(CNN) – No muy lejos de la fábrica de cerveza Anheuser-Busch, en uno de los bares más antiguos de la ciudad, Joshua Grigaitis llena una nevera con botellas y latas.
Es sábado por la noche, y la luz es tenue. La voz ronca de Frank Sinatra llena el aire, junto con el aroma del incienso. El lugar tiene todos los ingredientes: es frecuentado, y por fuertes bebedores.
Excepto por el alcohol.
El bar Pop’s Blue Moon, un clásico de esta ciudad amante de la cerveza desde 1908, se ha unido a una tendencia nacional que crece: espacios libres de alcohol que ofrecen vida social sin la presión de los amigos para beber, sin resacas ni casos de manejo bajo la influencia del alcohol. Desde bares sin bebidas alcohólicas hasta zonas libres de drogas en conciertos, delimitadas con globos amarillos, están surgiendo espacios sobrios en todo el país como reacción a la cultura de Estados Unidos empapada en alcohol, que prometen una alternativa saludable para las personas en recuperación y para quienes simplemente quieren beber menos.
“Evolucionamos como criaturas sociales. Esta es una buena tendencia si se quiere vivir la experiencia de tener compañía y la cultura social, pero no se quieren los aspectos negativos “, dijo William Stoops, profesor de la Universidad de Kentucky, quien estudia la adicción a las drogas y el alcohol. “Puede ayudar a las personas a tomar mejores decisiones”.
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Una encuesta federal revela que casi 67 millones de estadounidenses beben mucho alcohol al menos una vez al mes, lo que significa que las mujeres toman cuatro tragos en una sola ocasión, y los hombres cinco. Los estados del medio oeste tienen algunas de las tasas más altas de consumo excesivo de alcohol en términos de prevalencia e intensidad, lo que pone a millones de personas en riesgo.
La investigación relaciona el consumo excesivo de alcohol con hígado graso, cirrosis y cáncer de seno, hígado, colon, boca y garganta, así como enfermedades cardíacas, hipertensión, accidente cerebrovascular, demencia, ansiedad y depresión. Según estudios, casi la mitad de los asesinatos involucran al alcohol. El consumo de alcohol mata a unas 88.000 personas al año, según el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington. Estas enfermedades y males sociales le cuestan al país aproximadamente 249.000 millones de dólares al año.
Incluso un trago al día no es saludable, dijo la doctora Sarah Hartz, profesora asistente de psiquiatría en la Universidad de Washington en St. Louis. “Si vas a beber, debes saber que no es bueno para ti”.
Para Grigaitis, de 41 años, quien es copropietario del bar, vincular todas sus fortunas al alcohol fue “un pesar en mi alma” después de 20 años en el negocio. Limitó su forma de beber y comenzó a celebrar los sábados por la noche sin alcohol en enero, ofreciendo agua de lúpulo (un ingrediente de la cerveza), cerveza sin alcohol y bebidas con infusión de CDB derivado del cannabis.
“Me encanta todo sobre el negocio de los bares, excepto el alcohol”, dijo. “El movimiento de las bebidas no alcohólicas es un grupo en crecimiento. Lo estoy eligiendo y estoy orgulloso”.
Chris Marshall, quien fundó Sans Bar en Austin, Texas, en 2015, se mantiene sobrio desde 2007 y estuvo trabajando como consejero cuando un cliente compartió lo difícil que era navegar en el mundo social sin alcohol. La recaída del cliente y su posterior muerte fue un llamado a la acción.
Sans Bar realizó una gira nacional este año con eventos en St. Louis, Portland, Oregon y Anchorage, Alaska, y abrió una local permanente en Austin. Atrae a una multitud mayoritariamente femenina a lo largo de todo el espectro de sobriedad, desde aquellos en recuperación hasta los “sobrios curiosos”. Las personas se reúnen durante horas para tomar cócteles artesanales sin alcohol, charlar, bailar y escuchar a oradores y músicos sobrios.
“Si cierras los ojos un viernes por la noche, pensarías que estuviste en un bar normal”, dijo. “No se trata de estar sobrio para siempre. Se trata de estar sobrio por la noche”.
El alcohol: un perverso decorado de la vida cotidiana
El alcohol se ha vuelto tan omnipresente que es perfectamente aceptable usar camisetas que anuncien “Mamá necesita una copa de vino” o “Papi necesita una cerveza”.
“Es algo ‘normal’”, dijo el profesor David Jernigan de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston. “Es como el decorado de la vida de las personas”.
En Rock Hill, Carolina del Sur, Liberty Tax sirvió tequila cuando los clientes completaban sus impuestos en abril pasado. Y la oficina de un dentista que trata a adultos y niños organiza eventos fuera del horario laboral que incluyen vino. Ninguna de esas empresas respondió a las solicitudes de comentarios.
