Nota del editor: Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España y ha sido asesor de los presidentes Alejandro Toledo de Perú, Vicente Fox de México y Álvaro Colom de Guatemala. Izurieta es analista de temas políticos en CNN en Español. Tanto Roberto Izurieta como Sandra Torres trabajaron en la campaña de Álvaro Colom
(CNN Español) – ¿Qué pasa en EE.UU. con todas estas masacres? ¿Por qué hay tantas armas? Tras las dos matanzas de civiles en El Paso, Texas , y Dayton, Ohio, donde 31 personas perdieron la vida en menos de 24 horas, estás son algunas de las preguntas más frecuentes que se escuchan por toda la región una vez más.
Muchos argumentan que la tenencia de armas está protegida por la segunda enmienda de la Constitución (1791). Esta enmienda se dio en un ambiente caracterizado por la incertidumbre de una nación en pleno proceso de consolidación. El derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas fue porque su fuerza, valentía y lucha permitió la independencia de EE.UU. Era esa misma capacidad la que los protegería de una posible invasión de potencias externas (sobre todo Inglaterra). Hoy en día, ese riesgo está protegido por un sistema de defensa profesional y el liderazgo tecnológico de EE.UU. En tal sentido, soy de los que creen que la segunda enmienda debe ser interpretada siguiendo el objetivo para el que fue creada. EE.UU. enfrenta hoy una nueva amenaza y tiene que ver con la seguridad interna.
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Frente a un problema grave, se requieren medidas radicales. La mayoría de los ciudadanos demandan una reforma legal que prohíba al menos la venta indiscriminada de armas automáticas. Aún la mayoría de los ciudadanos que tienen armas consideran que es una medida justa y proporcional. Ya lo hizo Bill Clinton en 1994.
En Charlottesville, un fanático racista mató con su auto a una persona e hirió a 19 más. El carro, no causó ni cometió este atentado terrorista interno, como tampoco el arma fue responsable de estos asesinatos masivos en El Paso o Dayton. El crimen lo llevaron a cabo los respectivos asesinos o terroristas. La diferencia entre un vehículo y una ametralladora es que el auto está diseñado, construido y vendido con un solo propósito: transportar a los ciudadanos de un lugar a otro. Mientras que las armas automáticas y semiautomáticas están diseñadas para matar a la mayor cantidad de gente en el menor tiempo posible. Son un absoluto peligro a la seguridad ciudadana y no deberían estar libremente en las calles de EE.UU. en manos de civiles.
Cuando analizamos cualquier problema, debemos tener en cuenta qué variables (dentro de todas) de las que lo causan o contribuyen es exclusiva a ese problema en un lugar y en un momento. Estos atentados no suceden porque en EE.UU. hay más gente con más problemas de salud mental que en cualquier otro país desarrollado del mundo. Los estudios son muy claros: NO. El sistema de salud de EE.UU. es incompleto y sin duda se debe trabajar en completarlo (especialmente en lo que concierne a mayor cobertura, incluyendo la de salud mental) También debe bajar sus costos, sobre todo, por el precio de las medicinas no abiertos a la libre competencia internacional. Los estudios son muy claros, EE.UU. no tienen mayores problemas de salud mental que otros países desarrollados. Lo que tiene son más armas.
Los ciudadanos estadounidenses representan el 4,4% de la población global, pero poseen el 42% de las armas. Y de manera per cápita, también son los primeros muy de lejos el segundo, Yemen. Por lo tanto, hay que afrontar la causa principal (no única) de ese problema. Además, EE.UU., su gobierno, su presidente, el líder del Senado, deben dar una señal muy clara: que las autoridades políticas van a hacer algo inmediatamente para detener (o al menos disminuir) estas masacres a través de la prohibición de la venta indiscriminada de toda arma que no tenga el propósito de la seguridad familiar o el deporte (cacería). Nadie que conozco defiende su hogar y su familia con un arma semiautomática. En tal sentido, el mensaje del presidente Trump de esta semana fue muy débil.
En la entrevista de esta semana en CNN, un colega con el que comentábamos me decían que no debemos politizar el problema. Fui muy claro al afirmar que, por el contrario, el problema debe ser solucionado políticamente. El momento es ahora porque eso de esperar, como intenta hacer Nicolás Maduro en Venezuela, hasta que “se calmen las aguas”, es para que no pase nada. Y no podemos darnos el lujo de que no pase nada porque este es un problema de seguridad interna. En mi opinión, tiene que ver con la imagen de EE.UU. como un país seguro y de vanguardia mundial.