Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor y analista político de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) – En la primera ronda de negociaciones, la oposición nicaragüense le pidió la renuncia a Daniel Ortega y a su mujer y vicepresidente, Rosario Murillo. ¿Por qué Ortega y Murillo aceptaron acudir a unas negociaciones que no le convenían?
A mi juicio, porque no tenían más remedio. No podían negarse. Si lo hacían tenían que seguir reprimiendo y carecían de la certeza de que las fuerzas de orden público continuasen apoyándolos. En abril, cuando comenzó la represión, la general Aminta Granera, una persona muy respetada en el país, renunció a dirigir la policía. Ese fue un golpe formidable.
El general Humberto Ortega, exjefe del ejército, le advirtió a su hermano que debía buscar una salida política a la crisis.
Las Fuerzas Armadas declararon que no reprimirían al pueblo. Súbitamente, Daniel Ortega perdió el respaldo de los empresarios agrupados en el COSEP, de la Embajada de Estados Unidos, de la Iglesia católica y de los dirigentes de la sociedad civil, como Carlos Tünermann, rector de la Universidad.
El Índice de Percepción de la Corrupción situaba a Nicaragua como uno de los peores de América Latina, situándolo en el puesto 151 de los 180 incluidos, pero esto era mucho más grave: la policía y las turbas sandinistas habían asesinado a varias docenas de jóvenes manifestantes, extremo que el gobierno niega con vehemencia, y esas escenas, ocurridas en varias de las ciudades más importantes, estremecieron a los nicas.
¿Renunciará Daniel Ortega? Si no lo hace tendrá que continuar reprimiendo manifestantes, y es muy probable que no le responda el aparato represivo. Si tiene un gramo de sensatez, debería negociar su salida del poder. Le llegó la hora.