Foto de archivo. Un hombre vota en una estación de Santo Domingo durante la elección general de mayo de 2016.

Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor y analista político de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal.

(CNN Español) – La Junta Central Electoral de República Dominicana prepara las elecciones presidenciales de ese país. Serán el 17 de mayo de 2020, pero habrá una segunda vuelta el 28 de junio si nadie obtiene más del 50% de los votos.

ABC Marketing de Perú ha hecho una encuesta entre 1.000 votantes y arroja que el ganador sería el economista de 52 años Luis Abinader. Abinader es el precandidato del Partido Revolucionario Moderno.

El PRM surgió de una división del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y se declara socialdemócrata, acaso de centroizquierda.

El Partido de la Liberación Dominicana, el oficialista, tiene como presidente a Danilo Medina, en su segundo mandato de cuatro años. Pero tiene, además, otro líder, el exgobernante Leonel Fernández, que cumplió tres periodos presidenciales: la primera vez de 1996 a 2000, la segunda, de 2004 a 2008 y la tercera, de 2008 a 2012.

Ahora quisiera intentarlo por cuarta vez, a lo que se opone Medina, quien a su vez tendría que reformar la Constitución para aspirar al cargo nuevamente, dado que esta solo permite dos mandatos consecutivos y ya los ha cumplido.

Mientras en la cúpula del PLD se discute apasionadamente quién será el candidato, la ciudadanía probablemente tiene otras preocupaciones. Y la más grave es el aumento de la violencia, del narcotráfico y de la corrupción.

Al extremo de que el país, y esta es mi opinión, está listo para elegir a un “salvador de la patria” fuera de los partidos tradicionales, como ocurrió con el fallecido Hugo Chávez en Venezuela. Tal vez no suceda en las próximas elecciones de 2020, pero acaso lo veremos en el 2024.

Ya sabemos que ese desenlace populista no conduce a nada bueno, pero no se puede tentar la suerte en cada elección. O los políticos afrontan los problemas reales del país, o el país se olvida de los políticos. Así de simple.