(CNN) – En algún momento de este miércoles –quizás bastante tarde– la Cámara de Representantes votará sobre la acusación contra Donald Trump de abuso de poder y obstrucción al Congreso, dos cargos relacionados con sus acciones en torno de la llamada con el presidente de Ucrania Volodymr Zelensky el pasado 25 de julio.
Sin embargo, a pesar de que la Cámara se prepara para la histórica votación, cada vez hay más evidencia de que los procedimientos de juicio político contra el presidente en realidad lo pueden estar ayudando políticamente.
Tomemos la nueva encuesta de Gallup publicada en la mañana de este miércoles: muestra dos cosas que han estado sucediendo desde que los demócratas de la Cámara de Representantes, encabezados por la presidenta Nancy Pelosi, abrieron una investigación formal de juicio político en octubre pasado sobre la conducta de Trump con Zelensky:
1) El índice de aprobación del trabajo de Trump pasó del 39% al 45%
2) El apoyo al juicio político y destitución de Trump se ha reducido del 52% al 46%.
Esos resultados afirman en gran medida otros datos conocidos durante la última semana que insinúan que el apoyo al juicio político se ha reducido. En una encuesta de CNN realizada a nivel nacional, que se publicó a principios de esta semana, el 45% dijo que apoyaba el juicio político y la destitución del presidente, en comparación con el 50% que aseguró lo mismo en otra encuesta de CNN a mediados de noviembre. El reciente sondeo también registró que la oposición al procedimiento de acusación y remoción fue del 46%, un aumento de 4 puntos frente a los resultados de mediados de noviembre. Además, “encuesta de encuestas” de CNN –es decir, un promedio de las seis encuestas nacionales más recientes de calidad/credibilidad realizadas entre el 4 y el 15 de diciembre– mostró que el 46% estaba de acuerdo con el juicio político y la destitución, en comparación con el 49% que no lo hizo.
Ahora, como he destacado anteriormente, estos números no son “buenos” para Trump, como tanto le gusta proclamar en Twitter. Comparado con los últimos presidentes – incluido Bill Clinton, quien de hecho enfrentó un juicio político–, una parte significativamente más grande del público favorece el proceso de destitución de Trump de lo que nunca se había registrado de esa manera con respecto a Clinton, Barack Obama o George W. Bush. De hecho, las cifras actuales de Trump sobre el juicio político son más similares a las de Richard Nixon en la primavera de 1974. (Los cargos de juicio político contra Nixon fueron aprobados por la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes, pero nunca fueron sometidos a votación porque Nixon renunció antes).
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Pero lo que sí sugiere la línea de tendencia de las últimas semanas es que el intenso enfoque en el juicio político no ha perjudicado a Trump: lo ha ayudado marginalmente. El cambio en la opinión pública es leve, sí. Y puede que sea temporal. Pero, por el momento, es el tipo de cosas que deben poner a los demócratas un poco (y tal vez más que un poco) nerviosos por el camino que han elegido.
Recuerden esto: Pelosi no quería tomar el camino del juicio político. Se mantuvo firme en su partido durante el verano a medida que más y más miembros demócratas anunciaban su apoyo a una investigación de juicio político por la conducta de Trump en relación con la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016. La preocupación de Pelosi, que expresó pública y privadamente, era que un juicio político partidista, uno sin un apoyo bipartidista significativo, dividiría demasiado al país para que valiera la pena.
Esto es exactamente lo que Pelosi le dijo a The Washington Post sobre ese mismo tema:
“La acusación es tan divisiva para el país que, a menos que haya algo tan convincente, abrumador y bipartidista, no creo que debamos tomar ese camino, porque divide al país. Y simplemente no vale la pena”.
Todo eso cambió en el otoño, cuando surgió la denuncias de un informante sobre las acciones de Trump en esa llamada del 25 de julio. Rápidamente se hizo evidente que el comportamiento de Trump en la llamada sobrepasó el límite: Pelosi ya no podía interponerse en el camino dentro del partido para avanzar hacia la acusación contra el presidente.
Pero, simplemente porque Pelosi haya accedido a esa fuerza inexorable no significa que sus preocupaciones sobre la política del juicio hayan cambiado. Lo que ella sabía entonces, y también ahora, es que el procedimiento es un creador del caos en el electorado estadounidense. Sencillamente no hay certeza de cómo los votantes, particularmente el pequeño número de electores independientes y/o indecisos, reaccionarán a todo esto.
Y los primeros resultados –énfasis en la palabra “primero”– tienen que preocupar a los demócratas.