Nota del editor: Dan Restrepo es abogado, estratega demócrata y colaborador político de CNN. Fue asesor presidencial y director para el Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad durante la presidencia de Barack Obama. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Con el cambio del calendario, llega la oportunidad de establecer nuevos propósitos y refirmar otros.
Un ritual que muchos hacemos en lo personal, con innumerables listas repletas de cambios para beneficiar nuestro bienestar. Los listados de propósitos anuales más comunes se pueden reducir, en general, a cinco grupos de actividades:
• Ser más saludable (perder peso, comer mejor, ejercitarse, hacer dieta)
• Ahorrar más y gastar menos
• Expandir horizontes (aprender algo nuevo, leer más, viajar)
• Reducir hábitos negativos de consumo (dejar de fumar, beber menos alcohol)
• Pasar más tiempo con la familia y los amigos
Estas también pueden aplicarse en el hemisferio occidental, para mejorar las vidas de las más de 1.000 millones de personas que compartimos las Américas.
Para ver cómo, tomémoslos uno por uno:
Ser más saludable. A fondo, este primer grupo se concentra en perder peso. Y el peso más importante que tenemos que perder como continente es el de la corrupción. Corrupción que alimenta regímenes autoritarios, pero que también sobrecarga nuestros sistemas democráticos y el gran motor económico, el emprendimiento y la actividad económica privada.
La corrupción se tiene que combatir con ejercicio, con los esfuerzos de la prensa libre y los fiscales independientes para sacar los abusos a la luz del día. Esfuerzos que deben aumentar con apoyos internacionales como lo han sido (y deben ser de nuevo) la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), y la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), además de la creación de una Comisión Interamericana Contra la Corrupción, basada en el modelo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Ahorrar más y gastar menos. En este momento, este propósito común quizás lo tenemos que observar en lo negativo, ya que la región enfrenta una importante desaceleración económica y no es momento para la austeridad.
Pero sí es una buena lectura para repasar en preparación para días mejores, que vendrán si las inversiones de hoy se hacen de manera inteligente y no solo para hacer avanzar políticas populistas como se está haciendo en demasiados países. A fin de cuentas, es momento de gastar de manera más inteligente y más equitativa, lo que nos lleva al siguiente propósito para las Américas.
Expandir horizontes. Los cambios económicos que definen el siglo XXI, en particular la Cuarta Revolución Industrial, se están acelerando. Si los países de las Américas no hacen cambios profundos e inmediatos, se van a perder la cuarta revolución, como casi todos se perdieron la tercera.
En breve, los países de las Américas necesitan aprender algo nuevo: tienen que expandir sus horizontes económicos invirtiendo en la capacidad de innovar y de comercializar la innovación, la cual es esencial para sobrevivir. No hay exportación de materia prima que pueda sustituir a esto último.
Reducir hábitos negativos de consumo. En su esencia, este propósito se reduce a consumir menos de lo que nos enferma y nos hace personalmente adictos, como el tabaco y el alcohol. Como hemisferio tenemos que hacer lo mismo. Debemos tomar pasos contundentes para dejar de consumir lo que nos hace adictos y que está enfermando el planeta: los hidrocarburos, porque el reto existencial que enfrentamos es el cambio climático.
Las Américas están repletas de oportunidades para hacerlo, ya que tienen un potencial gigantesco en materias de energía renovable. Ya es hora de que las grandes economías de la Américas –Estados Unidos, Brasil, Canadá, y México– se pongan en serio a promover el uso de energía renovable –solar, hídrica, eólica y térmica– y dejar de promover políticas públicas como han hecho Trump, López Obrador y Bolsonaro, que van en la dirección contraria.
Pasar más tiempo en comunidad. Una de las paradojas más profundas del siglo XXI es que en el mundo más interconectado en la historia de la humanidad, vivimos un creciente aislamiento individual. Mientras la tecnología abre puertas a comunidades virtuales, parece estar minando la capacidad de crear y sostener comunidades en el mundo real, con consecuencias reales.
Una de ellas se vio como un factor contribuyente, entre muchos, al malestar social que se manifestó en protestas masivas e inesperadas en diversos países de las Américas en el último trimestre de 2019. No solo es el bienestar personal el que se aumenta con pasar más tiempo con la familia y amigos, sino que contribuye al bien social y a la recomposición de pactos sociales que necesitamos en todos los países de las Américas en 2020.
Es momento de actuar para asegurar que 2020 sea mejor que el año que acaba de cerrar a lo largo y ancho del continente.