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Un escáner, una impresora 3D y solo unos pocos días son suficientes para cambiar la vida de una persona
02:52 - Fuente: CNN

(CNN Español) — Dentro de una caja de cristal, -o para el caso, de acrílico- una especie de pico surtidor construye un objeto en forma de pierna.

La imagen, que para muchos resulta ya familiar, para otros, parece producto de la magia o la ciencia ficción.

La tarde es soleada en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile y el ambiente universitario es identificable de inmediato.

Al bullicio propio de un espacio poblado de jóvenes estudiantes, se suma el que llega desde la oficina de Calce, donde las impresoras 3D, con su sonido constante y característico, no se detienen.

Lo que comenzó como un proyecto de brazo robótico, se convirtió en esta prótesis de impacto social.

Allí, Andrés Sanhueza, un ingeniero de apenas 28 años, escribe una nueva página en la historia prostética del país produciendo cavidades y fundas ortopédicas con tecnología 3D.

“Nuestro producto principal es la cavidad, que es la pieza más importante de una prótesis. ¿Y por qué lo es? Porque, si esta pieza no está bien hecha, la persona no va a ocupar su prótesis”, afirma Andrés.

Andrés Sanhueza, ingeniero de 28 años, produce cavidades y fundas ortopédicas con tecnología 3D.

Sanhueza es un joven brillante y emprendedor, pero, sobre todo, decidido.

La apuesta es fuerte en este proyecto en el que trabaja junto al gobierno chileno, la aceleradora OpenBeauchef y el ISCI, que es parte de la misma universidad donde se formó.

La técnica, llamada fabricación por adición, consta de tres pasos esenciales:

El escaneo de la extremidad del paciente con un escáner 3D, el diseño de la pieza en una computadora y, por último, la impresión de la pieza con una impresora 3D.

El proceso no es nuevo y ya hay algunos países que comenzaron a utilizarlo.

Pero en Chile, Sanhueza y su equipo multidisciplinario -donde se conjugan la ingeniería mecánica, la computación y el diseño industrial-, son los primeros en desarrollarla.

En 2015, se realizaron más de 7.000 amputaciones de extremidades inferiores en el país. Entre turnos y producción, la espera de estos pacientes con capacidades especiales para tener sus prótesis se extiende muchos meses.

La tradicional técnica manual requiere tomar un molde de yeso, realizar el pulido con herramientas de taller y, finalmente, la termolaminación.

Con esta nueva técnica, el escaneado demora 15 segundos y la impresión un máximo de cinco días.

“Calce surgió primeramente como una idea de una prótesis de brazo robótico, pero un amigo muy cercano nos dijo que no es que en Chile falten brazos robóticos, lo que faltan son las prótesis y faltan porque hay muy pocas personas que las pueden hacer”, afirma Sanhueza convencido de que su trabajo tiene además un gran impacto social.

Junto a Andrés se encuentra Tomás, un niño nacido con síndrome de Pterigium Poplíteo. Un mal cierre de la columna vertebral afectó las terminaciones nerviosas de su extremidad inferior izquierda en donde los músculos se recogen y no permiten una movilidad apropiada.

Tomás, nacido con síndrome de Pterigium Poplíteo, es uno de los beneficiados de la innovación de Calce

Luego de extensos y dolorosos intentos para lograr una motricidad normal, en 2017, Tomás -quien a los dos meses fue operado del corazón- optó por la amputación.

A este niño le costó mucho aceptar su prótesis inicial hasta que se enteró acerca del trabajo que realiza Calce.

“Para nosotros, la rehabilitación no es solo ayudar a las personas a volver a obtener la funcionalidad, sino que también queremos que se rehabiliten emocionalmente con su autoimagen y puedan socializar de una manera que se aleje de la lástima.

Con esta nueva técnica, el escaneado demora 15 segundos y la impresión un máximo de cinco días.

Sobre todo, con los niños. Cuando le entregan una funda y se la prueban por primera vez y empiezan a caminar y a descubrir su prótesis de otra manera. Es hermoso y justifica todo, todo lo que hemos hecho”, afirma Andrea Lizana”, I+D de Productos.

Cae la tarde en Santiago. Las impresoras continúan con su incansable trabajo.

Mientras tanto, Tomás, Andrea y Andrés dan un paseo por el parque de la universidad.

Lucen felices… Para ellos, el futuro luce prometedor.