(CNN) – Islam y Ahmed se conocieron en línea, buscando su “felices para siempre” a través de un sitio de citas musulmanas.
Pero en vez de traerle amor y satisfacción, su matrimonio dejó a Islam atrapada en una pesadilla viva. Avanzamos rápidamente cuatro años (y tres maridos) y la vemos a ella y a sus dos hijos pequeños atrapados en el limbo en el norte de Siria.
Islam Mitat es de Marruecos. Ahmed Khalil era originario de Kabul (Afganistán), pero se había trasladado al Reino Unido y se había convertido en ciudadano británico cuando se conocieron en Muslima.com. Mitat soñó con una carrera como diseñadora de modas, y vio en un marido británico una forma para salir de su existencia monótona en la ciudad marroquí de Oujda, cerca de la frontera argelina.
Meses después de su primer encuentro en línea, Khalil viajó a Marruecos con una mujer que dijo ser su hermana. Conoció a la familia de Mitat y le propuso matrimonio, mostrándoles declaraciones bancarias para demostrar que sus intenciones eran serias.
“Él era una persona normal”, recuerda Mitat, aunque dice que la hizo cambiar su elección habitual de ropa (pantalones vaqueros apretados y camisetas) por vestidos largos.
Después de que se casaron, la pareja viajó a Dubai, y de allí a Jalalabad (Afganistán) para encontrarse con la familia de Ahmed. Mitat asegura que sólo permaneció en Afganistán durante un mes, debido a la situación de seguridad allí, antes de regresar a casa a Marruecos.
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“Vacaciones” en Turquía
Khalil volvió a Dubai, pero poco después la llamó con noticias. “Me dijo que tenía un trabajo en Turquía”, dice, “e íbamos a ir de vacaciones también, él y yo”. Las “vacaciones” tuvieron un comienzo extraño. En lugar de dirigirse a un resort o a un hotel, la pareja voló a Gaziantep, en la frontera de Turquía con Siria.
Un hombre que sólo hablaba turco los llevó a una casa llena de hombres, mujeres y niños. Las mujeres y los niños estaban en una habitación, los hombres en otra, dice Mitat.
Estaba confundida, y le preguntó a las otras mujeres hacia dónde iban. “Vamos a la Hégira”, explicaron. A Siria.
La Hégira fue el viaje del profeta Mahoma y sus seguidores, la incipiente comunidad musulmana, desde La Meca hasta Medina en el año 622 para escapar de la persecución. En un contexto moderno, significa escapar de la tiranía de los enemigos del Islam al reino de los fieles.
“Cuando estuvimos en Dubai me dijo: ‘Tengo una sorpresa para ti, pero te la daré en Turquía’. Esta es la sorpresa: ir a Siria”, asegura. Cuando ella objetó, la respuesta de Khalil fue contundente. “Eres mi esposa y tienes que obedecerme”, afirma que fue su respuesta.
Mitat dice que quería advertir a los funcionarios fronterizos turcos sobre su situación, pero asevera que mientras ella y los otros se acercaban a la frontera siria, los guardias abrieron fuego, así que corrieron hacia territorio sirio. Cuando fue preguntado sobre el incidente en la frontera, un portavoz de la policía turca dijo que no podía compartir información sobre casos individuales.
Muerte en batalla
Una vez dentro del país, se dirigieron a la cercana ciudad de Jarablus, a una casa de huéspedes para “muhajarin” (los que hacen la Hégira hacia el llamado califato) como ellos.
Mitat dice que el lugar estaba lleno de gente de “todas partes” (Reino Unido, Canadá, Francia, Bélgica, Túnez, Marruecos, Argelia y Arabia Saudita).
Tan pronto como llegaron, Khalil fue enviado a un mes de entrenamiento militar, dejando atrás a Mitat, que ahora estaba embarazada.
Una vez entrenado, ISIS envió a Khalil a pelear. Resultó muerto en su primer día, en la batalla de Kobane. Tras su muerte, Mitat dice que estaba aterrorizada y no sabía qué hacer. Al serle prohibido hablar con los sirios comunes, se vio obligada a permanecer dentro de la comunidad muhajirin. Ella se mudó con el hermano de su marido y su familia, que también había viajado a Siria, pero cuando su cuñado murió también, ISIS la trasladó a una casa de huéspedes, donde permaneció hasta que nació su hijo Abdullah.
