Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Encuentro. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
Para los grupos de defensa de los derechos humanos, el presidente Barack Obama llega a Argentina en mala hora.
Y anuncian que no van a participar en el homenaje a las víctimas de la última dictadura militar que desangró el país.
La ceremonia será esta jueves cuando se cumplen 40 años del golpe de Estado de 1976.
Que la visita de Obama haya coincidido con ese 40 aniversario no ha sido bien encajado por algunos sectores de la izquierda y por buena parte de los adversarios de Mauricio Macri.
Algunos arguyen que Estados Unidos apoyó y orquestó la represión militar en América del Sur en los terribles años setenta.
Antes de preguntar si se debe responsabilizar a Obama de lo que hizo su país hace 40 años, cuando él era un niño, me gustaría recordar dos hechos, puros y duros. Como todos los hechos, por tremendos que sean.
Hace menos de una semana Estados Unidos anunciaba la desclasificación de documentos relacionados con la dictadura argentina.
Por primera vez se incluyen registros del Ejército y de la inteligencia, ha dicho Susan Rice, la asesora de seguridad nacional de Obama.
Por tanto se podrá saber más del Plan Cóndor, el tenebroso sistema de cooperación que, con la ayuda de Washington, las dictaduras latinoamericanos, asesinaban, secuestraban, traficaban cadáveres y prisioneros vivos, intercambiaban información y hasta regalaban recién nacidos. Jamás los represores fueron tan diligentes y efectivos.
En 2002, con Bush hijo en la Casa Blanca, Estados Unidos desclasificó casi 5.000 documentos sobre la guerra sucísima que libró la dictadura argentina contra sus opositores. Ese es otro hecho.