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Nota del editor: Patricio Sepúlveda es economista por la Universidad de Chile con una especialización en Evaluación Social y Privada de Proyectos de Inversión. Fue presidente ejecutivo de LAN Airlines durante 10 años y vicepresidente de IATA para América Latina y el Caribe, cargo que ocupó por 20 años. Actualmente es presidente ejecutivo de Aeronex, Aviation & Connectivity Experts, empresa que fundó. Las opiniones expresadas en esta columna le pertenecen al autor.

(CNN) – En tiempos normales, más de 180.000 vuelos surcan los cielos del mundo cada día, según flightradar.com.

Cada vez que iniciamos un vuelo, los tripulantes nos dan instrucciones de cómo prepararnos para cualquier turbulencia o emergencia. Pero las estadísticas nos muestran que la aviación es el sector del transporte más seguro del mundo, con 287 muertes registradas por statista.com en 2019 debido a siniestros aéreos en todo el mundo, contra 1,25 millones de personas que mueren cada año en las carreteras, según asirt.org.

Paradójicamente, la aviación comercial, como sector, atraviesa en este huracán del coronavirus la peor turbulencia de su historia y enfrenta un periodo crítico, con cerca de dos tercios de los aviones comerciales parados en tierra y muchos sin tener siquiera lugar en los aeropuertos donde estacionarse.

Muchos de nosotros, que necesitamos viajar a algún lugar por razones personales o para acompañar a padres, familiares o amigos nos preguntamos: ¿Puedo o debo viajar por avión? ¿Y cómo?

Trataremos de responder de forma objetiva estas preguntas.

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En primer lugar, debemos reiterar que la aviación es el sector de transporte más seguro y por mucho. A los que temen contagiarse por gérmenes en el aire que circula en los vuelos, les podemos asegurar -en un 99,9%- que los filtros de ventilación en los aviones modernos son muy eficaces.

El problema surge, como en todo espacio cerrado, en la eventual cercanía y/o contacto con un infectado. También en los espacios públicos de los aeropuertos o en sus salas o puentes de embarque, dependiendo de la cercanía con el resto de los pasajeros. Hay riesgos, como en cualquier supermercado o clínica. En consecuencia, lo recomendable, por el momento, es tratar de permancer en casa, al igual que para cualquiera actividad que hoy queramos realizar.

En segundo lugar, en aquellas situaciones en que imprescindiblemente debamos viajar, nuestra recomendación es estar en permanente contacto con la compañía aérea para confirmar hasta el último minuto, hasta antes de salir al aeropuerto, si el vuelo se efectuará, o si ha sido cancelado o postergado.

En tercer lugar, hay que tener muy claro que cuando compramos un boleto aéreo en cualquier fecha, en cualquier ruta y en cualquier lugar del mundo, lo que estamos haciendo es firmar un contrato con la compañía aérea. En este contrato, como pasajeros nos comprometemos a observar las condiciones del acuerdo en cuanto a nuestra llegada al aeropuerto, nuestro comportamiento a bordo, el equipaje que podemos llevar, etc. Por otro lado, la compañía aérea se compromete a transportarnos entre los puntos A y B bajo ciertas condiciones que, en general, obligan a la compañía aérea a prestar el servicio comprado originalmente u otro alternativo, pero siempre y cuando las causas para no haber prestado el servicio sean atribuibles a esa compañía aérea. Por ejemplo mantenimiento del avión, problemas con el horario de la tripulación, una huelga de sus empleados, etc., y no otras no atribuibles a la compañía aérea, como esta situación crítica del coronavirus que es generalizada en la industria y en todos los sectores.

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En cuarto lugar, en este periodo excepcional, las compañías aéreas —en su mayoría— facilitan el proceso para que los pasajeros puedan cambiar sus fechas de viaje. Esto lo hicieron fundamentalmente para permitir a la gente cambiar sus vuelos de vuelta o sus planes originales de viaje.

Si queremos organizar un viaje ahora, primero, es altamente recomendable tener muy claras las fechas del viaje; segundo, si lo hacemos directo con la compañía aérea, asegurarnos de que habrá vuelos esos días y monitorear permanentemente esto. Lo mismo es si lo hacemos a través de una agencia de viajes, donde debemos asegurarnos de que nos darán un servicio personalizado y no a través de mensajes de voz. Si lo hacemos a través de una OTA (Online Travel Agent), como Expedia, Priceline, etc., tenemos que asegurarnos de que podemos monitorear el estatus del vuelo por internet, pero también con personas y no robots.

Finalmente, si vemos que hay ofertas de precios irresistibles en fechas más remotas, tratemos de no especular, y si apostamos por un precio muy por debajo de lo normal, podemos hacerlo, pero teniendo en cuenta anticipadamente las condiciones del boleto mientras nos mantenemos permanentemente informados, en general, de cómo se comienza a recuperar el mundo de esta crisis, y en particular de cómo será el regreso paulatino a la normalidad del sector y de la compañía aérea.

Habiendo dicho lo anterior, nos parece que el paquete de estímulo económico aprobado por el Senado de EE.UU. que ayudará a individuos, estados y empresas es una buena señal y un paso hacia la recuperación del sector.

Lo que no veo todavía con claridad es que, siendo esta una crisis de una envergadura tan grande y global, no se visualizan las acciones concretas de cooperación sistemática entre Estados/gobiernos para facilitar la recuperación. Al menos para la aviación no podemos aplicar las mismas reglas y normas de tiempos normales y de crecimiento. En otras palabras: necesitamos acciones de bomberos y no de arquitectos, en jerga médica: primero salgamos de la UTI (Unidad de Tratamientos Intensivos).