(CNN) – No poder ser madre es algo que le rompe el corazón a cualquier mujer.
Pero en un área rural de la India, la infertilidad lleva consigo un estigma adicional, las mujeres pueden ser marginadas por sus familias y la sociedad.
Cuando Saalamurada Thimmakka y su esposo Sri Bikkala Chikkayya se vieron sin hijos luego de 25 años de matrimonio, ella tuvo que lidiar con ese vacío de una manera poco usual.
La campesina analfabeta de Karnataka, una localidad al sur de la India, plantó cientos de árboles, a los que la pareja ha alimentado, regado y cuidado como su fuesen “niños”.
“Era mi destino no tener hijos”, dice Thimmakka a CNN. “Y por eso, planee plantar y cultivar estos árboles y obtener bendiciones. Hemos tratado a estos árboles como nuestros hijos”.
Heroína de la naturaleza
Se cree que el bosque tiene un total de casi 300 árboles, un logro notable considerando que se trata de una zona árida y con poca lluvia. Se extiende por cuatro kilómetros a ambos lados de la carretera, desde el pueblo de Thummakka de Hulikal a Kudur.
Sus esfuerzos la han hecho merecedora de muchos premios y reconocimiento por su labor ambientalista. Una fundación fue creada en su nombre y recibe, frecuentemente, invitaciones para sembrar árboles alrededor de la India.
Aunque nunca fue a la escuela, Thimmakka forma parte del plan de estudios en la India, y hasta un poema le han dedicado.
Y las bendiciones que Thimmakka buscaba parecen estar en camino, aunque no hay una partida de nacimiento para confirmar esto, la apasionada mujer dice que tiene 105 años y que está “muy contenta” de la vida que ha llevado.
“Estoy muy feliz de ver todos mis hijos. Hemos cuidado estos árboles con amor y estoy feliz y orgullosa”.
Los frutos de su trabajo no los cosechó fácilmente, luego de trabajar largos días en el campo, tenía que cavar la tierra, plantar pequeños árboles que pudo recolectar de un área local y trasladar agua por kilómetros para poder regar los árboles.
“Algunas veces no llueve”, dice Thimmakka. La mujer riega los árboles hasta cuatro veces a la semana, mientras que le reza al dios de la lluvia, Dev Indra.
Su esposo, que ya falleció, la ayudaba a llevar el agua y a plantar arbustos espinosos para proteger los árboles de animales salvajes.
Su trabajo ha dado a la aldea y al estado un gran legado. Los Banyans no solo son valiosos para la leña y los muebles, sino que el ministro de la región dedicó una suma de dinero para continuar los esfuerzos de conservación.
Un niño
Y las bendiciones le llovieron de una manera especial.
Atraído por su extraordinario trabajo de conservación, Sri Umesh, en ese entonces un niño de 14 años, buscó a Thimmakka.
“Estaba motivado por los pensamientos y el trabajo de Saalumarada Thimmakka y vine a conocerla”, dijo Umesh a CNN. “Compartí con ella mis puntos de vista sobre la conservación, estaba feliz y me adoptó. Para mi fue un momento especial y feliz”.
Umesh, quien desde temprana edad sintió pasión por el ambientalismo, recibió el permiso de sus padres biológicos para ser adoptado por Thimmakka. “Es una pregunta difícil de hacer. Para serte sincero, los tres son mis padres”.
Desde su adoptación, Umesh ha seguido los pasos de Thimmakka. En la actualidad el presidente de su fundación y tiene un vivero que distribuye árboles a campesinos. “No quería que estuviera sola”, dice.
Juntos, madre e hijo incentivar a otros a seguir el ejemplo, a plantar árboles para futuras generaciones.
“Tengo una sugerencia para todos: Nacemos como humanos y moriremos como humanos, pero para vivir necesitamos conservar la naturaleza. No podemos vivir sin el medio ambiente”, dice Umesh.
“Todos –desde niños hasta ancianos– deberían sembrar árboles”, dice Thimmakka. “Será algo beneficioso para todos”.