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Prohíben manifestaciones a Extinction Rebellion en Londres
00:25 - Fuente: CNN

(CNN) – En marzo de 2016, Gail Bradbrook se encontraba en un punto muerto.

La activista de toda la vida había pasado décadas trabajando en una serie de campañas de justicia social, pero pocas de ellas habían tenido un efecto duradero. Para lograr un cambio real y radical, Bradbrook sintió que algo dentro de su conciencia necesitaba ser desbloqueado.

Entonces, la renuente a los aviones viajó a las montañas cubiertas de selva de Costa Rica, a miles de kilómetros de su hogar en un frondoso campo de Inglaterra, para un retiro psicodélico.

A lo largo de dos semanas, ingirió una dosis líquida de Iboga, una corteza de árbol utilizada para inducir visiones; tomó Kambo, la secreción venenosa de una rana arbórea gigante aclamada por sus poderes curativos; y tuvo experiencias con ayahuasca, una bebida alucinógena. Todas han sido utilizadas en las culturas indígenas durante siglos como parte de los rituales espirituales chamánicos.

Bradbrook recuerda estar aterrorizada pero decidida a esforzarse al máximo y descifrar un mayor sentido de propósito. Una noche, durante una ceremonia de ayahuasca, ofreció una oración llamando al universo para que le fueran revelados los “códigos para el cambio social”.

Dos años después, nació Extinction Rebellion.

‘Esta fue mi oración siendo respondida’

Bradbrook, una de los fundadoras de los movimientos ambientales más destacados del mundo, sintió como si el viaje le hubiera reconectado el cerebro. “Fue completamente transformador”, dijo a CNN en una reciente entrevista en su casa en la ciudad inglesa de Stroud.

Después de que Bradbrook regresó, terminó su matrimonio y comenzó a trabajar con un grupo de activistas, incluido Roger Hallam, un agricultor orgánico galés que estaba haciendo un doctorado en el King’s College London en diseño radical de campaña.

Cuando concluyó su primera reunión larga, Hallam se volvió hacia Bradbrook y le dijo, sin previo aviso, que acababa de darle los “códigos” que ella había estado buscando. Sus palabras le enviaron un escalofrío por la espalda.

“Es un mito de Extinction Rebellion que circula por ahí, pero es verdad”, dijo Bradbrook, quien tiene un doctorado en biofísica molecular. “Estaba atónita y en el momento en que recuerdo haber pensado: ‘Dios mío, si él no hubiera usado esa frase, no habría reconocido que esta fue mi oración respondida’”.

Gail Bradbrook en su casa en Stroud.

Juntos ayudaron a comenzar la organización de la campaña radical Rising Up!, que finalmente generó la Extinction Rebellion en la primavera de 2018. Fue durante una reunión de unos 15 activistas, apiñados en la sala de estar de la casa de Bradbrook, que dijo que se tomó la decisión de embarcarse en una misión para transformar la conversación sobre la emergencia climática.

Esbozaron una estrategia de desobediencia civil masiva, no violenta, y su misión fue activar el 3,5% de la población del Reino Unido, aproximadamente 2 millones de personas, para obligar al gobierno a actuar. La primera demanda del movimiento es quizás la más destacada: que las autoridades “digan la verdad” sobre el cambio climático.

Comenzaron a dar charlas en todo el país sobre la crisis ecológica y brindar capacitación sobre acción directa no violenta. Inicialmente, los facilitadores superaban en número a los participantes, pero las filas del grupo aumentaron rápidamente.

Desde el principio, Extinction Rebellion, o XR, como se le conoce, buscó trazar una línea entre su movimiento y las campañas ambientales pasadas. En octubre de 2018, el grupo organizó una de sus primeras acciones, en las oficinas de Greenpeace en Londres.

Días después, los activistas se manifestaron en la Plaza del Parlamento de Londres, declarándose en abierta rebelión contra el gobierno del Reino Unido, y se acostaron en la calle frente al Palacio de Westminster en un acto de desafío. Greta Thunberg, la joven activista sueca que inició el movimiento de huelga Fridays for Future, se unió a ellos.

Cientos de activistas en Parliament Square para la "declaración de rebelión" de XR en 2018.

Desde entonces, Extinction Rebellion ha generado cerca de 500 afiliados en más de 70 países y ha organizado protestas en todo el mundo. Activistas de todas las edades se han pegado a los edificios, se subieron a trenes y bloquearon partes enteras de las ciudades, lo que provocó miles de arrestos.