“Culturalmente, sabemos que no está bien repartir opioides cuando te lavas el cabello o las uñas, pero el alcohol mata a más personas que los opioides y las empresas lo sirven”, dijo Alexandra Greenawalt, directora de prevención en el centro sin fines de lucro Keystone Substance Abuse Services, en Rock Hill.
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Washington, la capital de Estados Unidos, tiene 2.055 negocios que venden alcohol, uno por cada 315 personas, lo que, para Jernigan, es alto. Algunos barrios de bajos ingresos, principalmente afroamericanos, tienen muy pocas tiendas que no sean licorerías y mercados que venden cerveza y vino.
Lothorio Ross, de 38 años, comenzó a beber hacia sus 17, mientras iba de pesca con su padre. Ahora, en Washingotn DC, sin hogar y confrontando su alcoholismo, dijo que puede obtener alcohol de fiado en algunas licorerías. Pero agregó que está tratando de abandonar la adicción, con la ayuda de la organización sin fines de lucro Father McKenna Center y recordándose a sí mismo cómo solía ser la vida.
“Hasta que empecé a beber en mi adolescencia, me estaba divirtiendo”, dijo Ross. “Puedes divertirte sin beber; es posible”.
Fuera de las grandes ciudades, el entretenimiento a menudo gira en torno al alcohol. La trabajadora social Stephanie Logan-Rice dijo que creció en Aberdeen, Dakota de Sur, en donde su madre bebió hasta morir: sucumbió a la cirrosis hepática hace tres años, a los 56.
Logan-Rice estaba en sexto grado cuando se dio cuenta que su madre estaba bebiendo vino o vodka en vasos de Tupperware o botellas de agua.
“Simplemente pensé que era normal”, dijo.
Cuando Logan-Rice, de 39 años, estaba en la escuela secundaria, bebía cerveza en los autos con amigos durante el almuerzo e iba a los campos de maíz, a fiestas en las que se bebía de barriles. La bebida continuó cuando fue a la universidad, en Minnesota. A sus 20, bebía todos los días.
Finalmente renunció al alcohol hace cinco años. Ahora tiene dos hijos que su madre no vivió lo suficiente para conocer.
Logan-Rice dijo que, desde que abandonó la bebida, ha visto alcohol en lugares inesperados, incluso en un centro de vida asistida que ofrecía botellas de vino como premios a los asistentes a una presentación sobre cuidado en hogares. El evento fue pasado el mediodía.
“Lo entiendo si entro a un restaurante”, dijo. “Pero no en un lugar de vida asistida…”.
Rechazar una bebida: alcohólicos en recuperación, “sobrios curiosos” y conscientes de la salud
En Estados Unidos, la cultura generalizada del alcohol ha empujado a las personas a encontrar formas creativas para socializar de manera sobria.
En Carolina del Sur, el centro Keystone organiza eventos para estudiantes universitarios locales en Winthrop University que ofrecen bebidas sin alcohol.
En Washington, DC, los miembros de una comunidad LGBTQ cada vez más sobria organizan grupos de lectura “secos” y viajes de rafting y salidas nocturnas sin alcohol en lugar de ir a bares gay. Tom Hill, vicepresidente del National Council for Behavioral Health, quien es gay y se está recuperando del alcohol, dijo que esas actividades crean un “sentido de socialización y camaradería para reemplazar lo que tenían”.
A nivel nacional, los “raves” (fiestas de música “tecno”) sobrios, como los bailes a la mañana de Daybreaker, se han popularizado, impulsadas solo por el baile.
Sin embargo, Devra Gordon, terapeuta de salud del comportamiento en el condado de Fairfax, en Virginia, cerca de DC, dijo que aconseja a las personas que están lidiando con la adicción que vayan a conciertos y “raves” con sus amigos sobrios, y que participen de reuniones de recuperación antes y después. Las reuniones ayudan a evitar una recaída eufórica y a romantizar el uso de alcohol en el pasado, explicó.
“Divertirse y beber alcohol es una ilusión”, dijo Cortez McDaniel, quien se está recuperando del abuso de alcohol y drogas y dirige los servicios en Father McKenna Center. “Tenemos que dejar de creer la mentira, y luego tenemos que empezar a practicar algo diferente”.
En el bar Pop’s Blue Moon, Jaclynn Rowell, quien lee el tarot, dijo que los beneficios para la salud de las noches sin alcohol son una gran atracción. Y muchos están contentos de evitar preguntas incómodas sobre la religión, el embarazo y la sobriedad que pueden surgir en los bares normales cuando alguien pregunta por qué no están bebiendo.
Stephanie Keil, de 39 años, pasó dos horas en el bar con un sábado reciente a la noche con amigos y dijo que le encantaría ver más bares sin alcohol.
Aunque bebe de vez en cuando, lugares como éstos la ayudan a navegar responsablemente por la vida nocturna en la ciudad donde nació Budweiser.
Nota: Para obtener ayuda por problemas con la bebida, consulta con Alcohólicos Anónimos, Smart Recovery o la línea de ayuda de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias al 800-662-HELP.