(CNN Español) – Fidel, el rebelde, surgió como una de las grandes figuras de la mitad del siglo XX.
Y es que todo sueño juvenil quiere siempre ser rebelde. Las mentes deseosas de cambios se sienten atraídas por la Revolución.
Eso fue lo que cautivó a muchos en América Latina y en el mundo. Había un tipo de héroe que triunfaba en el continente, al menos en Cuba. Algo que no lograba nadie con sueños revolucionarios desde los tiempos de Simón Bolívar.
Pero la realidad pasó a ser rápidamente el concreto que sepultó la torre de ideales de muchas personas.
Fidel, el rebelde, se tornó en Fidel el dictador, persiguió a sus detractores, asumió todos los poderes y los ejerció con fuerza.
A los cubanos no les quedó más que volver a soñar con la libertad.
Fidel se movió por el mundo como un pequeño gigante. Un dios y un demonio… un protagonista, apoyado por quienes tenían sentimientos anti-estadounidenses.
Cinco décadas pasaron. La Guerra Fría terminó, la Unión Soviética desapareció, la globalización se hizo ubicua y 11 presidentes pasaron por Estados Unidos… a todos los cuales enfrentó.
Fidel era ya el mito. El mundo y muchos cubanos ya le habían dado la espalda. Le exigían libertad.
Y después, aún en la reserva, siguió siendo referencia para quienes lo aman o lo odian.
Nadie puede estar en el poder por tanto tiempo sin que los sueños rebeldes se disipen.
Y hoy por hoy, fotos como la del Che Guevara, su eterno compañero en la Revolución, forman parte de la cultura popular.
Fidel Castro es ahora el recuerdo.