“Este solía ser un lugar hermoso, pero mírenlo ahora. Ni siquiera podemos caminar por acá”, dijo Jawanah, una habitante que solo dio su primer nombre, a CNN.
Los problemas empezaron cuando las autoridades cerraron el vertedero principal de Beirut en julio, pero no proporcionaron una alternativa.
La basura empezó a acumularse, asfixiando las calles de la ciudad y provocando violentas protestas que llevaron al despliegue del Ejército.
El “río de basura” en Jdeideh empezó hace unos meses cuando un crearon un vertedero improvisado en un patio cerca de edificios residenciales, y ha crecido desde entonces en tanto la crisis de basura sigue sin solución, dicen las autoridades.
Parecía que había una solución a la vista finalmente cuando una firma británica fue contratada para exportar los desechos a Rusia. Pero el plan fracasó el viernes cuando la compañía no presentó el papeleo en el plazo acordado que mostraba que Rusia iba a aceptar la basura, dijo a CNN la portavoz del Consejo de Desarrollo y Reconstrucción de Líbano.
La portavoz Mona Kalot dijo no hay un plan de contingencia en marcha.
“No tenemos una solución, pero estamos trabajando en algo más”, dijo.
“No creo que sea trasladar (la basura) por fuera del Líbano”.
La crisis es solo uno de los muchos problemas que se le atribuyen a la estancada política del país.
Líbano opera bajo un sistema político conocido como “democracia confesional”, en que el poder político e institucional debe ser distribuido proporcionalmente entre sus diversas comunidades religiosas.
Bloqueos causados por luchas internas entre las diferentes facciones del parlamento han impedido la elección de un nuevo presidente desde mayo de 2004, y el país además se enfrenta con el deterioro de los sistemas eléctrico y de alcantarillado y a acusaciones de corrupción.
La crisis de basuras propiciaron un popular movimiento de protesta en agosto llamado “Apestas”, un nombre en relación tanto a la clase política del país como a la basura en las calles.