(CNN) – Al celebrar una misa bajo los tormentosos cielos de Dublín, Irlanda, el papa Francisco pronunció un discurso sobre el abuso a cientos de miles de fieles y pidió perdón.
A solo cinco kilómetros de distancia, muchos de los que se reunieron para una protesta sin precedentes dijeron que las palabras del pontífice no les hizo cambiar su actitud crítica.
“Estoy segura de que el papa fue sincero en sus disculpas, pero debe haber acción”, dijo Jenny Moore-Mcgowan, de 47 años, con un letrero que decía: “Las disculpas no son suficientes”.
“Nunca más podremos volver a tener estos abusos en Irlanda. Las vidas de las personas durante generaciones se arruinaron”, agregó.
La visita del papa a Irlanda se produjo en medio de una creciente protesta por una crisis mundial de sacerdotes abusadores sexuales, tras los informes en Estados Unidos, Chile y Australia, que detallan décadas de encubrimientos institucionales.
Las revelaciones colgaron como una nube negra sobre el viaje, la primera visita papal al país desde 1979, cuando el papa Juan Pablo II fue recibido aquí como una estrella de rock.
En Temple Bar, un barrio de vida nocturna repleto de pubs, uno no sabría que el papa estaba en la ciudad, salvo por unas pocas banderas del Vaticano ondeando y calles cerradas. En uno de los pocos puestos de recuerdos papales en el centro de la ciudad, Paul Preston dijo que tenía problemas para vender mercadería.
“La gente no viene a apoyar al papa en masa como lo hicieron en el 79. La influencia de la iglesia desde entonces ha desaparecido. La gente está desencantada con todos los escándalos sexuales”, aseguró.
Perdón, pero ninguna solución
Casi cuatro décadas después de la visita de Juan Pablo II, Irlanda es casi irreconocible.
Se ha alejado de la doctrina católica para legalizar el divorcio, la anticoncepción, el matrimonio entre personas del mismo sexo y, hace apenas unos meses, el aborto.
Leo Varadkar, el primer primer ministro abiertamente homosexual del país, pronunció un apasionado discurso este sábado pidiendo al papa que use su “cargo e influencia” para lograr justicia, verdad y curación para las víctimas y los sobrevivientes.
Sus enérgicas palabras fueron lo que muchos en Irlanda esperaban escuchar del papa Francisco durante la misa.
“El papa debe asumir la responsabilidad de las acciones de su clero”, dijo Aoibhin Meghen, un joven de 19 años de Dalkey, un suburbio de Dublín, que asistió a la misa de este domingo con su madre. “Aunque es de esperar que no haya tenido ninguna participación en el abuso, él es el mascarón de proa para la iglesia, por lo que es su responsabilidad prometer acción y castigo”, dijo.
En su homilía de este domingo, el papa reconoció los “abusos de poder y conciencia” en Irlanda, y pidió perdón por todas las veces que la iglesia no brindó compasión, justicia, verdad o “acciones concretas” a los sobrevivientes.
Pero aún así, el pontífice no ofreció ninguna solución específica. Y los críticos dicen que no ha avanzado lo suficiente en la articulación de medidas concretas para detener y castigar los abusos.
“Diga la verdad. Eso es lo que estamos pidiendo”, dijo Hayley Brabazon, una joven de 21 años de Dublín, y pidió a la iglesia que presente los nombres de todos los sacerdotes sancionados por abuso. “Tienen que decir la verdad: los obispos, los sacerdotes, el propio papa, que están protegiendo a estos monstruos, necesitan hablar claro”, agregó.
Una Irlanda diferente
El mismo refrán se hizo eco en muchos manifestantes en la protesta “Stand for Truth” (“Firmes por la verdad”, en español), organizada por Colm O’Gorman, un sobreviviente de abusos que ahora es director ejecutivo de Amnistía Internacional Irlanda. Alrededor de 5.000 personas, incluidos grupos de defensa de los derechos de las mujeres, organizaciones LGBTQ+ y sobrevivientes de abusos, se solidarizaron con los que sufrieron bajo las instituciones dirigidas por católicos en Irlanda.
“Esperamos un hat-trick. Aprobamos la igualdad de matrimonio, legalizamos el aborto, y ahora esperamos la separación de la Iglesia y el Estado”, dijo Fionn Dally, refiriéndose al poder de la Iglesia católica sobre el sistema educativo. Aproximadamente el 90% de las escuelas primarias en Irlanda son de carácter católico.
“La Irlanda que recibió a Juan Pablo II en 1979 no es la misma Irlanda. Ha cambiado por completo. Hay muchas personas heridas en este país”, dijo O’Rourke, limpiándose las lágrimas. “Después de los cambios que hemos visto traer tanta alegría, hacer que el papa venga aquí es solo una bofetada”, continuó.