(CNN) – Los reporteros y editores de Capital Gazette voltearon rápidamente la cabeza cuando las puertas de vidrio que conducían a la sala de prensa se rompieron de repente. En cuestión de minutos, “era como una zona de guerra”.
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“Caminaba nuestra sala de redacción, comenzando desde el frente y disparando continuamente a la gente”, dijo Phil Davis, un periodista en el periódico.
El tiroteo que marcó el día más mortífero para el periodismo estadounidense desde el 11 de septiembre, comenzó cuando un atacante se abrió paso a través de un edificio de oficinas de cuatro pisos a pocos kilómetros del centro de Annapolis, la histórica ciudad capital de Maryland.
Armado con una escopeta, el pistolero abrió fuego a través de las puertas delanteras de la sala de redacción alrededor de las 3 p.m.
Cuatro empleados fueron asesinados en la escena; una quinta persona, que recibió un disparo en la parte superior del cuerpo y el brazo, murió en el hospital.
Keith Cyphers estaba hablando por teléfono con un cliente en su oficina al otro lado del pasillo del periódico cuando oyó un ruido fuerte y vio al atacante.
“La puerta del Capital Gazette había sido hecha añicos. Estaba hecha pedazos en la alfombra y este hombre sostenía lo que parecía ser una gran escopeta y se movía por la entrada de la oficina apuntando con la pistola como si buscara dispararle a las personas”, dijo a la afiliada de CNN, WJLA.
El sospechoso tuvo una batalla legal con el periódico
Cuando el atacante entró, pudo ver fácilmente toda la sala de redacción. La mayoría del personal estaba en sus escritorios y los editores estaban en sus oficinas alineados a la izquierda.
“Es una sala de redacción completamente abierta”, dijo Terry Smith, columnista de Capital Gazette.
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“Hay ventanas de vidrio por toda la habitación. No había nada, salvo unas pocas medias paredes en las oficinas de los editores, a la izquierda, para obstaculizar al tirador”, agregó.
Otra periodista, Selene San Felice, dijo que escuchó los primeros disparos y agarró su bolso antes de dirigirse a una puerta trasera cercana. Otros dos empleados y un pasante que también intentaban escapar se unieron a ella, pero la puerta estaba cerrada.
Sin ningún lugar adonde ir, se escondió debajo de un escritorio con el pasante. Otra mujer se metió detrás de un archivador después de caer al piso. John McNamara, uno de los cinco empleados que murieron, seguía tratando de abrir la puerta.
“No estoy segura exactamente en los próximos segundos qué sucedió, pero sé que John estaba de pie”, dijo San Felice. “Oí los pasos y John recibió un disparo. Estaba muy cerca. Lo vi disparar, pero no vi al pistolero ni nada”.
No hubo gritos. Todo fue silencio y el sonido de los disparos que viajaban por la sala de redacción de uno de los periódicos más antiguos del país, recordaron los periodistas.
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San Felice podía oír los pasos del pistolero mientras estaba debajo de un escritorio. Ella estaba rezando y mandó un mensaje de texto a sus padres para decirles que los amaba. Intentando pasar desapercibida, ella también intentó llamar al 911.
“Estoy segura de que estaba respirando muy fuerte, y estaba tratando de no hacerlo, pero yo solo - no podía estar tranquila”, dijo.
Junto a ella, el becario de verano Anthony Messenger tomó su teléfono y tuiteó: “Atacante activo 888 Bestgate, por favor, ayúdenos”.
Davis, que también se escondía debajo de un escritorio, dijo que se preguntaba a sí mismo: “¿Vamos a morir todos?”, cuando oyó al pistolero volver a cargar.
“Soy un reportero que cubre la fuente de policiales. Escribo sobre esto, no necesariamente en esta medida, sino en tiroteos y muertes, todo el tiempo”, le dijo al Baltimore Sun. “Pero por mucho que trate de articular lo traumatizante que es esconderse debajo de tu escritorio, no lo sabrás hasta que estés allí y te sientas impotente”.