Río de Janeiro, Brasil (CNN) - Cuando los equipos de demolición llegaron a Vila Autódromo esta semana, Luiz Claudio Silva supo que era tiempo de abandonar su casa.
El barrio occidental de Río en donde vivió los últimos 25 años estaba siendo demolido para crear una ruta de acceso a los principales terrenos de la ciudad en donde se llevarán a cabo los Juegos Olímpicos.
Veinticinco años de recuerdos se fueron en cuestión de minutos cuando la casa de dos pisos que compartía con su familia fue demolida por completo.
“Yo construí esa casa ladrillo por ladrillo y ahora se ha ido”, le dijo Silva a CNN. “Ellos vinieron sin ningún aviso y simplemente lo destruyeron todo”.
“Brasil: hogar de un residente de la favela lucha contra el desalojo por las demoliciones para los Juegos Olímpicos” escribió en Twitter @AmazonWatch.
Durante los últimos tres años, Silva y su esposa, María da Penha, han dirigido un movimiento de resistencia luchando para preservar la tranquila favela localizada en el terreno que fue designado por la ciudad para los Juegos Olímpicos de 2016.
La oficina del alcalde le ofreció la adquisición o un alojamiento alternativo en nuevos condominios a la mayor parte de las 800 familias que una vez vivieron allí, pero muchos, como Silva y Penha, no querían salir de su comunidad.
Un video amateur de una confrontación entre la policía y los residentes surgió en junio pasado, cuando la policía pateó a una mujer y dejó a un anciano con una lesión en su cabeza ensangrentada.
De acuerdo con el alcalde de Río, Eduardo Paes, el proyecto original requería la evacuación de menos de un tercio de las familias. Sin embargo, durante una rueda de prensa esta semana, él dijo que la mayoría de los residentes de Vila Autódromo quería irse.
“La mayoría de las personas vivían en condiciones precarias”, dijo Paes. “Lo que nosotros les estábamos ofreciendo eran apartamentos mejores y más atractivos que lo que ellos tenían”.
Muchas de las familias se reubicaron en proyectos federales y municipales de vivienda equipados con apartamentos modernos, piscina y otras comodidades, aunque según los informes de los medios de comunicación locales, ellos se han quejado del trabajo de muy mala calidad en las viviendas.
Esta semana, Paes le mostró a los periodistas las diapositivas del plan de urbanización proyectado para el área, en donde se construirán 30 casas y dos escuelas antes de los Juegos Olímpicos en agosto.
Aunque los residentes dijeron que nunca habían visto el plan, Paes afirmó que a las familias restantes se les ofrecerá viviendas en el nuevo vecindario.
Silva y Penha se mantienen escépticos y creen que su casa fue destruida para dar lugar a condominios de lujo y a la especulación inmobiliaria que rodea a los Juegos Olímpicos de Río en agosto.
Por ahora, ellos permanecerán en la iglesia de Vila Autódromo –una de las últimas edificaciones del barrio que están en pie– a donde amigos y vecinos los han ayudado a mover sus pertenencias.
“Perdimos la batalla, pero no hemos perdido la guerra”, dijo Silva, mientras empujaba su polvoriento sillón verde hasta la entrada de la iglesia. “Sabemos cuáles son nuestros derechos. Tenemos la ley de nuestro lado y nos vamos a quedar aquí hasta el final”.