Extinction Rebellion se ha distinguido de otros movimientos ambientales de varias maneras, especialmente en su lenguaje apocalíptico. En virtud de su propio nombre, el grupo enfatiza la amenaza existencial planteada a la humanidad por la crisis climática, y sugiere que un cambio social importante y de todo el sistema es la única forma de alterar el curso actual del planeta.

Convencer a los manifestantes de que corran el riesgo de ser arrestados en masa, entre ellos abuelos y otros que nunca antes habían considerado violar la ley, es otra parte clave del enfoque del grupo. La idea es que al abrumar al Estado, presionar a las fuerzas policiales y al sistema judicial penal, el tema del cambio climático se verá obligado a ponerse sobre la mesa.

“Creo que Simon dijo una vez, ‘es como si necesitáramos que los activistas se subieran a las colchonetas de yoga y la gente de la colchoneta de yoga salga a la calle’”, dijo Bradbrook, refiriéndose a Simon Bramwell, su ex pareja y otro cofundador del movimiento.

“Algunas personas ven las protestas como algo sucio, y ciertamente la idea de ser arrestado no está en el radar de la gente”.

Esa táctica ha sido criticada por las autoridades británicas; un ex jefe de lucha contra el terrorismo en Scotland Yard describió a XR como “anarquismo con una sonrisa”. En octubre, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, ignoró a los manifestantes y los llamó “crusties” (una expresión que se refiere a las personas con posturas antigobierno o que se rebela contra la autoridad) poco cooperativos, y la policía en Londres los expulsó de la ciudad (una decisión que finalmente se declaró ilegal). Dos días después, los activistas detuvieron los trenes en la capital del Reino Unido durante la hora pico, lo que provocó la ira del público, que los acusó de ser demasiado blancos, demasiado de clase media, demasiado fuera de contacto con la realidad.

A pesar de las críticas, Extinction Rebellion ha logrado avances importantes en un corto período: manteniendo reuniones con políticos, presionando al Parlamento del Reino Unido para declarar una emergencia climática (el primer cuerpo legislativo en el mundo en hacerlo), y cambiando el discurso público sobre  la crisis ecológica.

“XR, hasta la fecha, ha tenido un gran éxito en ‘mover el dial’ y politizar los problemas. Existe una conciencia mucho mayor en los círculos políticos y en el público en general, de la urgencia de abordar la degradación ambiental y climática”, dijo Tim Benton, director de investigación del programa de energía, medio ambiente y recursos con sede en Londres del laboratorio Chatham House, y agregó que la pregunta es si el activismo en las calles enfrentará rendimientos decrecientes en el futuro.

El rápido crecimiento del grupo ha dejado a muchas personas, incluidos algunos de sus fundadores, preguntándose cómo lo lograron y si el movimiento puede mantener el impulso.

“Al dar un paso adelante, te examinan”

Cuando CNN se encontró con Bradbrook en su casa en Stroud, estaba dando vueltas alrededor de su sala de estar, aspirando hojas de artemisa del suelo (había estado haciendo bolsitas de té el día anterior). Excepto por el manual rosado de Extinction Rebellion, “This Is Not A Drill”, escondido entre los libros de cocina de Nigella Lawson en un estante, junto con una pegatina con el omnipresente símbolo de reloj de arena de XR en una computadora en la esquina, nada sobre la habitación donde todo comenzó decía rebelión.

Los dos hijos adolescentes de Bradbrook se habían ido a la escuela, y ella se estaba preparando para un día repleto de llamadas, apariciones en los medios y de organización. Se ha convertido en la persona más cercana a un líder en un movimiento diseñado para ser una “holocracia” no jerárquica.

La veterana activista dice que nació para hacer este trabajo: se unió al Partido Verde como activista cuando tenía solo 14 años y ha estado involucrada en movimientos de justicia social desde entonces.

Gail Bradbrook en una cooperativa agrícola en Stroud, en el extremo occidental de los Cotswolds.

Hija de un minero de carbón, que creció en Yorkshire, las raíces de la clase trabajadora de Bradbrook desmienten las acusaciones de elitismo dirigidas a Extinction Rebellion por sus críticos (sin mencionar a algunos de sus miembros). Bradbrook siente que no puede ganar de ninguna manera.

