(CNN) – En Filipinas, las operaciones de rescate están en curso mientras 49 personas siguen desaparecidas luego de que el tifón Manghkhut provocara deslizamientos masivo en el norte del país, destruyendo cientos de casas.
Las autoridades han confirmado la muerte de 44 personas hasta ahora, según dijo el portavoz del presidente Rodrigo Duterte este lunes.
Se cree que docenas de muertos y desaparecidos pueden ser mineros que quedaron atrapados dentro de un edificio enterrado por un deslizamiento en la ciudad de Itogon, en la provincia de Benghuet.
Once cuerpos han sido recuperados del edificio hasta el momento, dijo el alcalde de Itogon, Victorio Palangdan este lunes.
También se cree que otras víctimas buscaban refugio en una iglesia durante el tifón.
“A ellos se les avisó que salieran de allí porque es un área peligrosa durante los tifones, que podría matarlos, y realmente ocurrió”, dijo el teniente general Emmanuel Salamat de las Fuerzas Armadas de Filipinas a CNN Filipinas este lunes.
Imágenes de drones de la escena de los hechos proporcionadas por la Agencia de la ONU para las Migraciones mostraron una grieta en la montaña donde el lodo parece haber arrasado varias casas.
“Perdimos nuestro deseo de vivir”
Más de 24 horas después de que el tifón Mangkhut devastara las Filipinas, aún no se ha determinado todo el daño causado por este desastre natural.
En la costa norte de la isla de Luzon, las familias empezaron el doloroso proceso de regresar a casa.
El domingo, Adelfa Lunato y su familia regresaron a su pequeño pueblo de pescadores. La escena era alarmante. La modesta casa que ella compartía con sus padres y su abuela estaba hecha pedazos. Las paredes habían colapsado y solo un delgado marco de madera permanecía.
“Fue tan devastador ver que nuestra casa estaba destruída”, dijo Adelfa. “Estábamos llorando. Ver este daño por primera vez, es como si hubiéramos perdido nuestro deseo de vivir”.
Esa área costera, en el norte de la provincia de Cagayan, fue azotada por la parte más intensa de lo que es la tormenta más grande y más feroz que ha ocurrido en lo que va de 2018 en cualquier lugar del planeta. Los residentes han alertado de posibles oleajes e inundaciones, y fueron evacuados. Pero fue el viento el que causó gran parte del daño en las casas y en la infraestructura.
Adelfa y su familia ahora están viviendo con un vecino. Su papá es un pescador y su mamá vendedora de pescado. Ellos no tienen dinero para reconstruir, dice.
“Nuestra preocupación ahora es cómo empezamos de nuevo. ¿Qué debemos hacer? Sabemos que tenemos que ser fuertes… pero es muy doloroso ver lo que pasó aquí”.