Nota del editor: Ian Kernes es un terapista de parejas licenciado, escritos y colaborador en el tema de sexo para CNN.
(CNN) – Tara y su esposo Michael (no son sus nombres reales) vinieron a verme recientemente después de lo que ella describió como una “infidelidad”.
Según lo que dijo Tara, él estaba buscando otras mujeres por internet. Aún así, Michael reclamaba que él no había hecho nada incorrecto y que nunca engañaría a su esposa.
Cuando empecé a preguntarle otras cosas a la pareja, fue claro que Michael no estaba en búsqueda de una nueva mujer en su vida. En vez de eso, buscó en Google a algunas de sus ex y revisó sus perfiles en redes sociales, pero ni siquiera las había contactado.
Es natural preguntarse por lo que ha pasado con nuestros amantes del pasado, pero internet hace que sea más fácil combinar un pensamiento o impulso con un comportamiento. Y es ahí donde las cosas se complican. Mientras Michael sólo consideraba sus actos como una reacción a su curiosidad, Tara los asumió como amenazas reales a su matrimonio.
Es una pelea que veo usualmente en estos días: la pareja no se puede poner de acuerdo en lo que significa engañar.
De hecho, una reciente encuesta encargada por Deseret News encontró que a pesar de que más de tres cuartas partes de los estadounidenses creían que tener intimidad sexual con otra persona era engañar, hay más confusión sobre otros tipos de contacto. Por ejemplo, sólo alrededor de la mitad ve el “sexting” como una infidelidad. Entonces, ¿qué es lo que realmente constituye el engaño, especialmente en esta era digital?
¿Cómo definir el engaño?
No hay duda de que internet le ha permitido a la gente tener más oportunidades que nunca para desviarse del camino.
“Lo que cuenta como engaño ha cambiado porque las otras personas son más accesibles ahora”, asegura la psicóloga clínica y terapista de parejas, Sue Johnson. “Las reglas no son tan claras y las oportunidades para coquetear y o mantener diversos niveles de compromiso sexual se multiplicaron”, insistió.
La tan llamada infidelidad digital también parece desatar reacciones morales específicas en algunas personas, según la investigación del psicólogo Dylan Selterman y algunos de sus colegas.
“Las personas que se preocupan por la pureza y la santidad, como aquellos que tuvieron una crianza demasiado religiosa, tienden a presentar juicios morales más severos sobre el sexting y otros actos digitales”, explicó Selterman.
Curiosamente, internet también les ofrece a las parejas una manera de ser leales el uno al otro, o al menos así es como muchas personas racionalizan el uso de la tecnología.
“He descubierto que muchas parejas utilizan la pornografía y las redes sociales para mantener la monogamia, no para traicionarla”, reveló el experto en relaciones Tammy Nelson. “Ser monógamos, en sus mentes, significa no acostarse con otra persona, y tener un perfil en línea es un modo de encontrar variedad y excitación sin engañar en la vida real”, añadió.
El problema por supuesto es que los dos individuos en una pareja necesitan decidir lo que significa la infidelidad y respetar esos límites.
“El que engaña no debería ser el que decide qué es traicionar y qué no. Para encontrar la respuesta hay que mirar a los ojos de la parte que fue herida”, sostuvo la psicóloga clínica Janis Abrahams Spring. “Si tu pareja estuviera en ese momento mirándote y sintiéndose muy incómoda con lo que está presenciando, deberías considerar que estás haciendo algo que le causa daño o algo que la vulnera”, insistió.
Por otro lado, el psicoterapeuta Marty Babits, del Instituto para la Psicoterapia Contemporánea, indicó: “Yo soy precavido en caer en la perspectiva de que uno es claramente la víctima y el “victimizado” sobre la base de lo que ellos consideran infidelidad sexual. El término “engañar” a menudo se convierte en una forma en que la pareja confunde su necesidad de trabajar en cuestiones primarias relacionadas con la culpa y la vergüenza”.
¿Está bien espiar a tu pareja?
Aunque la tecnología moderna ofrece oportunidades constantes para engañar, también proporciona continuas y tentadoras ocasiones para espiar a tu pareja.
El gran problema que las relaciones pueden tener, en mi experiencia, no necesariamente involucran el comportamiento en sí, sino el secreto que lo rodea. Por ejemplo, algunas investigaciones sugieren que las mujeres con parejas que mienten sobre ver pornografía están más insatisfechas con sus relaciones que aquellas cuyos compañeros son honestos al respecto. Y esta insatisfacción a menudo puede terminar en la necesidad de saber de qué se trata el secreto.
“Si las personas se asustan, van a espiar porque no pueden soportar la ansiedad”, explicó Johnson. “Si has herido a tu pareja y quieres reparar el vínculo, depende de ti lograr que considere innecesario espiarte, ser transparente y demostrarle que no estás escondiendo nada”.
Pero también es importante entender la diferencia entre secreto y privacidad, explicó el terapeuta sexual Michael Aaron. “Pienso que la privacidad se refiere a cosas que son importantes para nosotros como individuos, pero que no necesariamente afectan la relación. Mientras que el secreto es algo que afecta a tu pareja, generalmente de forma no consensual”, aseguró. “Por ejemplo, un sueño sobre una exnovia es algo privado y tu pareja no necesita saberlo, mientras que una infidelidad es secreta, ya que afecta al otro y a la relación”.
¿Qué pueden hacer las parejas?
Cuando se trata de proteger tu relación contra la infidelidad, la comunicación es clave. Necesitas tener conversaciones sobre qué significa engañar –ya sea hablar con un exnovio o exnovia, visitar un club de strippers, o tener sexting con alguien más– y qué implicaría eso para la relación que tienes.
“Habla con tu pareja sobre lo que tú crees que es engaño. En puntos donde hay diferencias, enfócate en lo que traería la mayor seguridad emocional e intimidad a la relación”, recomendó el terapeuta Scott R. Woolley.
En mi experiencia, cuando ocurren comportamientos que provocan vulnerabilidades y ansiedades, es importante ahondar sobre esos momentos y tratarlos como oportunidades para discutir, debatir e incluso disentir. No estar de acuerdo en todo y saber la posición de cada uno frente a una conducta específica –por ejemplo, ver pornografía o tener contacto con una expareja– te permite entender el sistema de creencias de tu compañero y poder saber cómo funciona su mente.
Ese conocimiento viene del poder de un vínculo seguro. Con demasiada frecuencia, nos alejamos de estos momentos difíciles y de las oportunidades de interrelacionarnos. Y a partir de ahí queda solamente una pendiente resbaladiza hacia tener conductas en secreto, tergiversar los hechos cuando el asunto surge e incluso mentir para evitar que nuestra pareja se enoje. Pero en este punto, las mentiras y los secretos opacan los comportamientos reales en términos de daño potencial.
Las relaciones fuertes se construyen con individuos fuertes que pueden estar en desacuerdo, mantenerse firmes o comprometerse de alguna manera que sea del mayor beneficio para el vínculo afectivo. Las relaciones son una constante negociación entre la individualidad por un lado y la unión por el otro, pero si no tienen estas conversaciones difíciles cuando surgen, están privando a su relación de la oportunidad de aprender y crecer.
En su libro seminal sobre la infidelidad emocional Not Just Friends (No sólo amigos), la fallecida psicoterapeuta Shirley Glass les pide a los lectores que “mantengan las paredes y las ventanas adecuadas: tener las ventanas abiertas en su casa y poner paredes de privacidad para otros que podrían amenazar su matrimonio”. Ese es el sabio consejo, no importa cómo se defina la trampa.