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Southend-on-Sea: hastío entre quienes apoyaron el brexit
01:40 - Fuente: CNN

Londres (CNN) – El Parlamento británico votará este viernes el acuerdo sobre el brexit de Theresa May por tercera y posiblemente última vez, confirmó el gobierno británico. Pero los detalles están, como era de esperar, llenos de confusión y controversia.

Andrea Leadsom, líder de la Cámara de los Comunes, dijo a los legisladores que el gobierno había decidido dividir el Acuerdo de Retirada – que establece los términos del divorcio– de su Declaración Política, que trata la relación futura entre el Reino Unido y la Unión Europea.

Esa división ha enfurecido a los opositores legisladores laboristas, y a algunos conservadores, que piensan que esto contraviene la Ley de (Retirada de) la Unión Europea de 2018, la cual exige que todo se ratifique en su conjunto.

Sea legal o no – francamente, ese debate es secundario– la votación tendrá lugar este viernes. Una pregunta más pertinente es si será aprobado. Darle la vuelta a una derrota parlamentaria por 149 votos en dos semanas en las que no ha cambiado gran cosa es mucho pedir para cualquier líder.

Claro que el audaz anuncio hecho el miércoles por la primera ministra de que dimitirá si su acuerdo es aprobado por el Parlamento esta semana le dio algunas victorias inmediatas. La decisión de Boris Johnson, ex secretario de Relaciones Exteriores y gran promotor del brexit, de respaldar su acuerdo no es poca cosa. Pero puede que no sea suficiente.

El importantísimo Partido Unionista Demócrata (DUP) todavía se opone resueltamente. Y sin el apoyo del DUP, otros legisladores de línea dura tienen una coartada política para darle a May otra negativa.

Si, por algún milagro parlamentario, el acuerdo de May es aprobado, entonces todo estará resuelto. El 22 de mayo, el Reino Unido abandonará la UE, May establecerá un calendario para su propia salida y el enfoque cambiará a la relación futura entre ambas partes. Ese debate probablemente hará que el forcejeo por los términos de retirada luzca positivamente fácil.

Si el acuerdo de May vuelve a fracasar, entonces, según las conclusiones de la Cumbre del Consejo de la UE celebrada la semana pasada en Bruselas, el Reino Unido se encontrará en una encrucijada.

Cualquier demora en el brexit se complica debido a las próximas elecciones al Parlamento Europeo, que comienzan el 23 de mayo. Si el Reino Unido va a participar en ellas – como debe ser, si sigue siendo un miembro de la UE– deberá legislar sobre ellas antes del 11 de abril.

Por lo tanto, el Reino Unido deberá tomar una decisión. Puede decidir abandonar la UE antes del 12 de abril, con o sin un acuerdo, o puede solicitar una extensión mucho más larga.

En el improbable caso de que May no logre que su acuerdo sea aprobado, esto será el enfoque único del brexit. Colapsar significa colapsar. Todos los hipotéticos riesgos de una salida sin acuerdo se volverán muy reales para los ciudadanos británicos.

Si el Reino Unido decide solicitar una extensión más larga, las cosas se complican aún más. Enviar legisladores a Bruselas significará, con toda probabilidad, seguir siendo un estado miembro de la UE en los próximos años. Y con la muerte del acuerdo de May, esto deja al Reino Unido como un miembro reticente de la UE, con representantes en el Parlamento Europeo, sin ninguna fecha creíble para la partida y sin una mayoría en Westminster para hallar un camino que los ayude a salir del embrollo.

Así, el brexit realmente volvería a la casilla de salida. En este punto, la opción de eliminar el brexit por completo tendría que tomarse en serio.

No es imposible que el Reino Unido termine en esta situación poco edificante. Aunque May ha dicho anteriormente que no toleraría que el Reino Unido participara en las elecciones europeas, la idea de que voluntariamente obligue al Reino Unido a una salida sin acuerdo es absurda.

El miércoles, la primera ministra perdió formalmente el control del proceso del brexit, ya que los parlamentarios (el poder legislativo) tomaron el control del gobierno (el poder ejecutivo) sobre los asuntos del día en la Cámara de los Comunes.

Pasaron ese tiempo votando en una serie de resultados alternativos del brexit. Si bien ninguna de las opciones alcanzó la mayoría, las alternativas más populares fueron las formas del brexit mucho más suaves que las del acuerdo de May. Ningún trato fue ampliamente rechazado.

La idea de que un primer ministro podría dirigir a su país hacia un precipicio, sabiendo que la mayoría del Parlamento se opone a tal acción y sabiendo que su autoridad ha sido minada por su decisión de renunciar, es fantasiosa, por decir lo menos.

Así que mantén fija tu vista en el 11 de abril. Podría ser la fecha que confirme que los últimos tres años – con toda su amargura, rencor y división– han sido en vano.