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Nota del editor: Susan Hasler pasó 21 años en la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en muchos puestos, entre ellos el de analista contraterrorista, y es la autora de “Intelligence: A Novel of the CIA” (Inteligencia: una novela de la CIA). Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente de ella.

(CNN) – Trabajé en el centro antiterrorista de la CIA durante el 11-S. En esa época, la palabra que solía usar más a menudo para describir mi vida era “estresante”. Ahora que veo hacia atrás, la palabra que usaría es “resguardada”.

Susan Hasler.

Después de un ataque terrorista, nosotros cavábamos y trabajábamos. Era difícil encontrar tiempo para ir al baño, mucho menos para prestar atención a la respuesta pública de Estados Unidos.

Los cortos plazos de entrega, las exigencias para reuniones informativas y una avalancha de información entrante significaba mantener tu cabeza hacia abajo. Remar con fuerza y vivir.

En ese momento, pensaba que era un ambiente hostil. Estaba lleno de personas aferradas a sus opiniones y contenciosas. Teníamos que defender cada palabra que decíamos y escribíamos, pero se podría decir que cada uno se mantuvo, más o menos, aferrado a las reglas que habían sido martilladas dentro de nosotros mediante nuestro entrenamiento: respaldar los argumentos con pruebas. Proporcionar fuentes de información y dar una versión sincera de su confiabilidad. Aprender a tratar con personas con diferentes ideas de una manera más o menos profesional y tomar sus ideas en cuenta. Mantener la emoción fuera de ello.

Aprendimos a ser escrupulosamente –alguien podría decir que excesivamente– cuidadosos acerca de lo que decíamos porque las palabras tienen consecuencias. Nuestras palabras podrían afectar la política o la diplomacia. Ellas podrían guiar una bomba.

Dejar la agencia en 2004 y obtener mi información a través de los medios de comunicación (tradicionales y sociales) ha sido el equivalente intelectual de quedarse fuera de un sauna y rodar en la nieve. Las personas hacen las afirmaciones más incendiarias e irresponsables como si expusieran hechos indiscutibles. Casi nadie te dirá en dónde obtuvo su información. La repetición y el volumen intentan tomar el lugar de la corroboración.

Una atmósfera semejante rápidamente puede volverse venenosa tras un ataque terrorista. Los grupos anti-musulmanes adoptan la mentalidad de los terroristas y se convierten en su imagen en el espejo. Un candidato presidencial proporciona material para los videos de reclutamiento terrorista.

Objetivo de los terroristas

Nunca es una buena idea hacer lo que los terroristas quieren que hagas, sin embargo, son muchas las personas que están haciendo exactamente eso. El objetivo de los grupos terroristas no es simplemente matar personas, sino influir en su grupo objetivo.

Los grupos como ISIS y al Qaeda se han propuesto convencer a la comunidad musulmana a nivel mundial de que está bajo el ataque de los infieles y que la única solución es la guerra santa islámica a nivel mundial. Sus propios ataques no son suficientes para dirigir su mensaje a casa.

Ellos necesitan una respuesta de odio a esos ataques para lograr su objetivo. Todo esto –la violencia y la retórica en contra de los musulmanes y las exigencias para prohibir y registrar a los musulmanes– resulta maravillosamente a favor de sus planes.

Un grupo extremista puede reducir el número de ataques o abandonarlos si la violencia empieza a operar en contra de sus objetivos. Esto normalmente sucede cuando la espantosa naturaleza de las acciones terroristas causa que el grupo sea profundamente rechazado por su público objetivo y pierde su financiamiento y sus reclutas.

Muchos musulmanes han acudido a las redes sociales para decir que los terroristas no representan a su religión y los rechazan. Esto es bueno, sin embargo, cuando un musulmán dice: “Yo no soy un terrorista”, en las redes sociales a menudo se encuentra con la respuesta: “Sí lo eres”, acompañada por imágenes de decapitaciones. Yo no puedo imaginar algo más contraproducente.

El mensaje de los terroristas y los activistas anti-musulmanes es el mismo: si el enemigo es el mal, entonces lo único bueno y justificado que se debe hacer es odiar y destruir a ese enemigo. Los terroristas escriben justificaciones “religiosas” por lo que hacen, para quienes atacan y por las armas que usan. Ellos ven estas justificaciones como absolutas.

De la misma manera, los activistas anti-musulmanes te dirán que cualquier cosa que no sea odiar a los musulmanes es inmoral. Justificarán su odio mediante la enumeración de las atrocidades cometidas por los terroristas en contra de los cristianos. Ambos grupos comercian con el miedo. Ambos grupos trabajan para promover y ampliar la violencia.

El instinto por devolver el golpe después de los ataques es comprensible, pero las demandas para “convertir la arena en vidrio” son peligrosas e ingenuas. ¿No aprendimos nada del “choque y temor” infligido sobre Iraq después del 11-S? Atacamos un objetivo que no tenía nada que ver con el ataque. Creamos toda una nueva generación de terroristas y aumentó el peligro proveniente de los terroristas que ya estaban en medio de nosotros. Eso es lo que pasa con los grupos terroristas internacionales: están en todas partes y no puedes bombardearlos para hacerlos desaparecer.

Creo que la forma más efectiva de luchar contra el terrorismo y secar el reclutamiento es trabajar más duro para separar a los terroristas de su público objetivo, hacer énfasis en que los terroristas deforman el islam. Centrar los esfuerzos de manera exhaustiva en los individuos que realmente cometen y facilitan el terrorismo e ir tras ellos con fuerza y producir el menor daño colateral posible.

Construir alianzas fuertes en el mundo musulmán porque no puedes luchar eficazmente contra los terroristas sin la cooperación musulmana. No podríamos haber logrado ninguno de los éxitos pasados contra los terroristas sin ello. Por último, debemos aprender a ser pacientes. Es más importante dar un golpe de manera inteligente que rápidamente.

Desafortunadamente, ese tipo de respuesta nunca será popular.

Las figuras políticas toman el camino fácil

Ellos favorecen la necesidad psicológica de devolver el golpe, la necesidad de hacer algo rápido y espectacular. Ir, atacar y acabar con alguien… una dirección que también tiene la ventaja de utilizar una gran cantidad de material y enriquecer a los contratistas de defensa que contribuyen en gran medida a las campañas políticas. (Trump tuiteó el domingo por la tarde sobre el ataque de Lahore, al que llamó “otro ataque islámico radical” y dijo: “Yo solo lo puedo resolver”).

Las ideas y soluciones originales para los problemas surgen del punto medio, de la voluntad de cambiar tus nociones preconcebidas al considerar nuevas ideas.

Los terroristas, los extremistas anti-musulmanes y los políticos que se benefician de su ira están tratando de hacer del punto medio una tierra de nadie. Si no estás con nosotros, estás contra nosotros. Nunca admitas que tu lado comete errores o que es culpable de alguna transgresión.

Los políticos se gritan temas de conversación unos contra otros sin comprometerse en el tipo del debate intelectual verdadero que conduce a la comprensión y a las soluciones. Si alguna vez vamos a reducir el peligro del terrorismo, no debemos cederle el escenario a los ignorantes, a los enojados y a los oportunistas.