A medida que los combatientes kurdos se acercaban, ISIS le dijo a Mitat que tenía que casarse de nuevo y salir de la zona a salvo, por lo que se casó con un amigo de su primer marido, un hombre conocido como Abu Talha Al-Almani (su nombre significa “El Alemán”).
La llevó a Manbij, al noreste de Aleppo, antes de trasladarse de nuevo, esta vez a Raqqa mientras se acercaban las fuerzas kurdas.
Un mes después de haber llegaron allí, Mitat asegura que se divorció de Abu Talha porque no la dejó salir de la casa. Afirma que el miedo desempeñó un papel importante en su decisión de no salir inmediatamente. Islam afirma que le dijeron que otras personas que trataron de irse se llevaron a sus hijos o fueron forzadas a hacer semanas de intensos estudios islámicos.
La vida en el corazón de ISIS
Mientras tanto, Mitat intentaba escapar junto al pequeño Abdullah. ISIS hizo todo lo posible para mantener a sus “mujajarin” y otros lejos de los sirios locales que podrían ayudarlos, y los contrabandistas dudaron en ayudar, porque se enfrentaron a la ejecución si eran atrapados. Otros pidieron honorarios exorbitantes (de hasta 5.000 dólares), según Mitat.
Eventualmente ISIS la obligó a casarse por tercera vez, esta vez a un hombre que Mitat describe como un alma apacible, llamado Abu Abdallah Al-Afghani. Este nombre que le dio ISIS indica que era de origen afgano. Mitat, sin embargo, dice que era indio, y que su madre vivía en Australia. Ella afirma que pudo haber sido un nacional australiano. Aunque los videos de propaganda de ISIS retratan vida en Raqqa como el paraíso de un creyente, Mitat dice que era cualquier cosa menos eso.
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Es “como si estuvieras muerta en vida”, recuerda. Asevera que estaba “siempre asustada, siempre escuchando bombas, armas, disparos”. En los últimos meses, los alimentos comenzaron a escasear, y los cortes de electricidad y agua crecieron más.
Mitat tuvo un segundo bebé, su hija María, con su tercer esposo, pero cuanto más difícil era la situación, más ansiosa estaba por huir.
Escapar de Raqqa
Dice que ISIS forzó a Abu Abdallah a ayudar a defender la ciudad de Tabqa, por el río Eufrates desde Raqqa, de los combatientes árabes y kurdos respaldados por Estados Unidos. Resultó muerto poco después. Esta fue la oportunidad de Mitat para finalmente abandonar Raqqa. Manteniendo la muerte de su marido en secreto de sus vecinos y conocidos, ella vendió todas sus posesiones y utilizó el dinero para pagarle contrabandistas para que la llevaran a un puesto de control del Comité de Protección Popular kurdo (YPG, por sus siglas en kurdo).
El YPG, un grupo marxista que ha estado luchando contra ISIS en el norte de Siria, entregó a Mitat y a sus dos hijos, Abdullah (de casi dos años), y María, de 10 meses de edad, a oficiales de inteligencia que la interrogaron y se convencieron de que estaba diciendo la verdad. La familia se encuentra ahora en una casa segura del YPG en el noreste de Siria.
El YPG se ha puesto en contacto con la embajada de Marruecos en Beirut sobre el caso de Mitat. CNN también trató de contactar a la embajada por vía telefónica y correo electrónico. No recibimos una respuesta.
Su padre en Marruecos espera que el rey Mohamed VI vea los reportes de CNN sobre su hija y se proponga regresarla a casa. Mitat, sin embargo, no está tan ansiosa por volver. Está preocupada por la seguridad de sus hijos.
Ella espera que debido a que el padre de su primer hijo es un ciudadano británico, la familia recibirá pasaportes británicos. O, dice ella, espera mudarse a Australia para vivir con la madre de su último esposo, Abu Abdallah Al-Afghani.
Pero más que nada, después de su odisea Marruecos-Dubai-Afganistán-Turquía-Siria, ella lo que está es confundida. “No sé a dónde iré”, afirma. “No lo sé porque mi vida está destruida”. Y todo comenzó con un clic en un sitio web.