(CNN) – Así de grave está la situación en la Iglesia católica: el principal asesor del papa Francisco en el tema de abusos sexuales por parte del clero canceló un viaje a Irlanda para un evento papal porque debe investigar conductas sexuales inapropiadas en su propio seminario.
Y este cardenal, Sean O’Malley de Boston, presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, no es el único. El también cardenal Donald Wuerl de Washington, otro aliado clave del papa involucrado en la crisis de abuso sexual, tuvo que suspender su aparición en el Encuentro Mundial de las Familias que se realizará la próxima semana, según le dijo un vocero a CNN.
Consideramos la letanía de los recientes incidentes en la Iglesia católica:
- Los obispos católicos empezaron a realizar investigaciones por conductas sexuales inapropiadas en seminarios de Boston, Nebraska y Filadelfia.
- El exarzobispo de Washington renunció al Colegio Cardenalicio tras acusaciones de que habría abusado sexualmente de seminaristas y de un monaguillo.
- Un obispo católico en Australia fue condenado por una corte civil por encubrir el abuso y el Vaticano ha aceptado las renuncias de seis obispos de Latinoamérica luego de investigaciones de la Iglesia.
- Una investigación de la agencia Associated Press descubrió evidencia de que sacerdotes y obispos alrededor del mundo han abusado de monjas y hermanas católicas durante décadas.
- La próxima semana, el Francisco planea viajar a Irlanda, donde la expresidenta Mary McAleese recientemente acusó –en una entrevista con el diario The Irish Times– a un alto funcionario del Vaticano de presionarla en 2003 para “proteger” documentos que incriminaba a la iglesia de las autoridades civiles. El Vaticano se ha negado a hacer comentarios sobre esta afirmación.
Pero nada de lo anterior se compara con el aterrador informe de casi 900 páginas que un jurado investigador en Pensilvania publicó el pasado martes.
El reporte, que tomó dos años en realizarse, reveló acusaciones impresionantes: más de 1.000 niños fueron abusados sexualmente por 300 “sacerdotes abusadores” católicos en seis diócesis de Pensilvania durante los últimos 70 años.
El informe también señaló que algunos líderes de la Iglesia encubrieron los crímenes, trasladando a los sacerdotes involucrados a centros de rehabilitación y a parroquias, sin informar a los padres de los menores ni a las autoridades civiles.
El fiscal general del estado se refirió al reporte como la mayor investigación que ha realizado un gobierno de Estados Unidos contra la Iglesia católica. El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos se refirió a los hechos como una “catástrofe moral”.
Por su parte, el cardenal Blase Cupich les escribió a los católicos de su diócesis en Chicago este viernes: “Sé que muchos de ustedes se preguntan, ¿cómo pudo suceder esto de nuevo?”.
Si el escándalo de abuso sexual en la Iglesia católica que salió a la luz en 2002 se desenvolvió lentamente en las noticias, el informe del jurado investigador de Pensilvania llegó como una bomba atómica, dejando caer todos los horrores al mismo tiempo. Con algunas ediciones, el reporte estuvo disponible en línea para quien quisiera leerlo y compartirlo: incluyendo las acusaciones de desviaciones sexuales, mentiras desvergonzadas y sacerdotes deshonestos.
“Lo que tenemos ahora son personas expresando libremente su indignación e ira en Facebook y Twitter”, apuntó Greg Kandra, un diácono católico en Brooklyn, Nueva York. “La ira es palpable. Es como el 2002 pero con con esteroides”.
Los detalles del informe del jurado investigador son tan perturbadores –una parte describe la pandilla de sacerdotes pedófilos que marcaba a los niños víctimas con crucifijos– que algunos católicos han señalado tener miedo de criar a sus hijos en la Iglesia.
Muchos también están pidiendo que obispos y otros líderes de la Iglesia rindan finalmente cuentas por estos hechos.
Todos los obispos y la mayoría de sacerdotes nombrados en el informe escaparon del castigo y las consecuencias. Se les permitió renunciar o retirarse silenciosamente. Incluso, algunos recibieron recomendaciones para otros trabajos, incluyendo uno para Disney World. Debido a los amplios encubrimientos, el estatuto de limitaciones había vencido para la mayor parte de los crímenes, indicó el jurado investigador. Solo dos sacerdotes fueron acusados con cargos como resultado de la investigación.
