Nota del editor: Michael D’Antonio es el autor del nuevo libro The Truth About Trump (La verdad sobre Trump). Las opiniones expresadas en el artículo son responsabilidad del autor.
(CNN) – Mike Pence parece estar aprendiendo esto rápido, Donald Trump no acostumbra pensar mucho antes de hablar.
En medio de la creciente preocupación de que Rusia estuviera detrás del reciente hackeo que sufrieron las cuentas de correo del Comité Nacional Demócrata, Trump dijo que espera que los rusos tengan los correos de Hillary Clinton de sus días como secretaria de Estado. Pence, compañero de fórmula de Trump, se distanció rápidamente de esa postura, diciendo que debería haber “consecuencias graves” para cualquier potencia extranjera que se inmiscuya en una elección estadounidense.
El desacuerdo entre Trump y Pence, quien fue legislador y habló como se espera que hable un líder nacional, se produjo después de los comentarios hecho por Trump en una conferencia de prensa convocada en uno de sus campos de golf en Florida. En su característico estilo, Trump tomó a la ligera la supuesta intromisión rusa en los asuntos del país. “Rusia, si estás escuchando”, dijo, “espero que puedas encontrar los 30.000 correos electrónicos perdidos. Creo que serás muy bien recompensada por nuestra prensa”.
Los correos demócratas hackeados, que incluían algunos que desvirtuaban al rival de Hillary Clinton, Bernie Sanders, fueron divulgados por WikiLeaks en la víspera de la Convención Nacional Democrática y forzaron la renuncia de la presidenta del comité nacional Debbie Wasserman Schultz. El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, señaló que pretendía dañar la campaña de Hillary Clinton con la divulgación. Assange, que lleva años viviendo en la embajada de Ecuador en Londres, evitando la extradición a Suecia, dijo que “nadie sabe quién es nuestra fuente”.
La única fuente mencionada con frecuencia por los colaboradores de Clinton, así como por expertos como el conservador George Will y los servicios de inteligencia de Estados Unidos, es el gobierno ruso liderado por Vladimir Putin. (La mejor evidencia de ese vínculo fue descubierta por un profesor británico que la dio a conocer a principios de este mes.)
Trump no ha ocultado su admiración por el líder ruso, y no olvidemos que se trata del hombre que ordenó la toma forzosa de Crimea, invadió Ucrania e intimidó a sus opositores en casa. Cuando se le preguntó por el historial de Putin, que incluye acusaciones de haber asesinado a periodistas, Trump desestimó la preocupación, diciendo que no hay evidencia para apoyar los cargos. “Al menos él es un líder, no como lo que tenemos en este país”, dijo Trump con admiración.
La fascinación de Trump con Rusia
Por mucho tiempo Trump ha estado fascinado con Rusia y, antes de su disolución, la Unión Soviética. Durante principios de los años 80, declaró a The Washington Post que el presidente Reagan debió encomendarle a él la misión de negociar acuerdos sobre armas nucleares con la URSS.
“En una hora y media aprendería todo lo que hay que aprender sobre misiles”, dijo, aunque declinó decir exactamente qué hubiera hecho él con los arsenales con el poder suficiente para destruir el mundo varias veces. Con todo, aseguró al diario que, “Es algo que debería hacer alguien que sepa cómo negociar y no el tipo de representantes que he visto en el pasado”.
En ese entonces, cuando se ofrecía como voluntario para el trabajo, los principales logros de Trump no iban más allá de la renovación de un gran hotel en la Terminal Grand Central y la construcción de la Torre Trump en la Quinta Avenida de Manhattan. La negociación fue sin duda un factor en estos éxitos, pero dependía mucho más de las conexiones políticas y de la fortuna de 200 millones de dólares amasada por su padre durante sus décadas de trabajo como promotor inmobiliario local.
En aquella época, como ahora, no había evidencia que sugiriera que Trump fuera un talentoso diplomático. De hecho, dada su tendencia a insultar a otros, parecía la persona menos idónea para manejar un asunto tan delicado.
