Nota del editor: David Axelrod es comentarista político de CNN y anfitrión del podcast “The Axe Files”. Fue asesor del presidente Barack Obama y jefe estratega de sus campañas de 2008 y 2012. Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor.
(CNN) – Es difícil creer, como algunos han sugerido, que Donald Trump quiera perder su campaña por la presidencia. Después de todo, su imagen, marca y mensaje se cimentan alrededor de una palabra: “Ganador”.
Sin embargo, si Trump estuviera efectivamente conspirando para descarrilar esta carrera, su conducta no habría sido diferente de la que ha mostrado durante los últimos seis días.
Desde su innecesario y desconcertante ataque a Ghazala Khan, la madre ‘Gold Star’ que apareció en la Convención Nacional Demócrata, Trump ha venido encadenando un comentario preocupante tras otro.
Entre ellos, pareció defender la anexión de Crimea por parte de Rusia, sugirió que las elecciones podrían estar “amañadas”, echó a un bebé de uno de sus mítines, bromeó acerca de obtener el Corazón Púrpura de manera fácil y se negó a respaldar a dos importantes republicanos - el representante Paul Ryan y el senador John McCain - contra oponentes menores en las primarias.
Todo esto se produjo mientras Hillary Clinton y los demócratas concluían una bien redondeada convención, donde una sucesión de oradores elogiaron a la exsecretaria de Estado mientras ofrecían una imagen de Trump como desequilibrado y peligroso.
“Un hombre que puedes provocar con un tuit no es un hombre a quien puedas confiar armas nucleares”, dijo Clinton en su discurso de aceptación, resumiendo en una frase los crecientes temores sobre el temperamento y la preparación de Trump.
La desmedida grandilocuencia de Trump en la estela de la convención demócrata sólo pareció validar el argumento que Clinton y otros esgrimieron contra él. Y sus malhumorados arrebatos post-convención ocasionaron que varios prominentes republicanos lo rechazaran, quizás facilitando el camino para que otros hagan lo mismo.
“Primero soy estadounidense y luego republicano”, dijo a CNN el representante Adam Kinzinger de Illinois, un veterano de la guerra de Iraq y reservista militar. “Me digo, personalmente, ¿cómo puedo apoyarlo? Porque él ha cruzado tantas líneas rojas que un comandante en jefe o de un candidato a comandante en jefe nunca debe cruzar”.
Solo en la última semana, otros dos miembros republicanos de la Cámara, Charlie Dent de Pennsylvania y Richard Hanna de Nueva York, se han manifestado en contra de la candidatura de Trump. También lo hizo la empresaria republicana Meg Whitman y Marc Racicot, exgobernador de Montana y presidente del Comité Nacional Republicano. Seguramente habrá otros entre ahora y noviembre.
Todavía quedan más de 90 días, una eternidad en la política. Y Clinton también carga con sus propias losas políticas bien documentadas.
Pero, como dije hace años, las carreras presidenciales son como imágenes de resonancia magnética del alma. Quien quiera que seas, la gente llega a conocerte.
Los líderes republicanos esperaban que su tempestuoso e improvisado abanderado emergiera de la convención con un nuevo enfoque y disciplina.
En cambio, Trump ha quedado más expuesto. Sus reacciones erráticas y mezquinas y el arrogante desprecio de los hechos básicos que hemos visto a lo largo del año han destacado aún más en estos últimos días.
Es poco probable que ese rasgo desaparezca ante el inexorable aumento de las presiones de la campaña.
Así que no, no creo Trump quiera bajarse de la contienda. No creo, como han especulado algunas élites, que su comportamiento busque evitar los increíbles poderes que inconscientemente cree no estar preparado para detentar.
Así es él.
Habiendo menospreciado al ‘establishment’ del partido y la “corrección política” para ganar una nominación improbable, simplemente está siendo fiel a sí mismo y a sus seguidores, respondiendo a cada provocación con furia plena e indiscriminada que concuerda con el enojo que ellos sienten contra la clase política.
El reto de Trump es que, precisamente lo que fascinó a los 13 millones de votantes que lo hicieron el candidato republicano… puede haberlo descalificado ante los ojos de decenas de millones más cuyo voto necesitaría para alcanzar la presidencia.