(CNN Español) - Si Francisco tuvo el sábado actividades oficiales - con la recepción que le dio el presidente de México, en el Palacio Nacional -, eclesiásticas - con la reunión con los obispos -, espirituales y peregrinas - con la misa en la Basílica y su visita como hijo de la Virgen de Guadalupe, en los mismos pies de la emperatriz de las Américas -, este domingo es el encuentro del papa con una multitudinaria feligresía.
Es en Ecatepec, en el Centro de Estudios del municipio mexiquense, y es una jornada de masas.
“Tú eres mi Dios y en ti confío”
En su homilía dominical, el papa le pidió a los cientos de miles que abarrotaron el predio denominado El Caracol, que profesaran su fe en voz alta, tres veces, al unísono.
“¿Podemos repetirlo juntos?”, preguntó Francisco. “Tú eres mi Dios y en ti confío”, repitió la multitud al interactuar con su guía espiritual.
El obispo de Roma habló de la cuaresma y de las tentaciones.
Recordó que el periodo que antecede a la Semana Santa es, sobre todo, tiempo de conversión.
Porque a diario, dijo el pontífice, hacemos experiencia en nuestra vida de cómo ese sueño se vuelve continuamente amenazado por el padre de la mentira.
Francisco advirtió sobre los riesgos de la división y el enfrentamiento, que generan una sociedad de pocos y para pocos.
“Cuaresma, tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y proyecto de Dios. Tiempo para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que rompen, dividen la imagen que Dios ha querido plasmar”, expuso Francisco.
Y después enumeró esas tres grandes tentaciones: la riqueza, la vanidad y, la peor de todas, el orgullo.
Por ello, el pontífice pidió optar por Jesús y la misericordia.
“Su nombre es nuestra riqueza, su nombre es nuestra fama, su nombre es nuestro poder y en su nombre una vez más volvemos a decir con el salmo: ‘Tú eres mi Dios y en ti confío’, exclamó el obispo de Roma.
Antes de llegar a Ecatepec
Pero el pontífice no espero a llegar a Ecatepec para acercarse a los fieles.
Salió 15 minutos antes de la hora pactada para su partida. Salió de la Nunciatura, para saludar a varias personas que aguardaron por horas, afuera de la sede de la representación vaticana, para verlo de cerca y alcanzar su bendición.
Por varios minutos, les abrazó, besó a algunos, escuchó brevemente a otros. Estrechaba cuantas manos podía de los cientos que se extendían. El obispo de Roma se veía descansado, estuvo sonriente y animado, a pesar de la mañana fría de este domingo en la Ciudad de México.
Había niños, muchos niños, y muchos enfermos esperando tocarlo.
Y abordó el papamóvil. Y no dejaba de sonreir, incluso cuando el vehículo bamboleó por el desnivel del piso en la salida, de la Nunciatura.
Se puso de pie y se aferró a una barra adaptada en el papamóvil y empezó a bendecir sin descanso a los fieles que acompañaron su recorrido hacia el Campo Marte, donde abordó el helicóptero que lo llevó a Ecatepec, un municipio densamente poblado, llenó de contrastes.
Pero antes de llegar al campo militar, que sirvió de helipuerto, el papa bajó del vehículo, para saludar y fundirse un par de minutos con religiosas y laicos sorprendidos por el detalle del líder de la iglesia Católica.
Y su sencillez se hizo patente, una vez más, al llegar al Campo Marte, cuando saludó de mano y bromeó con los miembros del Estado Mayor Presidencial que le cuidaron. Se despojó de su abrigo y subió al helicóptero.
La aeronave sobrevoló la zona arqueológica de Teotihuacán. El papa pudo admirar, desde el aire, la Pirámide del Sol y la de la Luna. Y el helicóptero siguió hacia Ecatepec, para su encuentro masivo con su feligresía.
La agenda
El papa rezó el Ángelus también en Ecatepec.
Después, almorzó con su séquito en el seminario diocesano de Ecatepec.
Y, por la tarde, visitó el hospital pediátrico “Federico Gómez”, para confortar a los enfermos, en la intimidad de la misericordia.