(Expansión) – Las elecciones estatales de este domingo en México modificarán la realidad política local e implicarán una sacudida a nivel nacional.
Este domingo más de 14 millones de mexicanos están llamados a votar para renovar 328 puestos públicos, entre los que destacan las gubernaturas de Coahuila, Nayarit y el Estado de México.
Este último es considerado la “joya de la corona” por su relevancia en términos de población, economía, presupuesto y por su simbolismo político. Del total de los que podrán ejercer el sufragio este 4 de junio, 11 millones radican en el Estado de México –cuna política del grupo del presidente Enrique Peña Nieto, donde el PRI acumula 88 años de gobierno, pues jamás ha perdido una elección.
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En Veracruz, gobernada por el panista Miguel Ángel Yunes, más de 5.5 millones de votantes podrán participar en la elección de 212 alcaldes.
Analistas y los propios candidatos han enfatizado que este 4 de junio se juega más que tres gubernaturas y el reparto del poder local: están en vilo el orden del actual sistema de partidos, las aspiraciones de los presidenciables de cara a la elección de 2018 e incluso el proyecto del país.
Estado de México: contienda local de trascendencia nacional
La importancia del Estado de México —actualmente gobernada por el priista Eruviel Ávila— quedó de manifiesto con la intervención no solo de operadores locales sino también de los distintos liderazgos de todos los partidos a nivel nacional.
El priista Alfredo del Mazo y Delfina Gómez, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), representan a dos de los principales grupos políticos del país, y que sostienen posturas antagónicas: el presidente Enrique Peña Nieto y el dirigente nacional del partido de reciente creación, Andrés Manuel López Obrador. Es lo que el académico Nicolás Loza Otero define como “el efecto competidores”.
“Que sea al PRI que puede perder en el estado del que salió el presidente de la República y que sea precisamente a manos de Morena, que sin duda será uno de los dos grandes contendientes de la elección presidencial del próximo año”, explica a Expansión el profesor-investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
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Loza Otero aclara que un triunfo en esta elección no implica necesariamente un pase directo a Los Pinos en 2018, al recordar que el PAN no requirió ganar el Estado de México en 2006 y 2012, ni al PRI le bastó para ganar los comicios presidenciales en dichos años.
Esto lo tendrán en mente los presidenciables del PAN, cuya candidata, Josefina Vázquez Mota, se desplomó en las preferencias reflejadas en las encuestas públicas. El PRD, en tanto, consiguió demostrar que la sola presencia de Morena como partido competidor por el voto de la izquierda no es suficiente para causar su extinción.
Los mexiquenses llegan a la jornada de comicios tras casi dos meses de campañas durante las cuales lo que brilló no fueron las propuestas para sacar a la entidad de sus problemas de inseguridad, pobreza o movilidad, entre otras, sino las acusaciones de compra de votos y desvío de recursos que cruzaron los distintos equipos, así como críticas a las trayectorias de los candidatos.
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La numeralia ilustra el nivel de la confrontación en el proceso: al menos 89 denuncias en la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales (Fepade); 84 procedimientos especiales sancionadores iniciados por el Instituto Nacional Electoral (INE), así como 26 quejas presentadas relacionadas con la fiscalización de los recursos públicos ejercidos en campaña, y alrededor de 1.000 asuntos resueltos por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Cualquier escenario se puede dar esta noche y los ojos de los observadores políticos están puestos en el Estado de México, entidad vital para en la antesala presidencial.