“En el pasado, cuando estaba en protestas, siempre había personas que gritaban desde los automóviles, ‘consíganse un trabajo, báñense, córtense el pelo’”, dijo Bradbrook. “Entonces, ¿soy una hippie o soy de clase media y privilegiada? Simplemente al dar un paso adelante, de alguna manera te vuelves en alguien a quien examinan, en lugar de mirar a los problemas reales que importan de verdad”.

Los problemas que cuentan son crudos y reales, en opinión de Bradbrook: pérdida de biodiversidad, escasez de agua, pérdida de cultivos, clima extremo y el inminente colapso de la civilización.

Gran parte de su tiempo ahora lo pasa de un lado para otro en el Reino Unido para llevar ese mensaje a las masas. Después de nuestra entrevista, se va a BBC Radio 2 en Cardiff, disculpándose de antemano por tener que tomar un automóvil, ya que el tren tomaría el doble de tiempo.

Su teléfono zumbaba sin cesar con llamadas sobre la última controversia. El día anterior, su compañero cofundador y amigo de XR, Roger Hallam, provocó indignación cuando se refirió al Holocausto como “solo otra tontería en la historia humana” durante una entrevista con el periódico alemán Die Zeit. Sus comentarios fueron condenados por la rama alemana de Extinction Rebellion como antisemitas, menospreciadores y relativizantes. Hallam luego se disculpó.

Bradbrook estuvo de acuerdo, diciendo que los comentarios de Hallam fueron horribles y escandalosos: “A menudo lo llamo nuestro mayor activo y nuestra peor responsabilidad, y lo digo en su cara”.

Gail Bradbrook y Roger Hallam en una marcha de Extinction Rebellion en 2018.

Hallam, quien es ampliamente considerado como el arquitecto de la estrategia de Extinction Rebellion y se ha convertido en una especie de pararrayos para el grupo, ha recomendado que los activistas adopten las tácticas de movimientos como los chalecos amarillos en Francia. “Necesitamos solo unos cientos de miles de personas que violen activamente la ley y/o apoyar tales actividades para ponernos en el estadio del cambio estructural”, escribió en su libro, “Sentido común para el siglo XXI”.

El grupo tomó la decisión desde el principio de distanciarse de lo que Bradbrook llamó “mensaje ambiental de izquierda”, a favor del lenguaje que transmite la urgencia de la crisis climática. Bradbrook dijo que gran parte de eso fue elaborado por Bramwell, quien escribió la “declaración de rebelión” del movimiento.

El documento pinta una imagen desgarradora del futuro distópico de la humanidad, describe el contrato social como “nulo e inválido” y llama a los ciudadanos británicos pacíficos a unirse al levantamiento de Extinction Rebellion contra el gobierno.

“Nos negamos a dejar un planeta moribundo a las generaciones futuras al no actuar ahora”, escribió Bramwell.

Momento perfecto

Simon Bramwell es tan apasionado en persona como suena en papel.

Una figura imponente con una voz fuerte, dominó la conversación entre un grupo de activistas de XR que se habían reunido en The Beacon, un espacio de centro comunitario en el centro de Stroud.

Bramwell estaba ansioso por disipar el folklore que creció alrededor del grupo y sus fundadores, diciendo que Hallam y Bradbrook no eran de ninguna manera el “Alfa y Omega del movimiento”.

En opinión de Bramwell, XR fue unido por un amplio grupo de activistas británicos que, en el transcurso de dos años, experimentaron en la desobediencia civil y la acción directa no violenta masiva en nombre del medio ambiente, gran parte de la cual se concentró en la capital.

La policía arrestó a Simon Bramwell por haberse pegado a sí mismo al Shell Center de Londres en abril.

En los primeros días de XR, un puñado de activistas trabajaban en las habitaciones y pisos de las personas, antes de mudarse a una pequeña oficina de una habitación en Euston que apestaba a humus podrido, dijo Bramwell. Ahora, la rebelión se organiza desde un bullicioso espacio de trabajo conjunto en el extremo este de Londres, con cientos de personas entrando y saliendo en bicicleta para reuniones realizadas por video chat con capítulos de todo el mundo.

“Ha sido un debut absolutamente explosivo y dejó a muchas personas preguntándose cómo sucedió eso”, dijo Bramwell, y agregó que gran parte del ascenso meteórico del grupo se ha debido al momento. “Creo que ha habido mucha casualidad”.