“La primera reacción de los obispos fue decir que la situación lucía mal, pero que hicieron todo lo que pudieron”, indicó Paula Kane, directora de Estudios Católicos en la Universidad de Pittsburgh. “Sin embargo, los laicos no están creyendo eso. La confianza entre la jerarquía de la Iglesia y la gente en las bancas ha sido destruida”, señaló.
Esta semana, mientras la reacción ante la Iglesia católica en Estados Unidos pasaba del estado de shock y luto a la indignación e ira, un número creciente de católicos le están pidiendo a la institución que “limpie” la casa, empezando con los obispos.
El pasado viernes, teólogos católicos, académicos y líderes laicos empezaron a difundir una petición en la que se les exigí a los 271 obispos activos en EE.UU. que renunciaran.
El vacío hecho a la medida de los obispos
Después del escándalo de abuso sexual de 2002, la Conferencia de Obispos Católicos Estados Unidos adoptó nuevas políticas. Se comprometieron a reportar rápidamente a los sacerdotes acusados de abuso ante la policía, a incluir expertos laicos en las investigaciones de abusos y a adoptar un entrenamiento de “ambiente seguro” en sus diócesis.
Y ahora los líderes católicos dicen que las políticas han funcionado.
“Al no encontrar prácticamente ningún caso después de 2002, las conclusiones del jurado investigador son consistentes con estudios previos que muestran que las reformas de la Iglesia católica en Estados Unidos redujeron drásticamente la incidencia del abuso infantil por parte del clero”, sostuvo Greg Burke, director de la oficina de Prensa del Vaticano este jueves.
Burke también calificó las acusaciones en el informe del jurado investigador de “criminales y moralmente reprochables”.
Pero algunos católicos dicen que las políticas de los obispos tienen un vacío hecho a su medida, como lo demuestra el caso del arzobispo Theodore McCarrick.
McCarrick, quien renunció al Colegio Cardenalicio el pasado 28 de julio, aparentemente ascendió a la cima de las filas de la iglesia a pesar de que existían rumores persistentes sobre su comportamiento con los hombres jóvenes, incluidos los seminaristas en su diócesis. McCarrick ha negado la acusación acerca del monaguillo y no ha comentado los demás señalamientos.
Además, dos diócesis de Nueva Jersey donde fue obispo, Metuchen y Newark, reconocieron haber pagado acuerdos con hombres que acusaron a McCarrick por abuso. Las diócesis se han negado a divulgar los años de estos pactos.
¿Qué sigue ahora?
La próxima semana, el papa planea viajar a Irlanda, un país que atravesó su propio escándalo de abusos sexuales por parte del clero en 2009. Hay una gran expectativa de que se reúna con víctimas, tal vez en privado, y de que también aborde públicamente el informe del jurado investigador en algún sentido.
Los católicos de Estados Unidos están cada vez más escépticos fremte a la manera en que Francisco está manejando el abuso sexual en la Iglesia, según el Centro de Investigaciones Pew. Menos de la mitad dice que está haciendo un trabajo “excelente” o incluso “bueno” en el tema, según una encuesta realizada en enero, antes de los escándalos más recientes.
Algunos señalan que los últimos escándalos son un motivo para que la Iglesia reconsidere su postura sobre el sacerdocio exclusivamente masculino y mayormente soltero.
También es posible que el Vaticano le dé rápidamente luz verde las propuestas de los obispos estadounidenses para una mayor supervisión de los obispos, a pesar de que esa idea no suele ser popular en Roma. (Una propuesta papal en 2015 sobre un tribunal de la Iglesia que juzgaría a los obispos fue acallada).
Durante siglos, los obispos católicos han tenido un control casi total en sus diócesis, con poca supervisión de nadie, excepto por el papa, dijo Paula Kane, directora de Estudios Católicos en la Universidad de Pittsburgh.
Mientras tanto, los funcionarios en Pensilvania dijeron que su investigación no había terminado. El fiscal general del estado, Josh Shapiro, señaló que la línea directa de su oficina y las direcciones de correo electrónico para los sobrevivientes de abuso se han “encendido” con más de 150 llamadas desde que se publicó el informe.