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Nota del editor: Santiago Cordera es cofundador y director editorial de juanfutbol y colaborador de CNN Deportes. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor. Síguelo en @santicordera

(juanfutbol) – Gianni Infantino es uno de los artifices del fair play (juego limpio) financiero de UEFA, un instrumento de control para regular los gastos de los clubes europeos, pero que en realidad, según la visión de Infantino, también serviría para acortar la distancia entre los equipos todopoderosos y los pequeños de Europa, con el fin de evitar que la diferencia competitiva entre ricos y pobres sea menor que laexistente hoy en día. Así, trataría de contrarrestar el poder financiero de clubes como Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich, Manchester City y PSG, entre otros, para darle mayor oxígeno a equipos de segunda y tercera línea como Valencia, Liverpool, Borussia Dortmund o Nápoles.

Abogado de profesión, ese cuarentón calvo, de cejas pobladas y mirada penetrante, nacido en una pequeña aldea en Suiza, se convirtió en el brazo derecho de Michel Platini. Tuvo que escalar puestos en la dirigencia del fútbol durante 15 años para llegar a la presidencia, en donde ha prometido que en 90 días cambiará la historia de FIFA. ¡Y vaya que cambiará!, pero no solo en materia de transparencia, sino también en lo futbolístico.

Infantino, que presentó sus propuestas junto a Luis Figo, Fabio Capello, José Mourinho, Roberto Carlos, sacando músculo ante las cámaras como Popeye cuando come espinacas, sostiene su programa en tres pilares. El primero va encaminado a crear reformas estructurales y fomentar una buena gobernanza; es decir, un presidente no podrá establecer una dictadura que algunos atribuían a su predecesor Joseph Blatter, sino que máximo podrá estar tres periodos de cuatro años cada uno. Incluirá asesores independientes de la FIFA para salvaguardar la integridad del órgano y darle más autoridad, credibilidad y legitimidad. En pocas palabras, limpiar la imagen de FIFA e incluso restarle poder al presidente para distribuirlo en otras partes. Hasta ahí todo bien.

El segundo pilar se refiere a “la democracia y la participación”. Aquí viene el debate. Infantino propone hacer un Mundial con 40 selecciones en el año 2026. ¿Qué significa esto en términos futbolísticos? Que el nivel de juego que el aficionado espera ver cada cuatro años (que a algunos se nos hacen como 20) será inferior, al haber selecciones con menor calidad, esto en favor de la democracia y participación, diría Infantino. Pero los mal pensados podrían argumentar que no solo se trata de “democracia y participación”, sino también de ganar votos, repartiendo ocho boletos más, distribuyéndolos entre todas las confederaciones, incluido uno para Concacaf y otra para Conmebol, y así ganar la elección presidencial de FIFA.

¿Mayor participación en una Copa del Mundo… para qué? ¿Para darles oportunidad a más selecciones de ganar por primera vez una Copa del Mundo? Los Mundiales los ganan pocos y difícilmente esto cambiará. Menos con la participación de ocho selecciones más, en detrimento del espectáculo. Hoy en día el aficionado tiene acceso a las mejores ligas, ya sea por Internet o por televisión paga. Tiene un criterio mucho más exigente que hace una década. No solo se conforma con ver futbol o la camiseta de su equipo nacional, sino que sigue con marcaje personal a los grandes de Europa, que dictan el ritmo del espectáculo en el balompié. Lo que quiere el aficionado es espectáculo, no solo democracia. Las pequeñas selecciones no dejarán de soñar con vencer a Alemania en la fase de grupos o en cuartos de final, ni tampoco Canadá, al entrar  a un Mundial de 40, soñará con ganar la Copa del Mundo.

El tercer pilar es “desarrollo del futbol”, es decir, llevar el futbol a más países y apoyarlos con más recursos. Infantino diría que parte de este programa es hacer un Mundial con 40 equipos y así asegurar el crecimiento de otras naciones para que en un futuro sean más competitivas. El problema es que en lugar de mantener la competencia sana y futbolística en cada región para incrementar el nivel, con esta medida de 40 selecciones se facilita el boleto a los más poderosos de cada región, como México, que con un boleto más en Concacaf, o sea tres,  seguro pasaría, como algunos dicen, “caminando” o por decreto.

Infantino llega a la presidencia de FIFA, con lo que el organismo tendrá una relación mucho más estrecha con la UEFA. El fútbol europeo cobrará importancia, querrá democratizar este deporte haciendo un Mundial con 40 selecciones en 2026 y apoyando económicamente a países con bajos recursos futbolísticos.

Pero lo más importante a corto plazo es limpiar y transparentar las finanzas, difundir los ingresos y egresos del consejo y sus directivos, para recuperar credibilidad, y luego podrá pensar bien, con calma, sentado en su sillón presidencial, si lo de las 40 selecciones fue solo un mecanismo populista con el fin de ganar votos para dirigir el mundo futbolístico desde Suiza, su país natal.