Cuando se lanzó oficialmente Extinction Rebellion, las huelgas estudiantiles de los Fridays for Future de Thunberg estaban ganando terreno, un informe de las Naciones Unidas que advierte sobre un aumento de temperatura sin precedentes para 2030 acababa de publicarse, y un documento académico que discutía la necesidad de una “adaptación profunda” frente a los efectos ecológicos que inducen un colapso social había encendido internet.

Simultáneamente, algo más consumía gran parte del oxígeno en el Reino Unido: el brexit.

David Lambert, otro activista de Stroud que trabaja como portavoz del movimiento, dijo que el clima político en el Reino Unido proporcionó un terreno fértil para que floreciera XR. Los años de austeridad, combinados con la crisis aparentemente interminable por la retirada de Gran Bretaña de la Unión Europea, habían desgarrado constantemente el tejido de la sociedad, dijo Lambert, llevándolo al borde.

“Eso es lo que se podía ver en el referéndum y la polarización sobre el brexit. Votan porque quieren un cambio. Entonces, en cierto modo, es muy específico para el momento y el lugar, la Extinction Rebellion”, dijo Lambert.

Activistas de XR, incluido David Lambert, protestando frente a la casa de Jeremy Corbyn.

Lambert estaba entre un grupo de activistas de XR que se pegaron y luego se encadenaron a la cerca frente a la casa de Jeremy Corbyn en abril. Los activistas sintieron que el líder opositor del Partido Laborista podría ser la mejor opción del país para lograr un cambio radical, más específicamente: comprometerse a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero neto para 2025. Corbyn, quien se postuló en un manifiesto para entregar un sistema de energía neta de carbono cero dentro de la década de 2030, perdió las elecciones generales del Reino Unido a principios de este mes.

Por el contrario, el recién elegido Partido Conservador se comprometió a alcanzar el cero neto para 2050, una escala de tiempo que XR ha comparado con una sentencia de muerte para el planeta.

“Las ganancias políticas han sido muy escasas, francamente, el objetivo de carbono neutral del gobierno no tiene sentido”, dijo Lambert sobre el éxito de XR hasta el momento.

¿A dónde va XR desde aquí?

“¿Dónde diablos está el gobierno?”

“¡Es hora de decir la verdad!”

“Cambio ahora.”

Se encuentran entre los muchos mensajes estampados en carteles en negrita y de color neón pegados en un depósito abierto de XR en el este de Londres. Un lunes por la tarde a fines de noviembre, docenas de personas entraron y salieron, algunas agrupadas alrededor de las mesas de conferencias, otras en video chats o conectadas a sus teléfonos.

Extinction Rebellion ofrece voluntariamente una reunión en la sede de Londres.

Una es Bradbrook, allí para reuniones, y se le ve la mayoría de los lunes y martes. Antes de recibir una llamada de dos horas con una rama internacional del movimiento, Bradbrook se sentó a conversar con otros activistas sobre acciones en curso, como la huelga de hambre que, en ese momento, se había organizado fuera de la sede del Partido Conservador durante dos semanas.

Habiendo llamado la atención del Reino Unido en 2019, Bradbrook dijo que el objetivo ahora es mantener el impulso y empujar el movimiento hacia el escenario global, todo mientras se mantienen los principios de XR.

Extinction Rebellion ha crecido tan rápido y está tan descentralizado que es casi imposible mantener el ritmo, particularmente para aquellos que están dentro de él. Uno de los mayores desafíos para sus fundadores es cómo ayudar a dirigir esa expansión al tiempo que permite la experimentación individual. Eso se ha convertido en un acto de equilibrio constante, con el riesgo inminente de que una acción pueda alienar al público.

A raíz de las críticas, especialmente por la falta de diversidad, Extinction Rebellion está centrando su atención en el alcance a diferentes grupos demográficos y el cultivo de la cultura regenerativa, para hacer frente a la ansiedad climática. La pregunta existencial es cómo puede evitar el mismo destino de las campañas de desobediencia del pasado, que se han esfumado como resultado de la disminución del interés y la falta de impacto.

Gail Bradbrook en la oficina de Extinction Rebellion en el este de Londres.

A pesar de todas sus ambiciones, el éxito a largo plazo de XR aún está lejos de estar garantizado, dijo Bradbrook. Después de todo, ella ha visto campañas como esta desmoronarse antes.

“Este movimiento ha abierto una conversación, por lo que ya ha logrado algo de lo que me alegra ser parte y espero que continúe”, dijo Bradbrook. “Pero también creo que, si no, surgirá algo más”.