agencia esté siendo intencionalmente evasiva, pero pregunta por qué ha sido tan difícil poder ver los cuadros.
Ella se sintió ofendida cuando un vocero de la agencia le dijo que para tener más información, ella podía ver el éxito de taquilla dirigido por Ben Affleck, Argo, o algunas otras películas que han sido filmadas en las oficinas centrales, solo para ver la colección durante unos cuantos segundos. Las oportunidades ocasionales de que el público visite la agencia también son imposibles para Barron, quien vive casi a 4.828 kilómetros de distancia en Oregon.
Ahora, la búsqueda de Barron por encontrar la verdad sobre los cuadros que adornan los pasillos de la reservada agencia se ha convertido en el aspecto destacado de una exhibición llamada “Chasing Justice” en el Contemporary Jewish Museum en San Francisco, donde ella espera recrear las esquivas obras de arte que son propiedad de la CIA.
CNN habló con la artista en busca de más información…
CNN: Cuéntanos todo lo que puedas acerca de Acres of Walls
Joby Barron: Acres of Walls es una reconstrucción de obras de arte a una escala de 3/4 de la colección de Melzac. Los cuadros que he recreado aparecen en varias correspondencias y solicitudes bajo la FOIA que fueron parte de mi intento por descubrir exactamente qué obras de arte son propiedad de la CIA.
No creo que la CIA sea intencionalmente evasiva por el bien de la seguridad nacional, o que se trate de ninguna otra gran conspiración. Sin embargo, sí parece ser categóricamente difícil usar la FOIA para conocer datos específicos sobre una colección de arte que su propio sitio ha confirmado y ha dicho que efectivamente cuelga en sus pasillos.
¿Por qué estás tan interesada en descubrir lo que hay ahí?
Al inicio, sentía curiosidad respecto a por qué la CIA habría de tener un interés en el arte abstracto. Luego de que obtuviera una respuesta negativa en mis primeros intentos por descubrir exactamente qué era parte de la colección, empecé a preguntarme por qué no habrían de compartir esta información.
Las distintas negativas alimentaron mi curiosidad. Pude obtener información general acerca de Melzac e información acerca de la colección inicial, pero ellos no me brindaron una lista actual de las obras que poseían, ni imágenes de las pinturas.
Encontrar una pista o una imagen de un cuadro que sospechaba, era parte de la colección, resultaba emocionante. Mi interés en el proceso de la FOIA se desarrolló junto a mi interés en la colección, y empecé a pensar que estaban entrelazados: el arte constrastado contra esta herramienta para extraer información de parte del gobierno.
¿El arte es de interés para la CIA?
Durante la Guerra Fría, la CIA apoyó de manera encubierta a los pintores contemporáneos, a los médicos y escritores, entre otros, como parte de la Guerra Fría cultural. El efecto de estas artimañas de espionaje en la trayectoria del mundo del arte fue intrigante para mí.
A Melzac le entregaron un CIA Agency Seal Medallion por la donación. Además, tengo fuertes razones para sospechar que él pudo usar la donación como refugio fiscal por el valor del trabajo. (La CIA no hizo comentarios sobre esta sugerencia). Como el ex director ejecutivo de la Galería Corcoran y el principal coleccionista de los pintores de Washington Color School, Melzac podría haber calculado el valor del arte que donó. Aún quedan muchas preguntas por responder.
¿También expones el proceso —y la frustración— de tratar de obtener más información?
Después de varias solicitudes, me enviaron más o menos 100 páginas de documentos parcialmente editados de la CIA. Un par de páginas habían sido negadas en su totalidad. Los documentos detallaban las reuniones iniciales con Melzac, una lista incompleta de la colección histórica de Melzac, la cual también contenía cierta información acerca de los artistas y los títulos de las obras, pero no contenía imágenes. En una de las primeras presentaciones del proyecto en Portland, Oregon, en Disjecta Contemporary Art Center, incluí todos los documentos que había acumulado y los puse en un escritorio en medio de la galería. Los visitantes podían ojear estos papeles, cartas e investigaciones.
La agencia no te ha facilitado la vida. ¿Pensaste en rendirte?
Nunca consideré rendirme, sino en realidad fue lo contrario: cada negativa me infundía nuevos ánimos para conocer más acerca de la colección. Era emocionante descubrir pequeñas partes de información. Sin embargo, no creí que fuera a ser un proceso tan largo.
¿Sientes que has aprendido mucho acerca de esta escuela de pintura y acerca del donante que la coleccionó?
Esta colección es parte de una historia contemporánea que se origina en la Guerra Fría. Uno de los pintores que tiene una obra en la colección, Robert W. Newmann, recientemente envió una imagen de su cuadro, “Arrows”, para que pudiera incluirla en la exhibición. Newmann también conocía a Melzav y compartía valiosos conocimientos sobre la historia del ámbito del arte en el que los dos estaban involucrados.
¿Intentabas recrear las obras de arte con fidelidad?
Traté de pintarlas con tanta fidelidad como fue posible en la escala de 3/4 con base en la información limitada que tenía en ese momento, y no siempre utilizaba las mismas técnicas. En un caso, cuando encontré una pieza en una fotografía de las oficinas centrales de Langley, pude deducir más o menos el tamaño del lienzo al calcular el tamaño de los azulejos del piso en el pasillo. El cuadro de Norman Bluhm, “Inside Orange” tuvo que ser recreado al utilizar la pintura por números para ser exacto.
¿Qué has aprendido?
He llegado a entender que la FOIA es una herramienta muy importante para que los periodistas y ciudadanos la protejan y defiendan.
¿Alguna vez te preguntas qué más podría estar aún en la colección de la CIA que es demasiado reservado para el público? ¿Obras desconocidas de un genio? ¿Esculturas extraterrestres?
No creo que haya colecciones de arte extraterrestre en la CIA, pero me recuerdo de la última escena en la película de “En busca del arca perdida”. Luego de que todo eso sucede, simplemente guardan el arca entre una interminable expansión de cajas anónimas en una polvorienta bodega en algún sitio.
¿Aún esperas que algún día encontrarás lo que buscas?
Sí, aunque una gran parte de este proyecto era para probar la FOIA, me gustaría visitar los cuadros en persona. También me gustaría crear un catálogo fotográfico para la CIA, para que sea posible ver las imágenes afuera de la agencia, si no tienen esa información.