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Un día con el presidente de Lonely Planet en Colombia
03:15 - Fuente: CNN

(CNN Español) – ¿Cómo son las vacaciones del presidente de Lonely Planet, un viajero nato que a los 28 años conoce casi 40 países y más de 200 ciudades? ¿Vuela a parajes lejanos y desconocidos? ¿Se queda en casa, tranquilo?

“Hago lo mismo que todo el mundo”, dice Daniel Houghton mientras sonríe tímidamente (es un hombre más bien callado y tímido). “Trato de ir a algún lugar al que nunca haya ido”.

“El mundo es un lugar muy interesante como para que me aburra viajando”, insiste.

Daniel Houghton tiene 28 años. Es fotoperiodista y un amante de viajar y de los viajes. Le fascinan los aeropuertos.

Hace unas semanas, Houghton visitó Colombia y CNN en Español lo acompañó en exclusiva en un recorrido que hizo por el Parque Nacional Natural Chingaza, un lugar a 130 kilómetros de Bogotá que abastece de agua al 70% de la capital colombiana. Es un paraíso prácticamente inexplorado tanto por los locales como por los turistas extranjeros y en el que es posible acampar y ver, entre otras cosas, la flora típica de los páramos, venados, osos y aves de muchos tamaños y colores.

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Quienes lo acompañaban -algunos guías, directivos de Procolombia (la entidad del gobierno que promueve el turismo del país en el exterior) y del Sistema de Parques Nacionales Naturales- estaban muy pendientes de él, pero él no les prestaba atención. Solo quería mirar, contemplar, oler, disfrutar. Tomar fotos muy bien escogidas -no en cualquier parte ni de cualquier punto- con su cámara análoga y con su iPhone.

Houghton puede viajar sin ninguna compañía, con su familia o con algunos amigos. Pero nunca en grupos grandes. Y tiene claro que cuando se viaja nunca se está solo, porque viajar siempre brinda la oportunidad de conocer personas y hacer amigos.

El Parque Nacional Natural Chingaza no solo es un lugar muy lindo. También es muy importante para Colombia, pues provee el 70% del agua que consumen Bogotá -con unos 8 millones de habitantes- y varios municipios cercanos.

El azar del destino

Daniel Houghton parecía predestinado a trabajar en la industria de viajes. Hijo de dos empleados de aerolíneas -su padre es mecánico de Delta Airlines y su madre es azafata- cree estar seguro de que la primera vez que voló en un avión lo hizo con dos, tal vez tres semanas de nacido.

¿Su destino era viajar y vivir de los viajes? “No lo sé. He pensado en eso durante mucho tiempo y viajar es algo que siempre he amado hacer; así que sí, tal vez era algo inevitable”, responde con calma.

Segundos después, tal vez porque siente que le quedó incompleta la respuesta, añade: “Pero es una industria maravillosa porque a veces te permite ver el mundo, como ahora en mi caso, aquí en Colombia, y otras veces te permite pensar sobre ese mundo. Hacer de eso tu trabajo y tu forma de vivir es muy divertido”.

Houghton tenía solo 24 años cuando fue nombrado director ejecutivo de Lonely Planet, que tiene el catálogo de guías de viaje más grande del mundo, con casi 600 títulos publicados y 120 millones de libros impresos en 11 idiomas.

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La revolución digital

Para lograr convertirse en presidente de esta prestigiosa compañía, Houghton tuvo que ganarse la confianza de Brad Kelley, un millonario estadounidense que forjó su fortuna gracias al tabaco y los bienes raíces.

Kelley un día se encontró un trabajo audiovisual que Houghton realizó y compartió por internet en su canal de Vimeo, después de graduarse como fotoperiodista en el 2010 y de crear su propia empresa de mercadeo.

Entonces, le pidió a Houghton que se encargara de dirigir la empresa NC2 Media y de crear contenido online sobre viajes. Y el destino siguió moviendo sus fichas. Poco después, el multimillonario le compró Lonely Planet a la BBC, por 75 millones de dólares, y nombró a Houghton como CEO de la compañía.

En ese momento, año 2013, las ventas de las guías impresas de la prestigiosa marca viajera ya acumulaban un desplome del 40% desde el 2007, de acuerdo con Forbes.

La forma de revertir esa tendencia -y tal vez salvar a la empresa- fue enfocarse en lo digital. Un año después de llegar al cargo, las ventas digitales representaban el 30% de los ingresos totales de Lonely Planet y las ventas de los libros impresos se recuperaron hasta un 27% con respecto al 2013, según Forbes.

“Este negocio se trata de proveer contenido de viajes en el que la gente pueda confiar, así que no me preocupa si ese material está en un libro o en un computador, en una revista o en televisión, mientras puedas dar un consejo de la mejor manera posible. Y para ser honesto, entre a más personas les llegue es mejor, porque así comprarán más tus guías en cualquier formato. No queremos ponerles muchas barreras a los usuarios”, nos explica después de extasiarse con la belleza natural de Chingaza.

La estrategia digital incluyó el lanzamiento de una aplicación con las famosas guías de viaje, que ya tiene más de 100 ciudades de todos los continentes y que durante el 2016 fue descargada casi un millón de veces. 

“Realmente queríamos diseñar algo que fuera muy útil para ese momento de “estoy aquí, ¿ahora qué hago?”. Pongamos el ejemplo de que estás en Ámsterdam. Descargas la aplicación, que es gratis, y comienzas salvando toda la información en tus mapas sin necesidad de conexión a internet, porque muchas personas todavía viajan en modo avión o no tienen muchos datos para gastar en su celular”, le dijo a la revista VICE en una entrevista en febrero del 2016. 

“Y todo está centrado en los valores de Lonely Planet: realmente estuvimos allí, uno de nuestros autores fue a ese lugar y de verdad creemos que es especial”, añadió en esa misma charla.

Para el CEO de Lonely Planet solo hay una cosa que nunca puede faltar en una maleta de viaje: una cámara de fotos. No importa si es una análoga, como la que usa en esta imagen para captar la belleza de Chingaza, o si es la de su celular inteligente. Lo fundamental es poder tomar fotos.

De equipaje liviano

Houghton se resiste a nombrar ese pueblo, esa ciudad o ese país que no le gustó y al que no volvería. De todos los continentes, dice, solo le falta conocer la Antártida y tiene un elemento imprescindible cuando de empacar una maleta de viaje se trata: “Cualquier tipo de cámara”.

“Puede ser un iPhone o cualquier otro teléfono inteligente o esta cámara manual que tengo ahora, no importa la marca, pero siempre tengo que tener una cámara”, nos cuenta sentado bajo un pequeño arbusto, después de hacer dos caminatas de casi tres horas por Chingaza.

También tiene un consejo de viajes favorito, que alguna vez le dieron y que siempre que puede, devuelve a otros viajeros: “Nunca chequees una maleta, nunca. La perderás o tendrás que esperar mucho tiempo en el aeropuerto. Sencillamente lleva menos a donde viajas. Carga menos, viaja más liviano. Es mucho más fácil”.