Lluvia en Ciudad de México en 2017.

(CNN Español) – Si estás en Ciudad de México y comienza a llover, mejor será que busques refugio, pues podrías enfermarte. Según expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el agua de lluvia en la capital de la República no es apta para el consumo humano debido a la cantidad de sustancias que contiene.

De acuerdo a un estudio del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, el agua de lluvia en CDMX tiene, además de microorganismos, metales como aluminio, plomo, zinc, mercurio, arsénico y níquel, de acuerdo a una nota de prensa de la mencionada institución académica este lunes.

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Rocío García, experta de la UNAM, explicó que en grandes urbes como la capital mexicana “la industrialización y la alta densidad poblacional tienen efectos adversos en la química de las precipitaciones pluviales, porque remueven de la atmósfera partículas y gases emitidos por fuentes naturales como la actividad volcánica, y antropogénicas, como emisiones vehiculares e industriales”.

Ella fue la investigadora que lideró el estudio para conocer la calidad del agua de lluvia en Ciudad de México y las posibilidades de consumo humano directo. Sus conclusiones determinaron que este líquido “sólo puede ser utilizado para tareas como lavar automóviles y algunos tipos de ropa, o para riego”.

Pero nunca para consumo humano directo: “Para ello se requiere de procesos complejos de filtración y someterla a lámparas de ozono para eliminar microorganismos”, dijo.

El agua de lluvia

La UNAM explicó que las primeras lluvia de la temporada son importantes “porque limpian la atmósfera de contaminantes”. Eso sí, agrego que si tras dos días de lluvias éstas paran por tres o cuatro jornadas, la contaminación por humo y ganes pesados volverá.

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Esto explica por qué, tras un aguacero, la gente suele enfermar. No sólo es por haberse mojado, sino porque en ese líquido “hay bacterias y elementos químicos dañinos para la salud, que ingresan a nuestro organismo de manera dérmica o por ingesta”, explicó García Martínez.

“Los síntomas son dolor de cabeza, ardor o dolor de garganta, diarreas y fiebre”, agregó la experta.

García Martínez indicó que las precipitaciones contienen óxidos de nitrógeno y de azufre que reaccionan con el agua y forman ácido nítrico y sulfúrico, lo que crea la lluvia ácida.

“Algunos de los metales pesados que se encontraron son aluminio, cadmio, cromo, vanadio, plomo, zinc, manganeso, hierro, mercurio, así como arsénico, rodio, paladio, rubidio y níquel, algunos de estos muy evidentes por provenir de las gasolinas y de los convertidores catalíticos”, describió.

Si además esta lluvia está acompañada por truenos, estos irradian amoniaco que, junto a la radiación y la condiciones atmosféricas, se convierte en amonio, indicó la universidad.

“Estos contaminantes son depositados en la superficie terrestre tras un aguacero, con un impacto negativo en la calidad de los suelos”, dijo la investigadora. Eso sí, aclaro que el problema “no son las precipitaciones, sino las condiciones atmosféricas”.