Ningún funcionario del gobierno de ninguno de los dos partidos ha invitado jamás a Trump para ser parte de las negociaciones de control de armas llevadas a cabo entre Estados Unidos y Rusia. Sin embargo, en esa década de 1980 acometió varios intentos para hacer negocios en Moscú.
En 1987 viajó allí y dio a entender que iba a reunirse con el líder Mikhail Gorbachov, pero el encuentro nunca ocurrió. Trump no cerró ningún acuerdo para hacer negocios en Rusia. Desde entonces, sus rivales en el negocio hotelero, incluyendo Ritz Carlton y Hilton, han establecido operaciones allí, pero no Trump. Como él mismo ha dicho, tiene “cero inversiones” en Rusia.
Dinero ruso
Pero tener cero inversiones no significa que Trump no tenga relaciones con rusos poderosos. De hecho, como Donald Trump Jr. señaló en 2008, los rusos invierten en propiedades de Trump. “Llega mucho dinero de Rusia”, dijo en una conferencia según una publicación denominada eTurboNews citada por The Washington Post. En 2013, Trump padre celebró el concurso de belleza Miss Universo en Moscú. Aunque estaba invitado, Putin no acudió. (Envió un regalo y una nota.) Trump informó que “casi todos los oligarcas estaban presentes”.
Durante la actual campaña presidencial, Trump se ha alejado de la corriente política dominante, donde Putin es generalmente considerado como un rival autoritario de Estados Unidos y de Occidente. Cuando Putin lo elogió, Trump respondió que dicho elogio era “un gran honor”. Meses después Trump dijo en un mitin que no renegaría del apoyo de Putin. “¿Un tipo me llama brillante y reniego de eso? No renegaré”.
Teniendo en cuenta la admiración mutua, tras aparecer en el mismo episodio del programa de noticias “60 Minutes”, Trump declaró ante la audiencia que asistía a un debate republicano, “Lo conocí muy bien en ‘60 Minutes’. Fuimos compañeros”. A pesar de que estos comentarios daban la impresión de que Trump conoció a Putin, nunca se conocieron. (Al menos eso es lo que Trump dice ahora.)
Manafort y Ucrania
Si Trump quisiera establecer hoy una relación con Putin podría usar a su propio equipo de campaña para que le allane el camino. El jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, ha estado involucrado en la política de Ucrania durante al menos 10 años. Siendo un consultor político, se sabe que Manafort asesoró al partido pro-ruso de Viktor Yanukovich. Manafort pulió el estilo de Yanukovich y su cliente finalmente llegó a la presidencia de Ucrania en 2010.
En su corto reinado Yanukovich se convirtió en un hombre extremadamente rico que vivía en una enorme finca, construida con fondos públicos, cuyos terrenos contenían un zoológico, una reproducción de un antiguo galeón y una colección privada de autos. Cuando un levantamiento pro-occidental lo obligó a huir del país, dijo que Putin, “ayudó a que mi seguridad me sacara y salvara mi vida”.
A pesar de que acaso sea el único rescatado por Putin, Viktor Yanukovich no era el único líder autoritario que recibía la ayuda de la firma consultora de Manafort. En un informe publicado en 1992 por el Center for Public Integrity, se reveló que la lista de clientes de la firma incluía numerosos regímenes despóticos. Trump parece tener una afinidad parecida con los líderes autoritarios.
Durante la campaña, Trump ha expresado su admiración por Kim Jong Un de Corea del Norte, Muamar Gadafi y Sadam Hussein. Lo que Trump admira en estos hombres es el rasgo que admira en sí mismo, la fuerza manifestada en sus éxitos.
A lo largo de su vida, desde sus días como cadete en la Academia Militar de Nueva York, Trump se ha afanado en alcanzar objetivos personales - el poder, la riqueza, la fama - a través de la demostración de fuerza. Trump ve un alma gemela en los hombres que sufren el complejo de déspota (strongman complex), que alcanzan el poder a golpe de pura voluntad y ejercitándola sin piedad. Para gran parte del mundo occidental, Putin es el último ejemplo de esta dinámica. Y al igual que Pence, muchas personas estarían de acuerdo en que Trump juega un juego arriesgado al alentar al líder ruso.