(CNN) – Bernie Sanders acaba de hacer historia.
Su victoria el martes por la noche en Nueva Hampshire rompió una barrera tan antigua como la república: el senador de Vermont se convirtió en el primer candidato judío en ganar una contienda a la nominación presidencial.
Pero incluso aunque esa innovadora hazaña estaba muy cerca de lograrse en los días previos a las primarias y dado que la atención estaba cada vez más enfocada en el ascenso de su campaña para la nominación demócrata, el político nacido en Brooklyn fue mencionado muy poco a nivel nacional, hasta que Anderson Cooper de CNN lo mencionó cuando moderaba una asamblea ciudadana con los candidatos de la nominación presidencial demócrata la semana pasada.
En parte, esto es porque Sanders, un autoproclamado socialista demócrata, se ha descrito repetidamente como un judío secular sin fuertes vínculos con la religión organizada. Pero los activistas políticos judíos, estudiantes de historia y encuestadores dicen que el candidato de la fe de la minoría también ha sido pasado por alto porque las actitudes hacia los judíos en Estados Unidos han evolucionado al punto donde no hay estigma ligado a sus antecedentes.
“De cierto modo, esa no es historia”, dijo Sandy Maisel, profesora de Colby College que le da seguimiento a la posición social de los judíos en Estados Unidos. “Y el hecho de que no es ninguna novedad hace que sea una historia bastante interesante”.
En la asamblea ciudadana, Cooper señaló la fe de Sanders cuando un miembro de la audiencia preguntó cómo el candidato alcanzaría a los votantes religiosos.
“Eres judío, pero has dicho que no estás involucrado de forma activa con la religión organizada”, dijo Cooper. “¿Qué le dices a un votante quien… considera la fe como un principio rector en su vida y quiere que ese sea un principio rector para este país?”
“Ese es un principio rector en mi vida, absolutamente, lo es”, respondió Sanders, ofreciendo cierta idea sobre cómo percibe él la relación entre la fe y gobierno. “No me habría postulado para la presidencia de Estados Unidos si no tuviera fuertes sentimientos religiosos y espirituales”.
Él describió esa espiritualidad como una sensación “de que todos estamos juntos en esto y que cuando los niños pasan hambre, cuando los veteranos duermen en la calle, eso tiene un impacto en mí”.
Hillary Clinton, por su parte, ha hablado con frecuencia que es metodista y en la asamblea ciudadana dijo: “Me siento muy afortunada por ser una persona de fe, que crecí en mi iglesia”. Clinton añadió que ella recibe una enseñanza de la escritura todas las mañanas, a través de correo electrónico, de un ministro con quien tiene una estrecha relación.
Las referencias a la fe también son bastante comunes en el lado del Partido Republicano. El empresario multimillonario Donald Trump ha declarado que tiene una “gran relación con Dios” y el cristianismo es una pieza central de los senadores Ted Cruz y Marco Rubio, logrando llegar a los votantes de las primarias republicanas, especialmente a los evangélicos que constituyen una parte crucial de la base del partido.
Sin embargo, las razones por las que la religión de Sanders no ha recibido más atención van más allá de su propia decisión retórica. También hablan de la evolución en las actitudes hacia los judíos en la sociedad estadounidense.
“Lo que vemos es que la gran mayoría del público estadounidense, el 80%, dice que el hecho de que un candidato sea judío no haría una diferencia en su voto, de una manera u otra”, dijo Greg Smith, el director asociado de investigación del Centro de Investigación Pew, en referencia a una encuesta publicada el miércoles. “El resto está dividido casi de la misma forma entre los que dicen que serían más propensos a votar por un candidato judío y los que dicen que serían menos propensos a votar por un candidato judío”.
La respuesta llevó a Pew a categorizar el judaísmo de los contendientes políticos como uno de los “rasgos que no son ni activos o pasivos”, lo mismo que para los evangélicos. Por el contrario, ser mormón o musulmán comprobó ser una dificultad potencial.
Steve Rabinowitz, un agente veterano democrático, activista judío y, sobre todo, un partidario de Clinton, describe la religión de Sanders como apenas “notable”… al menos, no fuera de su propia comunidad.
“Estamos en el punto en que el hecho de que un judío se postule a la presidencia no es gran cosa”, le dijo Rabinowitz a CNN. “A nivel nacional, estamos allí. Hemos llegado tanto a ese punto que para muchos judíos el hecho de que Bernie Sanders no abrace su identidad judía es un problema, en lugar de la idea de que podría irle mejor si lo ocultaba más”.
Maisel, autor del libro “Jews in America Politics” (Los judíos en la política estadounidense), estuvo de acuerdo en que la religión de Sanders no era una vulnerabilidad.
“Llevé a cabo una entrevista con un periódico israelí la semana pasada, el cual dijo:” ¿No es esto increíble? ¿Acaso la gente votará en contra de él porque es judío?”, lo relacionó Maisel. “Le dije: ‘No, votarán en contra de él porque es demasiado liberal”.
O quizá porque él es demasiado secular.
Según Pew, la cuestión de la religión frente a la religiosidad brinda una respuesta más instructiva que cualquier relación con una fe específica. Aunque 8 de cada 10 dijeron que sus votos no serían influenciados, para mejor o peor, al enterarse de que un candidato es judío, más de la mitad de los votantes, 51%, dijeron que estarían menos propensos a apoyar a uno que “no cree en Dios”.
Sin embargo, los mismos judíos no necesariamente consideran las creencias religiosas como clave para identificarse como judíos.
