(CNN) – Para Sabelo Chonco, de 22 años, su época de adolescencia no fue exactamente igual que para los demás a su alrededor.
Mientras sus mejores amigos pedían a las chicas para salir, él tenía pavor solo de pensarlo.
Temía que descubrieran el secreto que pesaba sobre él desde hacía años.
“No fue fácil, porque la gente comenzó a salir con alguien en 10º grado, y yo tenía miedo”, dijo Chonco, recordando su adolescencia en el estado sudafricano de KwaZulu-Natal. “Todos mis amigos tenían amigas, pero yo tenía miedo”.
A los 16 años, el motivo de preocupación de Chonco no era la habitual angustia e incomodidad. Él es VIH-positivo - y lo es desde su nacimiento.
“La estrategia que usaba era fingir que sabía todo y había estado en una relación”, dijo.
A diferencia de muchas personas infectadas con VIH, Chonco nunca había tenido relaciones sexuales. Descubrió que era VIH-positivo con 14 años.
“Yo estaba muy enfermo y me llevaron al hospital”, recordó, acerca de lo que pudieron haber sido las primeras etapas del SIDA, ya que no estaba recibiendo tratamiento. “Después me dijeron que tengo VIH”.
Habla en voz baja cuando se acuerda, recordando la situación a la que se enfrentó a una edad tan temprana. La madre de Chonco murió en 2004. Se sospecha que la causa fue el SIDA, pero no puede confirmarlo porque nunca reveló su condición a su familia.
“Ella murió y nunca le dijo a nadie”, dijo. Él cree que ella sabía su estado, ya que cuando era niño, entraba y salía del hospital cuando ella aún estaba viva. Cree que su madre tuvo miedo de decirle la verdad.
“Sé que lo tengo por mi madre, porque no hay otra forma de que me hubiera contagiado en ese momento”, dijo. “Era demasiado joven”.
Y entonces allí estaba, con 16 años, rodeado de amigos que estaban teniendo relaciones y, lo más preocupante, sexo.
A esta edad, Chonco sigue procesando que su madre probablemente tenía VIH y que él lo había contraído de ella durante el embarazo.
Él mintió sobre sus experiencias no solo por miedo a infectar a los demás, sino también porque temía ser juzgado. “En nuestra zona, algunas personas todavía tienen miedo”, dijo sobre el estigma que rodea al VIH, a pesar de lo frecuente que es la infección: en KwaZulu-Natal, casi el 40% de los adultos son seropositivos. “Al principio, fue difícil”.
Ahora, él ha tenido una relación estable, pero sigue siendo discreto acerca de quién le deja entrar en su corazón. “Tienes que decirle a tu novia cómo eres, porque no puedes infectarla”, dijo.
Su ideal, explicó, es algún día enamorarse de alguien que también sea VIH-positivo, para que puedan compartir la experiencia, sin el estigma, e incluso tener hijos si ambos se adhieren al tratamiento. El tratamiento continuo puede hacer que los niveles del virus sean indetectables en la sangre.
Sin embargo, un paso a la vez, advierte. “Quiero lograrlo primero”.
La caída en los números de los nacidos con VIH
Casos como el de Chonco son menos comunes y es probable que disminuyan aún más en los próximos años debido al éxito de los programas de prevención en la transmisión de madre a hijo, conocidos como PMTCT, ahora rutinaria en todo el mundo.
Estos programas incluyen el seguimiento a todas las mujeres embarazadas con VIH, proporcionando un tratamiento inmediato con antirretrovirales en caso necesario e, incluso, proporcionando un curso corto de tratamiento para sus bebés para evitar que se desarrolle la infección.El tratamiento puede reducir la probabilidad de transmisión entre un 45% y un 5%.
Se estima que más del 95% de las mujeres embarazadas en Sudáfrica recibieron PMTCT en 2015, según ONUSIDA, lo que se traduce en más de 250.000 mujeres. Eso significa que cada vez menos jóvenes tendrán que enfrentarse a una situación como la de Chonco.
Pero hoy en día, las personas que nacieron con VIH tienen una serie de problemas y retos, sociales y psicológicos.
“Los desafíos que (los adolescentes) enfrentan ahora son diferentes a la míos”, dijo Chonco. “Hoy en día, quieren dejar el tratamiento. Creo que la presión de grupo está ahí porque los amigos no lo están tomando”.
El reto de la adherencia está presente en todas las edades en los infectados con VIH, pero para las personas que nacen con la infección, el tomar los medicamentos durante tantos años, puede crear ganas de rebelarse durante la adolescencia.
“Para algunos, tomar pastillas toda su vida es simplemente demasiado en sus años adolescentes, y tienen un verdadero sentido de querer tomar un descanso”, dijo Linda-Gail Bekker, presidente de la Sociedad Internacional contra el SIDA. Bekker trabaja con adolescentes en el otro lado del país, en Ciudad del Cabo, pero ve los mismos retos.
Según una estimación de 2015, 790.000 personas de entre 15 y 24 años viven con VIH en Sudáfrica. El país en su conjunto tiene una de las tasas más altas de VIH en el mundo, con unas 7 millones de personas infectadas y 380.000 nuevas infecciones en 2015.