Una encuesta de 2013 llevada a cabo por el Centro de Investigación Pew encontró que solo el 15% de la comunidad judía estadounidense dijo que ser judío era “principalmente una cuestión de religión”, ya que el resto detallaba su ascendencia y cultura como más importante.
Aunque Sanders podría no ser observador — como lo demuestra su decisión de dar un discurso en la universidad evangélica Liberty University en el primer día de la fiesta judía de Rosh Hashaná— le dijo a la prensa en un desayuno organizado por The Christian Science Monitor en junio: “Me siento orgulloso de ser judío”.
Cuando invoca sus antecedentes religiosos, Sanders ha tratado de resaltar que es algo que ayudaría al progreso de Estados Unidos.
Después de que el candidato presidencial republicano Ben Carson dijera en octubre que no podría soportar a un presidente musulmán, Sanders pronunció un reproche político dentro de una historia personal.
“Voy a ser muy personal aquí si se me permite. Soy judío. La familia de mi padre murió en los campos de concentración”, les dijo a los estudiantes partidarios en Virginia unos días más tarde. “Haré todo lo posible para librar a este país de la fea mancha del racismo que existe desde hace muchos años”.
De hecho, Sanders es el primer judío autoproclamado en ganar unas primarias. Aunque Barry Goldwater, quien obtuvo la nominación republicana en 1964, tuvo padre judío, creció y se consideraba a sí mismo como episcopaliano.
Para Rabinowitz, la vacilante fortuna del exsenador demócrata de Connecticut, Joe Lieberman, ofrece una prueba más de que los políticos judíos se han convertido en objeto de muchos de los mismos vientos contrarios que enfrentan sus colegas gentiles.
“El hecho de que Al Gore eligiera a Joe Lieberman como su compañero de fórmula fue algo importante. Fue algo muy importante en la comunidad. Fue un increíble punto de orgullo étnico”, dijo Rabinowitz al referirse a la contienda presidencial del 2000. “Aun así, cuatro años más tarde cuando se postuló a la presidencia por su cuenta, casi no obtuvo apoyo”.
Lieberman, como candidato y en su cargo, llevaba su religión de manera diferente a Sanders, un autoproclamado socialista democrático cuya política liberal se inspira en el “Nuevo trato” y en líderes sindicales como Eugene V. Debs que en cualquier imperativo talmudista.
A pesar de sus diferentes estilos, la suerte tanto de Lieberman —un judío ortodoxo que no trabajaba en sábado— como de Sanders, quien se ciñe más al judaísmo cultural y étnico que se ha convertido en un elemento básico de la cultura popular estadounidense, representan un distanciamiento completo de la era de los clubes y hoteles que prohibían el ingreso a los hombres y mujeres judías, así como también es muy diferente a la época en la que el joven senador de Massachusetts tuvo que dar un discurso tranquilizador a los votantes en relación a que no recibiría órdenes de la Iglesia Católica.
“Eso es similar al hecho de que ahora hay tres jueces judíos en el Tribunal Supremo, mientras que en décadas pasadas la gente habría dicho que solo hay un puesto para un judío en el Tribunal Supremo”, dijo Nathan Diament, director ejecutivo del Orthodox Union’s Advocacy Center, al referirse a Sanders y a la nueva situación de los judíos en la política. “Afortunadamente, los judíos y el judaísmo son mucho más aceptados como parte de la sociedad estadounidense hoy que hace décadas, en la que se acepta que un judío alcance altos niveles de liderazgo”.
Aún falta ver cómo le irá a Sanders en una contienda de las elecciones generales, donde el centro de atención es más intenso en todos los aspectos de los antecedentes de un candidato y cómo su religión sería percibida por un Partido Republicano que tiende a estar más enfocado en la fe y a ser más receptivos a las referencias cristianas que los demócratas.
La misma encuesta de Pew encontró que el 64% de los republicanos dicen que es “importante” tener un presidente que comparta sus creencias religiosas, en comparación con el 41% de los demócratas.
Sin embargo, Diament señaló que Lieberman tuvo buena aceptación entre los evangélicos.
Cuando se le preguntó cómo serían las elecciones generales con Sanders como el candidato demócrata, Smith de Pew también señaló una historia reciente como orientación.
“En el 2012, vimos como un número significativo de estadounidenses tenían sus reservas sobre el mormonismo, especialmente los evangélicos”, dijo, pero señaló que al final lo que realmente importaba era la afiliación a un partido.
“Si se resumiera a eso y fuera una elección entre un republicano, Mitt Romney, quien era mormón, o el candidato democrático Barack Obama, la elección aclararía las cosas: podrían tener reservas sobre el mormonismo, pero eso no impediría que votaran por Mitt Romney”, dijo.
Sin embargo, aunque la política nacional ha llegado a acogerlos, los ciudadanos judíos, quienes representan solo el 2% de la población de votantes estadounidenses, siguen siendo el grupo religioso que con mayor frecuencia son el blanco.
Según las más recientes estadísticas del FBI, más del 56% de los 1.140 crímenes de odio antirreligiosos que fueron documentados en el 2014 fueron motivados por el prejuicio anti-judío. En Europa Occidental, los judíos han estado bajo una creciente amenaza por parte de grupos de derecha y, en algunos casos de alto perfil, de extremistas islámicos.
Aun así, Maisel cree que el odio persistente, incluso si de vez en cuando estallan en espasmos de violencia, se ha convertido en un valor atípico en la cultura nacional más amplia.
“El antisemitismo no es un valor de la mayoría del pueblo estadounidense”, dijo. “Así que si los políticos usan esa estrategia, llevan las de perder”.